La universidad en la mira
El proyecto político del MAS se revela mucho menos inclusivo de lo que dice su discurso
Me asustan las noticias que empiezan con “Evo dice …”. El titular de esta semana informaba que el Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia se siente feliz de no haber asistido a la universidad. En sus palabras: “¿Qué enseñan los rectores y docentes? Enseñan a agredir a los campesinos. ¿Eso estudian en las universidades con la plata del pueblo? La autonomía es para hacer golpear a los campesinos y apedrear sedes sindicales. No puedo entender, por eso estoy muy feliz y muy contento de no haber ido a la universidad”.
Hace cinco años, los enemigos del Gobierno eran los neoliberales, las transnacionales y el sistema capitalista. El Movimiento Al Socialismo logró la representación de los ideales de la izquierda y aglutinó los movimientos indígenas, de mujeres, campesinos, obreros y ecologistas.
Ahora los enemigos del MAS se han ampliado. Y hablamos de enemigos y no adversarios políticos porque, para esta administración, estos últimos no existen. Las descalificaciones a través de adjetivos agresivos están al orden del día. Si buscas en la internet “Evo dice…” encontrarás acusaciones y chistes de mal gusto contra las mujeres, los indígenas, los trabajadores asalariados, los médicos, los ambientalistas, la izquierda crítica, los profesionales y técnicos de las organizaciones no gubernamentales, entre muchos otros.
El alejamiento del Gobierno de sus bases sociales es evidente. La pregunta que queda es: ¿Qué grupos todavía no han sido víctimas de los adjetivos y acusaciones del Primer Mandatario y sus correligionarios? Respuesta que nos puede dar pistas de qué sectores sociales representa verdaderamente el Gobierno. El proyecto político del gobierno del MAS se revela mucho menos inclusivo de lo que dice su discurso. La decepción de la izquierda boliviana y de varios grupos sociales es creciente.
La generalización injusta de que las casas superiores de estudio enseñan métodos de violencia muestra no sólo el preconcepto como también el desconocimiento de la difícil y ardua labor de formación de nuestros estudiantes y jóvenes profesionales. La infeliz declaración desmerece el trabajo de decenas de profesionales formados en nuestras universidades públicas y que están al servicio del país. ¿Cómo se sentirán el médico que atendió al Presidente en su último resfrío, el dentista que lo atiende, los economistas que están en funciones públicas y los docentes e investigadores que dedican sus vidas a la academia?
Sin duda los hechos de violencia protagonizados por algunos universitarios es condenable. Pero son aún más reprochables las generalizaciones hechas al calor de la riña política. En este tipo de situación se necesita sindéresis y serenidad para no enviar mensajes negativos sobre la educación a la ciudadanía.
En las sociedades actuales, las universidades no sólo tienen la importante función de brindar educación a nivel de licenciatura, sino que también son centrales en el desarrollo de las sociedades de conocimiento, a través de la formación posgradual y la investigación, en estrecha coordinación con el sector público, las empresas y la sociedad en general.
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