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Mapa de riesgos

En efecto, el megadeslizamiento de febrero mostró que a pesar de lo mucho que se ha estudiado los aspectos inherentes a la calidad y estabilidad del suelo en La Paz, y de las medidas paliativas de amenazas adoptadas, cuando la tierra se mueve en la ciudad, muchos terminan sufriendo. Hay, sin embargo, además de la violenta acción de la naturaleza, un importante componente humano en la dificultad de prevenir y remediar la tragedia urbana.

He ahí la importancia del Mapa de Riesgos 2011 presentado días atrás por el Gobierno Municipal de La Paz, pues es la más nueva versión del instrumento de planificación urbana que se elabora desde el 2004. El Mapa, creado por el Sistema de Alerta Temprana, dependiente de la Dirección Especial de Gestión Integral de Riesgos, identifica 36 zonas de la ciudad con alto riesgo de deslizamiento, pero muchas otras más con diversas amenazas.

Según la explicación de los responsables, el Mapa de Riesgos es la combinación de los mapas de amenazas y de vulnerabilidades. Las amenazas se identifican a través de los mapas geológico, geomorfológico, geotécnico, de pendientes y de inundaciones; las vulnerabilidades se encuentran en los mapas poblacional, físico, económico, de apoyo institucional y el de servicios básicos. Gracias a esta información, el municipio puede definir de mejor manera la inversión en obras de infraestructura, de mantenimiento y de prevención. Asimismo, se ha anunciado que el Mapa servirá al Concejo Municipal para modificar el Reglamento de Uso de Suelo y Patrones de Asentamiento (USPA).

Finalmente, la administración edil ya anunció intervenciones con obras en las zonas más vulnerables y descartó evacuaciones.

Sin embargo, ni el conocimiento detallado ni la normativa son suficientes sin la necesaria voluntad de autoridades, pero sobre todo de vecinos para respetar los límites que la propia naturaleza impone. Hasta hace poco se creía que los desastres ocurren en zonas de viviendas precarias; sin embargo, en los últimos años se ha visto caer barrios con grandes viviendas, en parte debido a la poca previsión de constructores que incumplen las disposiciones del USPA y hasta del más elemental sentido común.

Prevenir desastres es, pues, desde este punto de vista, una tarea de largo plazo que exige permanente trabajo de socialización de la norma y concientización sobre la importancia de observarla, si no para evitar que el bien común sea afectado, al menos para conservar la propia casa.