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Friday 29 Mar 2024 | Actualizado a 07:53 AM

David contra Goliat

El conflicto ha revelado quiénes y cómo son en verdad los que tienen el poder político en Bolivia

/ 11 de julio de 2012 / 04:46

Quizá, como yo, muchas personas pensaron en la imagen bíblica del pequeño David blandiendo su honda al enfrentarse al enorme Goliat, cuando vieron, en días pasados, “en vivo y en directo”, a la Policía arremetiendo contra los indígenas de la IX marcha. Probablemente no haya figura más cabal para expresar la asimetría de fuerzas entre dos contendientes, y el abuso de quien tiene el poder de la fuerza pública, y la valentía de quienes, siendo pocos, desarmados y humildes, se atreven a desafiar al gigante.

El ahora denominado “conflicto por el TIPNIS” es como esos cubos de muchas caras e innumerables combinaciones posibles. Una cara es la de la prepotencia gubernamental, pisoteando su propio discurso y violando (nunca tan bien dicho) la nueva Constitución. Hay un lado de esperanza y otro con promesas incumplidas. Una cara nos quiere mostrar la astucia del poder dividiendo a las organizaciones, y la otra devela la torpe marrullería que consigue impúdicamente con prebenda y corrupción lo que quiere. Otra es la del dolor que causa la indefensión de una parte de la población boliviana (adiós Avatar, Sr. Presidente). Una cara es la de la defensa hipócrita de la naturaleza, Madre Tierra, Pachamama, etc. (y otra vez la violación). Y al otro lado el sueño mesiánico y trasnochado de la industrialización, chimeneas humeando, portentosos carros corriendo por carreteras de cuatro vías… extendiendo las plantaciones de coca y llevando a miles de comerciantes.

Sin embargo, ese cubo mágico de tantas caras tiene un corazón simple: la pelea por los recursos naturales, la expansión de los cultivos de coca, los caminos del comercio informal, la industria extractiva aplicada inmisericorde sobre el monte y su loteamiento.

Si quisiéramos seguir haciendo combinaciones podemos continuar hostigando el cubo. Pero si lo desarmamos, podríamos encontrar en su centro el eje de algo que, de tan claro y simple, parece una ficción. Primero reconocer que el derecho constitucional reconocido a los pueblos indígenas se llama Consulta PREVIA; segundo, que el Gobierno encuentre un trazo para que la carretera no atraviese el TIPNIS.

Las organizaciones de los pueblos indígenas nunca dijeron que no quieren que se construya una carretera destinada a unir los departamentos del Beni y Cochabamba, sino que ésta NO debe pasar por el TIPNIS. No es algo que se le ocurrió en una noche de insomnio a un dirigente, a un chamán, ni a un funcionario de ONG o a un periodista.

Está en la Constitución que impusieron las y los asambleístas del MAS. No es una entelequia ni el proyecto alucinado de conservacionistas radicales con puentes y pasos a nivel hechos de lianas para que los animalitos transiten inofensivamente por la selva (como nos quiso hacer creer el Ministro de Obras Públicas).

Pese a que las mil caras causan confusión, el cubo del TIPNIS, sin embargo, está logrando lo que los discursos y las poses no pudieron: revelar quiénes y cómo son en verdad los que tienen el poder político en Bolivia, y la manera en que lo están usando según sus intereses. Pero David sigue ahí, y aún tiene una honda.

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Tras el Gran Paitití

Fantasías como el Gran Paitití fueron descritas en varias crónicas que tienen valor testifical

/ 24 de julio de 2013 / 04:47

Qué fantasías se tejen alrededor del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS)? Son imágenes que van desde las que retratan un territorio con los brillantes colores de lo inexplorado,  pintando una tierra virgen aún, donde campean y abundan flora y fauna de especies salvajes, defendidas por “avatars”; hasta las que pintan una zona postergada, cuyos habitantes se autocastigan con el aislamiento y el atraso.

