Ciudad y política
La decisión política y la lucidez técnica son esenciales en toda planificación urbana exitosa
Si vamos a planificar nuestro futuro, creo que es necesario considerar algunas experiencias latinoamericanas. Existen propuestas urbanas cuyos resultados son para tomar en cuenta: Curitiba, en Brasil, y Medellín, en Colombia. Ambas experiencias, que gozan de prestigio internacional, nacieron con dos ingredientes fundamentales, la decisión política y la lucidez técnica. La ciudad de Curitiba fue el espacio experimental de un arquitecto visionario de 33 años, Jaime Lerner, que en 1971 decidió transformar esa ciudad en un proyecto sostenible a largo plazo. Medellín, la otrora ciudad más violenta del planeta, renació gracias a la decisión política de Sergio Fajardo (profesor universitario) y Alonso Salazar, personajes fuera del círculo de la política convencional, que confiaron en jóvenes arquitectos para comenzar el llamado urbanismo social: el ser humano como centro de las propuestas urbanas.
Esta combinación de política y técnica es sostén imprescindible de toda planificación exitosa. En La Paz ya estamos cansados de autoridades sordas y soberbias que no escuchan a sus técnicos; también estamos sorprendidos por ocurrencias técnicas sin un soporte político. Padeciendo esas amargas experiencias, es imperioso razonar que la política urbana es, ante todo, un ejercicio cívico muy lejano del manoseo de la llamada política “mayor”. Es algo muy diferente a la gimnasia de la política criolla que vemos día a día en la caja boba. De igual manera, es necesario revertir la actual técnica urbanística. De ser un manoseo de datos fríos y de cartografías caprichosamente coloridas, debe marchar hacia un ejercicio sostenible, hacia un objetivo lo más humanamente posible.
Creo que es viable en nuestra ciudad concebir planes con esos ingredientes. Soy optimista ante la posibilidad de una clase política (a escala urbana) diferente y renovada; y también soy propositivo al pensar que tenemos profesionales imbuidos de una mentalidad diferente. Quizás nos falte más coraje y valor para atrevernos a dar ese paso cualitativo que dé saltos históricos para esta ciudad. Si pudimos salir de un basurero al que nos llevó la politiquería criolla hace más de una década, creo que podemos atrevernos a dar esa zancada. Y todo será posible, si pensamos que esta ciudad es más que un simple caudal de votos o un posible curul.
Los partidos políticos se van agarraditos de la mano de la historia por su puerta trasera. Siempre quedará la ciudad como testigo de lo que pudimos hacer. Por todo ello, afirmar que en este milenio la ciudad es más importante que la política es una auténtica superación de los ajados paradigmas del urbanismo de la modernidad.