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Peligro culinario

Los puestos de comida callejera en el centro de la ciudad constituyen una grave amenaza para la salud, pues venden alimentos contaminados con bacterias que causan salmonelosis, hepatitis, fiebre tifoidea, entre otras enfermedades gastrointestinales. A esta conclusión llegó una investigación elaborada por un equipo multidisciplinario a cargo de Mirna Quezada Siles.

El estudio, denominado Cuando la salud y la vida penden de un bocado, fue elaborado a partir de 24 muestras (entre alimentos y bebidas) recolectadas entre enero y febrero de 2012, en lugares estratégicos de la ciudad que cuentan con una amplia gama de ofertas culinarias: en inmediaciones de la avenida Perú, la Terminal de Buses, la avenida Montes y las plazas Pérez Velasco y Alonso de Mendoza.

Los resultados dieron cuenta que el 71% de las muestras contiene al menos dos peligrosas bacterias (Escherichia coli  y Esterococcus faecalis), responsables de infecciones y enfermedades gastrointestinales que si no se tratan a tiempo pueden derivar en cáncer y provocar la muerte de las personas. Las salteñas, las tucumanas, el lechón, los caldos de cordero y de pollo fueron identificados como los alimentos más peligrosos. Además, se constató que en los puestos de frituras utilizan aceite requemado y que los aderezos, como la llajua, son los que están más contaminados.

Si bien la muestra es pequeña en comparación al universo (según estimaciones del municipio paceño, en la ciudad existen más de 25 mil puestos de comida callejera), revela la evidente falta de controles para salvaguardar la salud de la población; así como la irresponsabilidad y negligencia de los comerciantes que se dedican a este tipo de actividad, y que tratan de ahorrar en toda la cadena productiva hasta un peligroso extremo, a fin de obtener alguna ganancia.

En efecto, la investigación constató que los alimentos callejeros, de dudosa calidad, están expuestos al medio ambiente sin ningún tipo de protección. Además, son cocinados y manipulados con total insalubridad. Sólo así se explica que bacterias procedentes principalmente de heces fecales terminen en las comidas y bebidas.

Por todo ello, es de esperar que se formulen normas municipales más estrictas y sobre todo que se apliquen controles más rigurosos en cuanto a la elaboración y comercialización de alimentos se refiere. No obstante, habida cuenta de la falta de recursos para controlar efectivamente este tipo de negocios, les toca a los ciudadanos velar por su bienestar, consumiendo —en lo posible— alimentos cocinados en su hogar o en establecimientos garantizados. Sólo así, recordando que lo barato puede costar muy caro (en términos de tiempo y dinero), se puede garantizar la salud, uno de los aspectos fundamentales, sino el más importante, del vivir bien.