De concretarse el tramo de carretera que falta, los de la primera imagen profetizan intrusos sembrando la mala cizaña de plástico y coca; mientras que, de no hacerse el tramo, los de la segunda prevén la pobreza y el rezago eternos. En cierto modo, el TIPNIS está representando el Gran Paitití de esta época.

“Nada novedoso se expresa al afirmar que el mito fue poderosa palanca en la obra de exploración y conquista” —escribió en 1961 el historiador cruceño Hernando Sanabria— citando los inverosímiles imaginarios que, espoleando la codicia española, llevaron a los conquistadores a territorios ignotos en busca de riqueza. De esos imaginarios surgieron las fantasías de la Fuente de la Eterna Juventud, el Reino de las Amazonas, el País de la Canela, El Dorado y el Gran Paitití.  

Tales fantasías fueron descritas en varias crónicas, un género literario que,  como apunta Parejas, “tiene valor testifical, hablan de lo que se ha visto o de lo que se escuchó de primera mano”; los cronistas son “apasionados, toman partido, no buscan explicaciones y sólo narran los hechos”.

En la construcción de los imaginarios de América están crónicas famosas, como las escritas por  Garcilaso de la Vega, Ruy Díaz de Guzmán, Bartolomé Arzans de Orsúa y Vela o Guamán Poma de Ayala. Menos conocidos son textos como los de Juan de Castellanos, quien escribió, ¡en verso!, Las Elegías de varones ilustres de Indias (1568), sobre el territorio de la Nueva Granada, que hoy es Colombia y Venezuela. Obra rescatada del olvido por el colombiano William Ospina en su libro Las Auroras de sangre (Bogotá, segunda edición 2007).

Parejas apunta otros nombres que cubrieron zonas y retazos de historia en tierras bajas, como el fraile Luis de Miranda, quien acompañó a Pedro de Mendoza en la fundación de Buenos Aires en el Río de La Plata (1540); y Pero Hernández (1554) en Asunción, donde también se encuentra “a la española Isabel de Guevara (1556), quien escribe una carta a la princesa gobernadora doña Juana, protestando por el injusto olvido en que se mantiene a las mujeres”.

El mito de Mojos, confundido luego con el del Paitití, ronda en los relatos de los denominados “cronistas cruceños” del Alto Perú Virreinal del siglo XVI: Diego Felipe de Alcaya, Lorenzo Caballero, Alfonso Sotelo Pernia y Pedro de Arteaga. Estos textos están disponibles a lectores curiosos, con estudios de Hernando Sanabria, Germán Coímbra Sanz, Marcelo Terceros Banzer y Leonor Ribera Arteaga, respectivamente para cada cronista. La primera edición fue en 1961 de la Universidad Gabriel René Moreno; y la segunda, en 2010, con edición de Alcides Parejas Moreno y bajo el sello de La Hoguera.  

Leyendo a esos cronistas se hace patente el convencimiento de Ñuflo de Chaves, cuando en 1561 escribió que “aunque no se siguiese otro interés que poblar y desencantar la tierra (la exploración de Mojos), era gran servicio a su majestad, porque de este bien resultará que otros no se perdiesen”. 

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¿Hasta cuándo? (*)

Las marchas permiten la visualización de sus protagonistas como sujetos ciudadanos y políticos

/ 10 de julio de 2013 / 06:28

Mil novecientos noventa: Marcha por el territorio y la dignidad. De Trinidad a La Paz. Por el reconocimiento y titulación de cuatro territorios: Territorio Indígena Nacional Parque Isiboro Sécure (TIPNIS), Sirionó, Chamán y Territorio Indígena Multiétnico (TIM), y la ratificación del Convenio 160 de la OIT.

1996: Marcha por el territorio, desarrollo y los derechos de los pueblos indígenas. De Santa Cruz a Samaipata. Participaron la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (Cidob), la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) y la Confederación Sindical de Colonizadores de Bolivia (CSCB). Pidieron el reconocimiento jurídico y soberano sobre tierras colectivas.

