En 2008 —primero gradualmente— se empezó a pasar a otra etapa del proceso que vivimos por tres hechos históricos ocurridos entre agosto y octubre. Primero, el referéndum revocatorio de agosto de 2008, del cual el Gobierno salió fortalecido, ratificado con 67% de la votación. El segundo hecho histórico fue el proceso de confrontación que se vivió en el oriente del país, denominado “golpe cívico prefectural”.

Desde ese momento empezó a desaparecer la oposición conservadora. El tercer hecho histórico fue lo que García Linera denomina “consensuada modificación congresal de la Constitución”, en octubre de 2008, que encaminó la aprobación definitiva de la Constitución con sus virtudes y deficiencias. Al desaparecer la oposición conservadora empezaron a ser decisivas las contradicciones internas del propio bloque, y a agudizarse el desatino del Gobierno en el manejo de las contradicciones internas.

Estos tres hechos proyectan en todo  2009 la continuidad de las victorias políticas del Gobierno, que se dan sobre todo porque no implosionan todavía las contradicciones internas. 2009 fue un año en el que las contradicciones internas del bloque de poder en el Gobierno no llegaron a un punto de fisuras graves. En diciembre de 2009, tras una nueva elección general, el Gobierno consiguió 64% de la votación, 10% más de lo que había conseguido en 2005.

Sostenemos que desde 2010, entre junio y diciembre, se inicia una nueva etapa de forma franca. Primero con el primer conflicto con la Cidob, en junio de 2010, en el que comenzaron a implosionar las contradicciones internas del bloque de poder, y empezaron a darse fisuras en este bloque; en especial la unidad de las organizaciones de campesinos e indígenas. En 2010,  el Gobierno intentó implementar cinco leyes fundamentales; de éstas, las más conflictivas frente al movimiento indígena fueron la Ley del Órgano Electoral Plurinacional y la Ley Marco de Autonomías. El alcance y el contenido de todas estas normas —pero en especial estas dos— fueron el punto de partida del alejamiento del Gobierno y las organizaciones indígenas.

Debemos precisar que el ingreso a esta nueva etapa se da claramente después del fallido gasolinazo de diciembre de 2010. Fue un intento de incrementar hasta 80% los precios de los hidrocarburos, cuando en Bolivia lo máximo que se había intentado incrementar fue 13% (lo que casi tumba el gobierno de Paz Zamora). Este fue un grave error político reconocido por el propio Gobierno, porque si se dice que es una “medida correcta” pero en un “mal momento”, se está reconociendo implícitamente que es un error político. Mostrando una pérdida de principio de realidad asombrosa e incluso una pérdida de instinto de supervivencia política que después se profundiza en el manejo del conflicto del TIPNIS, en 2011.

Fueron así preparándose largamente, más o menos en dos años (mediados de 2008 a mediados de 2010), las condiciones para que en el segundo semestre de 2011, y debido a la VIII marcha indígena por el TIPNIS y la contramarcha del Conisur, se entrara aceleradamente a esta etapa de fisuras graves y decisivas que han llevado a la ruptura del pacto de unidad entre campesinos y algunos de los sectores indígenas más importantes: están la CSUTCB, Bartolina Sisa y Colonizadores por un lado; y la Conamaq y la Cidob por el otro. Esta nueva etapa se caracteriza por la ausencia visible de la oposición conservadora y la implosión de las contradicciones internas del bloque de poder en el Gobierno que lo están afectando, y que ellos parecían no ver ni darle la importancia que tiene.