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Prohibido estacionar

En efecto, días atrás la Unidad de Sistemas Viales del Gobierno Municipal paceño realizó una inspección sorpresa en algunas calles de Sopocachi y terminó amonestando a 221 propietarios de vehículos por dejarlos estacionados en lugares prohibidos. Asimismo, los funcionarios municipales decomisaron 22 caballetes empleados para reservar espacios de parqueo. En ambos casos, existen normas que prohíben claramente, por un lado, el estacionamiento de vehículos en toda la zona demarcada como de restricción vehicular y, por otro, reservar espacios de parqueo exceptuando hospitales o entidades estatales y públicas de servicio.

Con todo, no sorprende a nadie que dichas normas sean sistemáticamente vulneradas, tanto por el hecho de que en el centro de la ciudad los parqueos privados son escasos como, sobre todo, porque la población halla natural este tipo de comportamiento, fundamentalmente porque lo practican desde el ciudadano común hasta las autoridades públicas.

Según datos del municipio, el estacionamiento en lugares prohibidos quita hasta un tercio del espacio disponible para la circulación vehicular, lo que sumado al creciente parque automotor explica las cada vez peores ‘trancaderas’ que merman la calidad de vida urbana y acrecientan la contaminación atmosférica.

El otro problema, concomitante con la falta de espacios libres para estacionar, es el de los ‘cuidadores’, que actúan como si fuesen dueños de las calzadas, reservando espacios para sus ‘caseros’ a cambio de monedas. Nada de malo tiene que las personas busquen sus formas de subsistencia, pero sí que se apropien ilegítimamente del espacio público y hasta se den el lujo de seleccionar a quién permiten el estacionamiento y a quién no.

Dado que el tema del estacionamiento de automóviles es un problema común en prácticamente todas las ciudades del orbe, existen numerosas experiencias que pueden ser imitadas. La más común de ellas es el uso de inmovilizadores y hasta grúas que remolcan los coches mal estacionados como una forma de evitar esta práctica por la vía punitiva. La otra es el uso de parquímetros, que tiene la virtud de habilitar espacios para que la población pueda dejar sus coches y, sobre todo, de generar ingresos al gobierno local.

Está visto, pues, que las alternativas existen, y lo que falta es una política pública sobre la materia, pues no basta con señalar a los infractores, sino que hay que brindarles alternativas.