Histórico traspaso
Sangay recibe la responsabilidad de luchar por una mayor autonomía en el Tíbet
Sangay, reconocido por su preparación y juventud, fue elegido por la comunidad expatriada (entre 85.000 electores) en marzo pasado, a pesar de no tener experiencia en la administración desde el exilio, luego de que Tenzin Gyatso, nombre del actual Dalái Lama, anunciara su retiro como máxima autoridad política. El Dalái Lama, de 76 años, reconocido como la XIV reencarnación de Buda en la tierra a los dos años de edad, seguirá siendo el líder religioso del Tíbet hasta su muerte y tomará las principales decisiones; de todas maneras, se trata de un cambio trascendental para el pueblo tibetano, e incluso para el mundo.
En efecto, hoy somos testigos de cómo son las sociedades las que se tienen que organizar —y ofrendar su sangre— para que los dictadores abandonen el poder a favor del pueblo; mientras que el Dalái Lama, en una decisión revolucionaria rechazada incluso por el Parlamento tibetano en el exilio, ha decidido dar un paso al costado, consciente «de la urgente necesidad de modernizar el sistema político», como señala en una carta, y de pasar a un sistema más democrático, «que no dependa de un solo hombre». Esta decisión abre la posibilidad de que el cambio no se limite a su autoridad, sino también a la institución de los dalái lama, la única cabeza política y espiritual del pueblo tibetano desde hace 369 años.
Si bien los parlamentarios piensan que la pérdida de su máximo líder (que representa la unidad de la comunidad fuera y dentro de Tíbet) puede ir en desmedro de las relaciones con China, por cuanto Pekín no reconoce a ningún otro interlocutor, la parte más progresista de la comunidad tibetana cree que su retiro redundará positivamente en la vida de los tibetanos en el futuro. En la misma línea, algunos analistas creen que se trata de un paso necesario para fortalecer la administración y la democracia en el exilio, a fin de prepararse para la muerte del líder religioso.
Sobre Lobsang Sangay recaen ahora los poderes políticos que antes correspondían al Dalái Lama, incluidos la potestad de nombrar o destituir cargos públicos y aprobar las resoluciones y leyes del Parlamento, que si bien se encuentra asentado en la India, mantiene jurisdicción sobre los tibetanos en temas de salud, educación, cultura y bienestar social. Asimismo, Sangay recibe la difícil responsabilidad de continuar la lucha por una mayor autonomía en el Tíbet dentro de China, «contra las duras políticas del régimen (…) que niegan libertad, justicia, dignidad e identidad a los tibetanos», en sus propias palabras.