Continúa el debate sobre el acercamiento a la problemática de los niños y niñas que trabajan en la calle. Respondiendo a las 74 personalidades del mundo académico y la sociedad civil que en abril enviaron una carta abierta a la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos (Navi Pillay), en una nota en seis idiomas difundida por la agencia salesiana Infoans de Roma, el ministro italiano de Cooperación Internacional, Andrea Riccardi, resalta: “la importancia de hacer un examen sobre la tutela de los derechos de los niños que trabajan y viven en la calle, del rico patrimonio experiencial y cultural madurado en los últimos años. Aquello que se invoca en el encomiable esfuerzo sostenido por el Alto Comisionado de Derechos Humanos para el bienestar de todos los menores del mundo es que puedan adoptar entre sus instrumentos un cuadro de referencia más flexible, que tenga presente los diversos acercamientos con los cuales se ha intentado afrontar un tema tan delicado y complejo”.

Un ejemplo de esta diversidad de opiniones y análisis es el debate que actualmente se está realizando en Bolivia. Para el Día del niño, en abril pasado, el presidente Evo Morales se reunió con niños y adolescentes que forman parte de la Unión de Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores de Bolivia (Unatsbo) y defendió el derecho de esos menores a trabajar. “Mantienen a su familia, un trabajo sano, honesto, por eso prohibir el trabajo del niño no comparto, otra cosa es el trabajo y otra la explotación, pero trabajan por necesidad y ellos que trabajan tienen más conciencia social”, señaló el Mandatario.

Hay que recordar que  la nueva Constitución Política de Bolivia en el art. 61 parágrafo II prohíbe “el trabajo forzado y la explotación infantil. Las actividades que realicen las niñas, niños y adolescentes en el marco familiar estarán orientadas a su formación integral como ciudadanas y ciudadanos, y tendrán una función formativa. Sus derechos, garantías y mecanismos institucionales de protección serán objeto de regulación especial». En el socialismo del siglo XXI, el presidente Evo Morales, niño trabajador campesino, reconoce en una Carta Magna por primera vez en la historia la propuesta innovadora del trabajo infantil en condiciones dignas en la óptica de la cosmovisión andina y del Buen Vivir. Se trata de una novedad que cuestiona la “homologación jurídica”, que valora las diversidades y las diferentes culturas en contra de paradigmas neoliberales y eurocéntricos del “pensamiento único sobre los derechos de la infancia”.

Agrupados en diversos movimientos nacionales, miles de chicos en América Latina se oponen a celebrar el Día mundial contra el trabajo infantil y en vez le piden a las autoridades que se enfoquen en mejorar las condiciones de quienes trabajan. “Lo que habría que erradicar son las peores formas de trabajo: la prostitución, la trata de niños, el trabajo en minas, la venta de drogas, esos son delitos. Nosotros apoyamos el trabajo digno, como el mío”, le dijo a BBC Mundo Miguel Valenzuela, de 14 años. Miguel es peruano. Por las mañanas va a la escuela. Pero todas las tardes trabaja tres horas en el negocio de su madre vendiendo productos para fiestas infantiles. “Mi mamá me llevaba al negocio desde pequeño. Ella también empezó a trabajar joven, a los 12 años”, contó Miguel.

Muchas organizaciones dedicadas a la niñez apoyan la campaña de la OIT para erradicar el trabajo infantil. Pero algunas organizaciones como Save the Children se debaten entre manifestarse absolutamente en contra del trabajo infantil o aceptar esta realidad y enfocarse en erradicar las prácticas más abusivas.

Quienes abogan por los derechos de los niños a trabajar piden que se haga una distinción clara entre los empleos “dignos” y la explotación de menores, a la que se oponen tajantemente. «Nuestro foco es proteger a los niños y estamos debatiendo cuál es la mejor forma de hacerlo», explica Érika Alfageme, miembro de la ONG Save the Children.