¿Quiénes nos representan?
Estas instituciones no pueden preciarse de representar a la totalidad de los colegas del gremio
En un par de días, los periodistas celebraremos un aniversario de la fecha instituida por Germán Busch en 1938. Lo haremos (seguramente en fiestas sonadas en los sindicatos y asociaciones, o en simples actos alusivos) en medio de una crisis social que nos tiene ocupados desde hace casi dos meses. No importa ese agasajo a los lectores. Si es que así fuera, también es seguro que digan que los periodistas deben replantear su rol en tiempos políticos como éste. Pero ése no es el tema.
Hace dos semanas, la Asociación de Periodistas de La Paz (APLP) eligió a su directorio, cuya presidencia recayó en Antonio Vargas. El resultado de la votación fue: 72 votos a favor, 58 para su contendor, Alberto Bailey, seis nulos y dos en blanco, de una lista de 200 habilitados, según el reporte oficial. Lo curioso del caso es que sólo 138 periodistas votaron, de un universo de 1.200 miembros. Sin ir más allá en las matemáticas, un poco más del 10%. Es decir, otro poco más del 7% fue el que eligió la directiva que jurará a sus funciones en los próximos días.
Se puede decir que la APLP es la organización colegiada más importante de La Paz. Sin embargo, no todos los periodistas, buena parte, están afiliados a la entidad, por distintas razones. Así, por más interés sublime que sustente la declaración de principios de la institución, no puede preciarse de representar a la totalidad de los colegas del gremio. Una segunda organización es la Asociación Nacional de la Prensa (ANP). En esto hay que ser claros ante la opinión pública: la ANP es la representación nacional de las empresas de medios escritos. Es decir, no es una entidad que aglutine a los periodistas, sino a los empresarios de algunos medios impresos y, en su caso, a los directores de periódicos y revistas del país.
La más popular de las instituciones, por su carácter menos elitista, es la Federación de Trabajadores de la Prensa de La Paz (FTPLP), de la que alguna vez formé parte habiendo sido dirigente de los trabajadores del diario La Prensa de La Paz. Allí confluyen periodistas, fotógrafos, camarógrafos de televisión, radialistas, operadores, prensistas y todos los empleados de la “cadena productiva” de los medios de información en general. Entre otras están la Asociación Nacional de Periodistas de Bolivia, que es la junta de asociaciones como la APLP; la Asociación Boliviana de Radiodifusoras (Asbora); los círculos de periodistas deportivos y de mujeres periodistas, y algunos colegios de comunicadores sociales. Toda una gama de profesionales y ramas anexas.
No estoy en contra de ellas; su conformación tiene fines que respeto mucho; y su vigencia cuenta con el respaldo de algunos colegas míos, a quienes aprecio también. Sin embargo, me resisto a que, a nombre de todos los periodistas, opten por una posición política y hagan creer a la gente que son la voz de los profesionales del oficio. La APLP se opuso a la Ley contra el Racismo y toda forma de Discriminación y se ha planteado defender a ultranza esa vieja Ley de Imprenta que amerita ser actualizada; la FTPLP se ha funcionalizado al Gobierno y la ANP constantemente denuncia que en Bolivia no hay libertad de expresión, como su entidad matriz regional Sociedad Interamericana de la Prensa (SIP) que “casualmente” observa esa ausencia de libertad en países como Nicaragua, Ecuador, Venezuela y Bolivia.
Ante eso, hay necesidad urgente de legitimar las organizaciones, como su discurso, al margen de las tendencias políticas que rigen hoy su incidencia.