Lecciones de las elecciones mexicanas
Peña Nieto, ganador de las elecciones, ha sido una hechura de Televisa y los grupos de poder
Aunque el Instituto Federal Electoral (IFE) ha calificado la jornada del 1 de julio como ejemplar, las elecciones mexicanas develan la aparente efectividad de nuevas prácticas y la persistencia de otras viejas que cuestionan la legitimidad electoral, y que constituyen el factor fundamental de la regularidad democrática que se viene produciendo en la región.
En efecto, Enrique Peña Nieto, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), quien sería el virtual ganador de la elección con el 38% de votos, ha sido una hechura de Televisa, en acuerdo con los grupos de poder. Por tanto, si esta victoria se consuma, entonces podríamos decir que así como a malos artistas los convierten en cantantes, la televisión no solamente haría candidatos, sino también presidentes de dudosa capacidad. Además, a lo largo del periodo de campaña, los medios han sido los principales productores de encuestas en las que Peña Nieto aparecía siempre con una ventaja incluso de 20 puntos, que no coincidió con el resultado final. Las encuestas han sido utilizadas en este sentido no sólo como proyectores de las preferencias de la gente, sino también como inductores del voto.
En la misma lógica del protagonismo de los medios, como lo hiciera en 2006, el Partido Acción Nacional, el gran perdedor de esta contienda, con el 25% de votos, parece haber hecho efectiva una vez más la publicidad negativa en contra de Andrés Manuel López Obrador, con el 31%, sobre el cual revivió la idea de alguien intolerante y autoritario. El IFE ha manifestado en este sentido su gran debilidad, muy a pesar de aquella experiencia.
Esa debilidad se ha reflejado más todavía a través de la falta de control sobre la persistencia de las viejas prácticas de coacción y compra de votos, que han pasado a formar parte de las más de 1.000 denuncias que harán posible la impugnación de los resultados por parte del candidato de la izquierda, López Obrador. La repartición de monederos electrónicos o tarjetas del supermercado Soriana, por un valor de hasta 80 dólares, el cual era otorgado al votante previa comprobación de su voto mediante fotografía de celular, y el pago a representantes “voluntarios” de casilla, los cuales han abarrotado Soriana e incluso bloqueado las calles ante el incumplimiento de favores, han sido atribuidos al PRI, todo lo cual supondría el regreso del “PRI dinosáurico” y su falta de renovación tan publicitada.
Las elecciones mexicanas permiten apreciar así a las contiendas electorales como un ámbito del todo vale y del logro de la victoria, dicho popularmente, “haiga sido como haiga sido”. Esto denota la efectividad de la “sutil” imposición. Por eso, el movimiento #Yosoy132 ha manifestado su inconformidad con el resultado y su oposición a Peña Nieto, a quien le han dicho que no le permitirán gobernar y mucho menos tomar posesión. Sin embargo, el ciberactivismo parece haber tenido un efecto limitado, debido al restringido acceso a internet, merced a lo cual México aparece dividido una vez más, pero no en términos de la oposición entre ricos y pobres, por más que la hija de Peña Nieto haya expresado su desprecio hacia la “prole”, sino entre manipulados y críticos.
La desigualdad e inequidad electoral supone un daño a la democracia que debía convocar al fortalecimiento de los institutos electorales, toda vez que el nivel de participación electoral ha ido en ascenso en la región, lo cual refiere la creciente importancia atribuida al voto. Mas en el caso mexicano, el nivel de participación ha sido sólo del 63,14%, quizá porque aquí prima la idea del “¿Para qué vamos a votar, si ya sabemos quién va a quedar?”.