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Museos

Wara Cajías sembró en nuestra ciudad un evento de raíz germana: La Larga Noche de Museos. Ni ella ni nosotros teníamos la más mínima idea de que aquello sería uno de los eventos culturales más importantes de la ciudad, tan magno como Gran Poder; lo que es mucho decir.

En apenas seis años, la idea de Wara ha logrado lo que a esa fiesta popular le tomó varias décadas: un impresionante éxito de extensión cultural y socialización del arte. Es digno reconocer que el Gobierno Municipal de La Paz apoyó el proyecto y llevó adelante, en todas las versiones, una promoción contundente y una constante movilización de todos sus cuadros técnicos. A esa institución se suman ahora otras instituciones estatales y privadas, para que la ciudad se ponga en tensión no para bloquear, sino más bien para dar un impresionante salto cultural.

Pasear la noche del 19 de mayo último por los barrios con mayor densidad de equipamientos culturales y artísticos de esta ciudad fue emocionante. Miles y miles de paceñas y paceños (uso el gentilicio para todos sin excepción) visitando y gozando del arte en todas sus manifestaciones, en museos, galerías, cines, teatros, espacios públicos, cafés e institutos. Atestiguar que tu sociedad quiere arte y está ávida de emociones estéticas no es un mero indicador, es la prueba contundente de muchas potencialidades ocultas que desean entregarse tanto a las expresiones plurales y universales como a nuestras prácticas artísticas.

Familias enteras, en verdaderas mareas humanas, de todos los segmentos sociales, se agolpaban y hacían largas filas de cuadras, para ver, sentir y palpar la pintura, la escultura o el arte gráfico de todas la épocas, que atesoran, en esta ciudad, sus repositorios culturales. En otro momento, eran espectadores de teatro, música y baile en un vivificante intercambio social. En esa noche memorable, algunos barrios fueron literalmente tomados, invadidos pacíficamente, para el ejercicio ciudadano del arte y la cultura.

Nos movilizamos con una celeridad que difícilmente pueden conseguir otras ciudades de la región. Somos así, aprendemos paradójicamente lo bueno y lo malo, y podemos, en un santiamén, congregarnos en una empatía social de inexplicables dimensiones, porque creo que somos más mestizos de lo que suponemos y con muchas ganas de universalizar esta sociedad urbana.

Con un plan de peatonalización de algunas vías y con una mayor seguridad ciudadana por parte de la Policía, esa noche será perpetua y con ella florecerá nuestro optimismo por el futuro de esta ciudad.