La Paz 2040
Un programa de intensa educación ciudadana es tan importante como cualquier plan urbano
La Paz tuvo, en las últimas 40 décadas, intenciones planificadoras que fueron llevadas bajo diversos criterios y en contextos sociopolíticos disímiles, pero, puedo afirmar, con similares resultados en lo mezquino de los objetivos logrados. Los más representativos planes urbanos fueron el Plan de Desarrollo Urbano Integral de la gestión de Mario Mercado en los años 70; y las actuales proyecciones conocidas como La Paz Líder y el Plan Jayma de la última década. Del primer ejercicio planificador sólo queda una enorme cantidad de datos urbanos relevados (sobre todo los estudios de estabilidad y geotecnia, responsabilidad de una de las empresas francesas responsables); y de los dos últimos, que son responsabilidad de una misma gestión municipal, están todavía pendientes sus evaluaciones finales.
En esta nueva gestión, el Gobierno Municipal está trabajando en el llamado plan La Paz 2040. Por el año horizonte establecido, es sin duda un ambicioso ejercicio planificador y debo confesar que no soy muy afecto a esas gimnasias profesionales de grandes ligas. Las experiencias del urbanismo ortodoxo han demostrado que planificar un organismo urbano tan complejo como las ciudades latinoamericanas es una fantasiosa quimera, porque la implementación de cualquier plan urbano se debate entre un ideal de orden académico y lo anárquico de la vida misma. Pero debo reconocer que La Paz es la única ciudad boliviana que sabe encarar los desafíos de su futuro; y lleva con optimismo estas intenciones de organizar su desarrollo.
Como en otras oportunidades, este nuevo plan recurre a un mecanismo de socialización indispensable en la ciencia urbanística contemporánea: la participación ciudadana. El Gobierno Municipal está desarrollando varias sesiones de intercambio con muchos actores e instituciones de la sociedad urbana. En ellas se presentan los avances para que todos opinemos sobre la importancia de los temas tratados. En una de esas sesiones se preguntó a los presentes sobre cuál sería el mayor problema de la ciudad. Casi todos encuentran problemas físicos de suelos, de normas o de transporte, pero nadie se atreve a mencionar que el mayor problema de esta ciudad somos nosotros. Con nuestra centenaria incultura urbana, de no saber vivir en sociedad, de no conocer los límites de nuestros deberes y derechos con respecto a nuestro vecino, mandamos al basurero a cualquier estudio planificador o de normas municipales.
Un programa de 50 años de intensa educación ciudadana es tan importante como cualquier plan urbano. Los planes urbanos son implementados por personas y si ellas viven en estados mentales medioevales, de nada servirá planificar nuestro futuro.