Cómo perder el Gobierno
Son muchos los conflictos que enfrenta el Gobierno con mucha dificultad para resolverlos
Cómo perder el Gobierno y seguir alojado en el Palacio Quemado podría ser el título completo del presente artículo (o de una película). Este nombre surge de la dificultad que muestra el Gobierno de resolver los numerosos conflictos sociales que aquejan al país no obstante tener gran apoyo popular. La situación en los meses de abril y mayo recuerda a la que atravesó la UDP entre 1984 y 1985, o quizás fue peor aún.
El servicio de atención a la salud estuvo en huelga durante cinco semanas. El magisterio paceño entró en paro. Los campesinos de La Asunta bloquearon las calles paceñas buscando legalizar sus cultivos de coca. La COB decretó paro movilizado de 48 horas. Los transportistas bloquearon las calles de la ciudad de La Paz. Los indígenas del TIPNIS comenzaron la IX marcha, mientras que campesinos afines al MAS amenazan continuamente con bloquearlos. El Gobierno anda haciendo regalos a los indígenas de la región del TIPNIS tal como hicieron los españoles cuando llegaron a América buscando desunirlos. Hubo bloqueo de las carreteras Patacamaya-Tambo Quemado, Potosí-Tarija y a la entrada de Rurrenabaque. Los transportistas de Cochabamba se agarraron a golpes con la población civil. Hay quienes afirman que policías ayudaron a los transportistas en el bloqueo de la ciudad de La Paz. Las víctimas de las dictaduras continúan en huelga en El Prado pidiendo el cumplimiento de una ley que prevé se les pague una indemnización.
Cerca de 5.000 pobladores del norte de Potosí iniciaron una marcha sobre La Paz a propósito de la explotación del yacimiento minero de Mallku Khota. En fin, sería largo seguir enumerando la infinidad de conflictos recientes y presentes que enfrenta el Gobierno con mucha dificultad para resolverlos.
En situaciones similares, el presidente Hernán Siles Suazo (1982-1985) cambiaba con frecuencia su gabinete en la seguridad de que con uno nuevo le iría mejor. Los cambios se volvieron tan frecuentes, que ni él mismo llegaba a reconocer a sus ministros. Pero no le sirvieron para nada, pues luego de agonizar políticamente durante varios meses no le quedó otra solución que dimitir. Actualmente, la dificultad que tienen los ministros y otras autoridades gubernamentales para resolver los conflictos lleva naturalmente a pensar que habría que cambiarlos, pues la situación actual implica un desgaste político de grandes proporciones para el Gobierno. Pero, ¿cambiarlos será una solución?, ¿no le pasará a Evo lo mismo que al Dr. Siles? El resultado dependerá de las virtudes y habilidades de los nuevos ministros. Esta interrogante lleva a una reflexión preocupante. Hace algunos años, había muchos que querían ser ministros; y entre ellos, había gente que posiblemente hubiera hecho buenas gestiones. Hoy en día, es posible que no quieran aceptar esa posición. Pero, hay algo peor: no hay signos de que el Presidente busque mejorar su entorno. Una muestra reciente de ello es la polémica designación del Comandante de la Policía. Preocupa que poco a poco se deshaga de colaboradores de valía para reemplazarlos con amigos o militantes de segundo nivel. Algo similar pasó también con el Dr. Siles.
Preocupan los tres problemas importantes que se avecinan: las marchas del TIPNIS y Mallku Khota, y las manifestaciones de descontento de la Policía. Es cierto que hasta la fecha el Gobierno pudo sortear con éxito difíciles coyunturas, mas el lento desgaste político que sufre podría hacer que su capacidad de hacerlo en el futuro disminuya.