Sin acceso a mercados, imposible
Mientras la falta de mercados afecta a la industria textil, la ropa usada hace lo propio con las pymes.

Podía dedicar esta columna a otro tema que no sea el drama que vive el sector textil boliviano, cuya punta del iceberg es la insólita “liquidación voluntaria” de la emblemática América Textil (Ametex)? De ninguna manera, pues así como la falta de mercados afecta a la más grande textilera del país, también a las pymes. Y no es que no haya mercado, el problema es el “acceso” al mercado.
Si para Ametex el lastre fue la inaccesibilidad a los mercados alternativos, luego de la pérdida del ATPDEA (2008), para las pymes lo es la ropa usada contrabandeada, herencia de los denostados “gobiernos neoliberales” que los plurinacionales no pueden resolver. El estudio Impacto de la importación de ropa usada en Bolivia (2005) reveló que los confeccionistas perdían un mercado de $us 40 millones/año por esa causa. Como las ferias libres siguen, ése o aún mayor es el mercado que los contrabandistas aprovechan, pese a que su importación y venta están prohibidas.
El ATPDEA garantizaba el acceso con arancel cero al mercado de los EEUU y conquistarlo era tarea del empresario. Según datos del INE, entre 2002 y 2008 Bolivia exportó ropa a los EEUU por $us 194 millones y 10.776 toneladas, mucho para nosotros pero nada para un país tan poderoso que, en plena crisis de 2009, importó $us 66 mil millones solo en textiles. Ese mercado perdimos. ¿Irán, Libia, Corea del Norte, Vietnam y Cuba, “mercados alternativos”? No llegaron a comprarnos ni $us 5.000 en conjunto.
¿Y qué del Brasil, Argentina y Venezuela? Prometieron mucho, pero ayudaron poco. Según datos del INE, Venezuela nunca pudo igualar el valor y mucho menos el volumen que en su mejor momento vendimos a EEUU. Entre 2006 y abril de 2012 Venezuela nos compró $us 78 millones por 2.255 toneladas de textiles, ¡la mitad en valor y la cuarta parte del volumen que vendimos a EEUU en siete años de ATPDEA! Brasil dijo que nos compraría $us 21 millones anuales; y Argentina, nueve millones, así que de 2008 a 2011 debimos venderles $us 120 millones, pero sólo llegamos a 20, por su proteccionismo. Chile, sin prometer nada, nos compró casi igual que los dos. Por eso es que el volumen de los textiles exportados al mundo por Bolivia en 2011 fue la mitad, comparado con 2006. ¿El resultado? Menos manufactura, menos empleos…
Hasta el propio presidente Evo Morales se preocupa al intuir lo grave que puede resultar para el país producir algo que luego no se va a poder comercializar: “¿A quién le vamos a vender? ¿Qué vamos a hacer con nuestro gas?” (La Razón, 12.01.12). Ante la iliquidez de la empresa-insignia boliviana, con su producción reducida a menos del 20% debido a la falta de acceso efectivo al mercado externo, se dice que el “Gobierno quiere ser dueño de Ametex hasta diciembre” (La Razón, 19.06.12) asegurando que podrá exportar a mercados garantizados. Si la “suma cero” no le sirve al país, ¿por qué no apoyar más bien para que Ametex siga exportando?
En este difícil trance, saludo a la empresa Ametex que nunca le falló a Bolivia ni a sus trabajadores. Y para ese orureño, ingeniero, industrial y amigo Don Marcos Iberkleid, mi respeto y algo más: lo libero públicamente de la promesa que le exigí años atrás de no levantar las manos. Su familia merece mejor suerte. Eso sí, no olvide que llegará el día en que lo llame simplemente “Marcos” —como me lo pidió tantas veces— recordando que para ello, algo tendrá que pasar. Dios dirá…