Villa Albina, la mimada de Patiño
A tiempo de exponer la ley divina al pueblo hebreo, Moisés advierte sobre algunas de las repercusiones de depositar la confianza en el dinero antes que en Dios y su justicia.
A tiempo de exponer la ley divina al pueblo hebreo, Moisés advierte sobre algunas de las repercusiones de depositar la confianza en el dinero antes que en Dios y su justicia. Una de estas advertencias señala: «Construirás una casa y no la habitarás» (Dt 28, 30); éste fue uno de los pocos anatemas que pudo alcanzar a Simón Iturri y Patiño, el boliviano más exitoso de todos los tiempos.
En efecto, si bien su vida estuvo colmada de bendiciones y de satisfacciones, el Barón del Estaño no pudo cumplir su sueño de dejarse cobijar por el idílico paisaje y la temperatura ideal de Pairumani, un valle cochabambino situado en las faldas de la cordillera del Tunari. Allí, siendo pobre, Patiño soñó con una hermosa casa de campo; años después, ya millonario, la mandó a construir con el nombre de Villa Albina, en honor a su esposa, Albina Rodríguez, con la esperanza de pasar sus últimos días junto a su amada y sus descendientes en esa región de ensueño.
Además de una gran cantidad de recursos, Patiño puso su alma y corazón para edificar esa hermosa Villa; sin embargo, nunca la habitó. Sus negocios y preocupaciones lo mantuvieron siempre lejos hasta que la muerte lo encontró en Buenos Aires, a los 87 años. Conmovedora historia que la última edición de Escape rescata para ustedes, apreciados lectores.