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¿Quién tiene la culpa?

El conflicto entre Percy Fernández y siete concejales, que desde hace ocho meses nos tiene pochecó a los que vivimos en Santa Cruz de la Sierra, me hizo releer un buen artículo de la politóloga Martha Peñaranda, titulado Los sinsentidos de la desconfianza, publicado en la revista Nueva crónica y buen gobierno.

En dicho ensayo, Martha realiza un profundo análisis de las causas de la desconfianza existente entre bolivianos, y concluye con la constatación de una paradoja: la de “echar la culpa” a alguien o a algo de las falencias sociales: “en occidente identifican al neoliberalismo y en oriente al modelo centralista”. Peñaranda reconoce las importantes contribuciones de Santa Cruz y su fuerza intelectual y económica que, sin embargo, todavía no ha podido sustraerse al estigma del centralismo que tanto critica.

Este tema me obligó a hacerme algunas preguntas: ¿Quién tiene la culpa del centralismo? ¿La tienen solamente los paceños? ¿Todos los presidentes han sido paceños?

Nadie niega que el centralismo tuvo y tiene sus males, pero no toda la culpa la tuvieron los gobernantes paceños, porque si bien es cierto que de 64 presidentes de la República desde 1825 a la fecha, hubo dos venezolanos (Bolívar y Sucre) y de ahí para adelante la mayoría nacieron en el departamento de La Paz, (24 para ser exactos), también 16 nacieron en Cochabamba, nueve en Chuquisaca, cuatro en Potosí, tres en Santa Cruz, tres en Tarija, uno en Pando, uno en Beni y el actual en Oruro. Es decir que hemos tenido presidentes nacidos en todos los departamentos, en unos más y en otros menos.

Creo que los gobernantes no paceños hicieron muy poco por sus regiones. Alguien me dirá que estaban rodeados de “collas centralistas” y no podían hacer nada. Lo cual no es cierto, porque en muchos casos el poder eran ellos y nadie discutía sus órdenes y, desde la recuperación de la democracia, los sucesivos gobiernos trabajaron con gabinetes integrados por ministros que representaban a los departamentos. Santa Cruz siempre tuvo muchos ministros. La mayoría de ellos, antes de llegar al poder, eran furibundos autonomistas (varios fueron dirigentes cívicos) y, en la ciudad de La Paz, subyugados por el poder o mostrando ser tremendos caraduras, se olvidaron de su discurso autonomista.

Lo que está sucediendo en Santa Cruz de la Sierra, la ciudad en la que en 1984 se gestó la autonomía municipal, nos demuestra que el poder absoluto corrompe absolutamente. Tenemos un Gobernador que se negó a incluir la elección de los subgobernadores en los estatutos, y un Alcalde que centraliza todo el poder, negando la propia Constitución Política del Estado y la Ley Marco de Autonomías.

Si queremos ser de verdad autonomistas, con solvencia moral y política para interpelar al centralismo, debemos empezar por casa y exigir que el Alcalde, todos los concejales (los del MAS que no se hagan los menos) y con ellos la infiel banda de funcionarios municipales que se encuentran detrás del conflicto representando a oscuros grupos de poder, renuncien a sus cargos.

Santa Cruz de la Sierra se merece autoridades con mentalidad moderna, autonomista, respetuosas de las leyes, que piensen más allá del asfalto y que entiendan que podemos ser la gran ciudad del futuro.