Racismos
Hay cada vez más debate público respecto al racis-mo y otras formas de discriminación.
Recordando cuatro años del ataque racista contra campesinos e indígenas chuquisaqueños en la puerta de la Casa de la Libertad, en Sucre, ayer se celebró el Día de la Lucha Contra el Racismo y la Discriminación, y aunque el país está todavía lejos de superar estas enfermedades sociales, es evidente que algo ha cambiado desde el 24 de mayo de 2008 hasta ahora.
En efecto, desde entonces hasta ahora se ha promulgado una ley específica para combatir el racismo y toda forma der discriminación, que establece sanciones penales para quienes discriminen o promuevan estas prácticas y difundan mensajes racistas y discriminadores, así como la creación de un comité nacional encargado de investigar denuncias y, sobre todo, proponer e impulsar políticas públicas y de educación para lograr la transformación de la sociedad en esta materia.
También se ha hecho evidente que a pesar de las resistencias que el tema provoca en muchos sectores, hay cada vez más debate público respecto al racismo y las demás formas de discriminación; y aunque quienes lo promueven son por lo general las víctimas, el resto de la sociedad ya no puede ignorar completamente el debate, y éste es el primer paso para desnaturalizar aquellas actitudes y prácticas que por reiteradas y comunes no llaman la atención y se reproducen cotidianamente.
Ejemplos de estas prácticas de racismo naturalizado se pueden encontrar en las calles, donde, dependiendo del aspecto y el color de piel de las personas, se las ‘ustea’ o se las ‘tutea’ o, peor, simplemente se las ignora. Lo mismo sucede en centros de salud, en mercados y escuelas, y en cuanto lugar permita la reunión de personas diversas o donde el acceso a servicios y derechos debiera estar garantizado para todas y todos sin excepción.
Para la sociología contemporánea, las manifestaciones racistas ya no sólo se refieren a la discriminación o exclusión por color de piel o identidad étnica, sino que se llama “racialización” al hecho de identificar a grupos humanos según algunos rasgos compartidos entre sus miembros, de tal modo que se los puede señalar con facilidad y, en esa medida, también discriminar o excluir.
De ahí que la lucha contra el racismo sea incompleta cuando no viene acompañada del combate a todas las demás formas de discriminación, que pueden distinguirse en sus orígenes o motivaciones, por ejemplo ideología, orientación sexual o profesión; pero son idénticas en sus efectos, sobre la sociedad y sobre los individuos, sean víctimas o victimarios.
En todas las ciudades capitales el Gobierno ha organizado ayer movilizaciones antirracistas, y aunque es discutible el efecto que produce marchar y gritar consignas, es al menos un indicio más de que el debate se ha hecho público, lo cual terminará por obligar a todas y todos a prestarle atención y reflexionar al respecto.