Esquinas de la ciudad
Las esquinas expresan la naturaleza de la ciudad y forman parte del trazado urbano
Cuando se escribe sobre las ciudades existen diferentes formas tópicas de hacerlo. Muchas de ellas se interesan en las visiones netamente tecnocráticas. Otras despliegan realidades extraídas de interacciones efímeras, que si bien se muestran de forma fragmentada y escasamente cohesionadas, acercan a otras realidades que de ninguna manera están reñidas con los aspectos técnicos. Las primeras, proyectadas “de arriba para abajo”, han convertido a muchas utopías en distopías, con algunos resultados que hoy son de gran preocupación para las urbes.
Las esquinas expresan la naturaleza de la ciudad y forman parte del trazado urbano. De igual manera, la obra arquitectónica ha catalogado a la esquina como el lugar de encuentro entre fachadas y, las más de las veces, como conflicto por resolver. Su importancia radica en que definen la imagen urbana de su contexto. Asimismo, su carácter expresivo de diferencia y coincidencia realza el lugar donde se asientan. Para el arquitecto proyectista, la esquina supone un ejercicio de dificultad y un resultado de mérito cuando su propuesta ha sido bien resuelta.
La preocupación de la esquina en la trama urbana y en sus reglamentaciones ha logrado darle al centro de Barcelona, por ejemplo, el carácter de una ciudad de esquinas. Allí es posible encontrar soluciones donde lo urbano es enriquecido por amplios espacios ubicados frente a las edificaciones.
En La Paz existen importantes esquinas, esencialmente en el centro paceño, que funcionan urbanísticamente y fueron bien resueltas arquitectónicamente. Por ejemplo, el edificio Turístico al final de El Prado, que logra terminar acertadamente en esquina. Su diálogo con la edificación vecina presenta un resultado coherente en el conjunto arquitectónico. Otra buena solución es la Biblioteca Municipal, cuya gradería en esquina —hoy cortada por una reja poco apropiada— funcionaba como balcón urbano, donde transeúntes se sentaban para observar o descansar.
Pero no debemos olvidar otras particularidades de la esquina. Posiblemente para muchos sean sólo terminaciones de calles, pero para el ciudadano corriente, el transeúnte o el turista, parecería que significa algo más. Para la memoria colectiva son puntos significativos, símbolos de variedad y también de identificación. Independientemente de ello, la esquina tiene la singularidad —en algunos casos— de convertirse en otro lugar vital de la urbe. Esos pequeños territorios pueden motivar al diálogo, el encuentro, la deliberación, sin olvidar lo imprevisto, como pasa por ejemplo con la esquina de un colegio. Empero, esa cualidad va cambiando de lugar. Depende de la importancia que tenga en relación al entorno construido, aunque ello no niega las excepciones.
Hasta hace algunos años, la esquina del cine Monje Campero fue un referente urbano, sin olvidar que forma parte de la historia política del país y del sentido de ciertas metáforas paceñas. Otras, en cambio, como la de la calle Montenegro con la Av. 21 de Calacoto —donde el encuentro de decenas de jóvenes fue su primera característica—, han motivado que hoy San Miguel sea el sector económico más importante del sur de La Paz. Con todo ello, vale la pena preguntarse: ¿acaso el descubrir y leer la ciudad no colabora en la inspiración para concebirla?