La Torre de Luis Antonio
Luis Antonio no sólo publica a noveles autores, sino también se encarga de promocionarlos.
Cuando Luis Antonio tenía tres años, dibujó en la puerta de su dormitorio unas máquinas prodigiosas para que lo protejan de los monstruos.
Desde pequeño tuvo una gran imaginación, que la fue cultivando con lecturas de revistas y de libros apropiados para su edad. Dibujó algunas cosas, lo suyo es el estilo manga, y escribió algunos poemas y cuentos que tiene guardados esperando el momento oportuno para publicarlos, porque antes de hacerlo quiere publicar lo que otros dibujan y escriben.
Y quiere hacerlo porque se dio cuenta de que los jóvenes tienen pocas posibilidades de publicar con las editoriales nacionales. Así fue que Luis Antonio fundó su propia editorial y la llamó Torre de papel, parafraseando la mítica Torre de Babel. Su primera publicación fue una revista de cómic con la obra de Freddy Carbajal, cuya historia titula Anima Chrisos, y tuvo mucho éxito entre los seguidores de este género. Luego se le ocurrió que debía dar a conocer la obra de otros escritores y compiló la antología de cuento y poemas Torre de ideas, en ella incluyó los textos de más de 20 jóvenes y la presentación fue todo un espectáculo con cuatro bandas de rock en el patio del Museo de Arte.
Pasó un tiempo y vino el libro Grisdelin, de Grecia Durán, la historia de una adolescente buscando su propio camino entre sueños e ilusiones. Y ahora, para la XIII Feria internacional del Libro de Santa Cruz, se atrevió con la novela de Lakhsmi Trehan, De la oscuridad a la sombra, una obra en la que, de manera vertiginosa y delirante, la autora nos cuenta la historia de un grupo de jóvenes desenfrenados, al margen de las reglas morales y sociales. Una novela que, estoy seguro, dará mucho que hablar.
Al ver su labor, no pude menos que recordar aquellas lejanas épocas de mi juventud, en las que me reunía, en la ciudad de La Paz, con un grupo de escritores y poetas (todos ellos ahora consagrados) y entre copas planificábamos nuestras propias publicaciones. Como ahora, tampoco había quién nos apoye y así salieron algunas revistas y muchos libros financiados por nuestros propios y escasos recursos económicos. Cometimos errores, malas publicaciones, peores ediciones, pero lo hicimos con la pasión de la juventud, y porque la intención era que nuestras obras pudiesen ser leídas.
Al recordar esa época, pienso en lo importante que hubiera sido encontrar a un Luis Antonio que crea en nosotros y en nuestra obra, y valoro mucho más lo que está haciendo porque además veo que no gana dinero. Sus ediciones son de pequeños tirajes y no solamente publica a noveles autores, sino también se encarga de promocionarlos en los medios de comunicación, los acompaña y los aconseja, y lo hace porque quiere ayudar a otros, quiere que su editorial sea el primer paso para que los jóvenes se den a conocer y vayan creciendo en el mundo de las letras bolivianas. Luis Antonio se siente bien al hacerlo.
Ustedes se preguntarán quién es este Luis Antonio del que hablo con tanto amor, y la respuesta es sencilla: es mi hijo, Luis Antonio Carvalho Sandoval, de 22 años, y, como comprenderán, me siento muy orgulloso de él y de su Torre.