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Un viejo mal que se repite

Más que la vencida, para el comunario Edwin Blacut, la tercera fue la definitiva, luego de recibir un impacto de bala fatal durante el último avasallamiento que sufrió la mina de estaño Sayaquira. Se trata de un viejo mal que se vuelve a reeditar con tintes violentos y saldos mortales.

En los últimos 10 años, al menos 204 minas fueron tomadas por comunarios y otros sectores que se atribuyen el derecho de explotar estos recursos naturales, a pesar de que muchos de estos emprendimientos fueron legalmente otorgados por el Estado. El hecho de que en la mayoría de los casos, si no en todos, los comunarios esperan el acondicionamiento de los yacimientos para su explotación antes de arrebatarlos, revela la arbitrariedad e ilegalidad de estos actos, que debieron ser sancionados sin demora y sin excepciones.

Pero como el Gobierno se mostró en un principio tolerante con algunos casos, incluso indiferente con otros, el avasallamiento de minas dejó de ser una excepción para convertirse en una norma. En este último hecho, que ya costó la vida de un comunario, las autoridades han decidido actuar con rigor y apegadas a la ley.

Cabe esperar que esta determinación no sea una salvedad sino una constante, sólo así se puede salvaguardar el Estado de derecho y atraer la inversión privada.