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Crisis institucional

En los últimos meses, el bloque hegemónico que dirigía la mayoría de las instituciones cruceñas ha entrado en una crisis de gobernabilidad, crisis que está colocando a las fuerzas dirigentes de Santa Cruz en una situación de tal fragilidad que todo apunta a un vacío de poder regional de consecuencias imprevisibles.

El desorden y el caos desencadenado por las peleas internas al interior de la coalición municipal que llevó a la Alcaldía al Ing. Percy Fernández fue el comienzo de un proceso contradictorio de desgaste, que lo ha convertido al MAS en árbitro de la disputa edil. Las disidencias internas entre las fuerzas que apoyan al gobernador Rubén Costas y las amenazas que se ciernen por una serie de juicios (legítimos o no) también han comenzado a erosionar la estabilidad de la Gobernación cruceña, situación que, sumada a la gran cantidad de destituciones de alcaldes y concejales en los diferentes gobiernos municipales cruceños, configuran un cuadro desalentador para las fuerzas políticas conservadoras de Santa Cruz, que pese a ser mayoría (como lo han demostrado las urnas en reiteradas oportunidades) no encuentran un rumbo claro que les permita acumular fuerzas para un hipotético proyecto político regional o nacional hacia el futuro.

No se puede negar el peso del Gobierno en las acciones que acorralan a las fuerzas opositoras de Santa Cruz y el país. Es cosa de la política, y es natural que eso suceda, pero lo que resulta incomprensible es que a estas alturas, después de tantas derrotas políticas, la oposición política cruceña no genere un discurso coherente, atractivo para la ciudadanía y mucho menos convincente. Y esto se debe, a nuestro criterio, a que la generación de los liderazgos tradicionales cruceños ha entrado en una crisis profunda, a raíz de los cambios en los paradigmas políticos que han ocurrido en el país, en el continente y el mundo; sin embargo, la derecha cruceña no ha podido asumir los nuevos escenarios creados a partir de los primeros años del siglo XXI.

Sería de mucho provecho que Santa Cruz revise sus paradigmas, sus esquemas, sus propuestas y sus liderazgos. El no hacerlo e insistir con los mismos discursos y acciones simplemente consolidará algo que ya muchos vaticinan: la desaparición de una expresión política que hasta hace unos años era fundamental en la estructuración del poder político nacional.

De toda crisis, sin embargo, siempre salen oportunidades; y en el caso de Santa Cruz, esta crisis permite vislumbrar la renovación de discursos, de liderazgos y de una perspectiva que a fuerza de ser simplemente regional, renunció de antemano a una dimensión nacional, que bien podría ser un aporte a la democracia boliviana.