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Todos para la salud

En efecto, el Encuentro Nacional de Gestión Municipal en Salud sirvió para que más de 400 personas, entre médicos, técnicos y comunarios de 50 municipios de Bolivia (la mayoría del área rural) hicieran conocer en cuatro mesas de trabajo, y empleando un lenguaje sencillo, los logros alcanzados en sus comunidades en temas de salud, como desnutrición, salud sexual y otros.

Al terminar el encuentro, la Ministra de Salud fue la primera en reconocer que «las mujeres del área rural son las principales promotoras y aliadas de la capacitación en temas de salud, sobre todo si se habla de sexualidad reproductiva y sus derechos». Y es que, como lo expresaron las mismas participantes del evento, son las mujeres quienes tienen que tomar a su cargo estos aspectos de su vida, pues a menudo los varones, educados en valores machistas y patriarcales, o no les dan importancia o, peor, desconfían de la información a la que sus mujeres acceden.

Según la explicación de una de las participantes del Encuentro, «capacitando a las mujeres y haciendo que conozcan sus derechos, mejorará el hogar, porque la mujer es una pieza clave en la familia y si mejora su calidad de vida, mejora la familia, la alimentación, la estructura del hogar y muchos aspectos más. Entonces estamos apostando por el buen vivir».

Gracias a esto, por ejemplo en Pando, hoy son 123 las mujeres de seis comunidades que educan sobre embarazo, métodos para evitarlo y derechos sexuales y reproductivos. En el Chaco ocurre algo similar, y es probable que en muchos otros puntos del país esté ocurriendo lo mismo con un doble beneficio: por un lado, las mujeres se forman para a su vez ser promotoras de salud y, por el otro, el desempeñar esta función proyecta su liderazgo en el seno de la comunidad.

Parte del éxito de estas iniciativas fue atribuido al Centro de Investigación, Educación y Servicios (CIES), ONG dedicada desde hace más de dos décadas a la promoción de la salud entre población periurbana y rural, con un enfoque basado, precisamente, en el potencial de los miembros de la comunidad, especialmente mujeres, en esta tarea de difundir información confiable y apropiada.

Pero hay que señalar que si los proyectos de difusión de información y buenas prácticas funcionan, es, sobre todo,  porque son las mujeres, conscientes de sus múltiples funciones en la familia y la comunidad, las que hacen el verdadero esfuerzo, y deben ser reconocidas cotidianamente por ello.