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¿Auge prolongado?

El reciente informe del FMI sobre la economía mundial dedica un capítulo especial al comportamiento y perspectivas de las materias primas o commodities, y clasifica a Bolivia como país exportador de materias primas con menor integración financiera. Señala que en promedio, los precios de los combustibles y minerales, en términos reales descontada la inflación, fueron tres veces más altos que hace una década, sobrepasando el nivel de hace cuatro décadas, la de los años 70’ cuando se dio un boom similar.

Para el país es sumamente importante conocer si estamos en otro ciclo de auge y caída, o si los aumentos de precios son transitorios o permanentes, puesto que sus exportaciones de productos básicos representan más del 90% de las exportaciones totales y equivalen a más de un tercio del PIB.

Sin embargo, no es nada fácil realizar proyecciones sobre los precios de las materias primas, puesto que pese a que varios organismos internacionales preveían su caída en 2011 y en 2012, hasta el momento, salvo algunos productos específicos, la tendencia al alza o sostenerse en buenos niveles continúa correspondiendo al ciclo más prolongado de auge desde la crisis de los años 30.

Uno de los factores que influye en su comportamiento es la evolución de las economías emergentes, especialmente las asiáticas como China e India. La mala noticia de la desaceleración del crecimiento de la economía china en el primer trimestre del 9% al 8% quedó superada con la buena noticia del índice oficial de Gerentes de Compras de China (PMI) que subió a un máximo de trece meses al alcanzar un nivel de 53,3 puntos, siendo su lectura mayor a 50 como indicador de expansión económica, la cual se registró por cinco meses consecutivos.

También se sumaron los datos del sector manufacturero de EEUU revelado por el Instituto de Gestión de Suministros (ISM) que dijo que en abril el sector manufacturero creció a 54,8, su mayor ritmo desde junio de 2011, mostrando 33 meses de expansión consecutiva debido a una fuerte demanda. Con estos datos, más la especial situación geopolítica del Oriente Medio, parecen señalar, por un lado, una larga vida a los precios del petróleo y la no declinación del resto de los productos como minerales y agropecuarios.

Para entender los efectos de una caída es bueno comprender los efectos del auge. Según el FMI, un shock de un aumento del precio real del petróleo en 12% incrementa el PIB de los países exportadores de petróleo en 0,4% en el momento del impacto, es decir, el impulso inicial, pero cerca de 2% tres años después, o sea su efecto rezagado. La recomendación más usual de política económica es que ante las fluctuaciones de los precios de las materias primas es necesaria la aplicación de una política fiscal anticíclica, que ahorre los ingresos adicionales durante el auge para utilizar en la declinación. Generalmente se recomienda un presupuesto estructural, es decir, descontado el efecto de la variación de los precios, como se tiene en Chile. En nuestro medio no se aplica, pero en los hechos funciona al programarse en el Presupuesto General de la Nación un déficit fiscal y registrarse superávit fiscales.

Otra recomendación interesante a estudiar es si los aumentos de precios internacionales se están dando en forma sostenida en los ingresos fiscales, el aumento de la inversión pública (como sucede en Bolivia) y la reducción de los impuestos sobre la mano de obra y el capital (lo que no sucede en el país) aumentarían la productividad, el producto y el bienestar en el sector privado.