2000: Marcha por la tierra, el territorio y recursos naturales. De Riberalta a Montero. Participaron la Central de Pueblos Indígenas de Santa Cruz (Cpesc), el pueblo Mojeño y la Central Indígena de la Región Amazónica de Bolivia (Cirabo). Por dotación de tierras, eliminación de barreras legales para la titulación de tierras de Territorios Comunitarios de Origen (TCO).

2002: Marcha por la soberanía popular, el territorio y los recursos naturales. De Santa Cruz a La Paz. Participaron organizaciones sociales campesinas e indígenas. Pidieron la realización de la Asamblea Constituyente.

2006: Marcha Indígena por la defensa histórica de los territorios indígenas. De Santa Cruz a La Paz. Participaron la Cidob y el Bloque Oriente. El presidente  Evo Morales promulgó la Ley de Reconducción Comunitaria (AC).

2007: Marcha por las autonomías indígenas, tierra-territorio y la reconducción comunitaria de la reforma agraria. De Santa Cruz a El Torno, aunque se dirigía a Sucre, sede de la AC. Participó la Cidob. Se hicieron acuerdos sobre la inclusión de contenidos en el debate para la nueva Constitución. No así la participación directa de los pueblos indígenas en el Congreso.

2010: Marcha por la defensa del territorio, la autonomía y la defensa de los derechos de los pueblos indígenas. De Trinidad a San Ramón. Pidieron la incorporación de sus propuestas a la Ley Marco de Autonomías, Ley del Régimen Electoral y temas referidos a derechos colectivos, desarrollo productivo y tierra-territorio.

2011: Marcha en defensa del TIPNIS, por los territorios, la vida, dignidad y los derechos de los pueblos indígenas. De Trinidad  a La Paz. Participaron la Cidob, el Conamaq, APG, organizaciones regionales  y pueblos del TIPNIS. Pidieron que la carretera entre Villa Tunari y San Ignacio de Mojos no atraviese el TIPNIS.

2012: Marcha por la defensa de la vida y la dignidad de los territorios indígenas, los recursos naturales, la biodiversidad, el medio ambiente, las áreas protegidas, el cumplimiento de la CPE y respeto de la democracia. Pidieron el cumplimiento de la Ley 180 de Protección al TIPNIS, modificación de su reglamento; el retiro de los asentamientos, ocupaciones ilegales y las plantaciones de coca, y la abrogación de la Ley 222 de Consulta en el  TIPNIS.

Las marchas implican un proceso de “alta intensidad” para la democracia boliviana, logrando la visualización pública de sus protagonistas como sujetos ciudadanos y políticos. Duro caminar para arrancar al poder lo que les corresponde ¿Hasta cuándo?

(*) Con datos del libro Políticas públicas y empoderamiento, el caso de los pueblos indígenas de tierras bajas, de Gonzalo Rojas y Carmen Beatriz Ruiz, Prisma, 2012.

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La voz del amo

¿Los problemas se resuelven por decreto, matando animales o cambiando la conducta de los amos?

/ 26 de junio de 2013 / 13:34

Como suele ocurrir, a raíz de la difusión pública de hechos dramáticos, surgen una serie de informaciones y posiciones de claridad dudosas. Peor aún, surgen propuestas legislativas que en lugar de buscar resolver los problemas, los complican. Este parece ser uno de esos casos. En la ciudad de El Alto, hace unas semanas, una niña fue atacada y herida gravemente por un perro de la raza rottweiler. Según datos de los noticieros, las condiciones en las que ése y otro perro estaban siendo criados son deficientes y crueles desde todo punto de vida.

Las reacciones respecto al hecho sacaron a flote el miedo, la ignorancia y el autoritarismo, siempre presentes en autoridades y funcionarios públicos y, cómo no, en nosotros, las y los ciudadanos. Se difundió una lista arbitraria de razas de perros consideradas peligrosas, entre las que están los rottweiler, los pitbull y otros.

Ejemplares de algunas de esas razas son utilizados en el negocio de las peleas de perros, un horroroso pasatiempo que, según dicen, genera mucho dinero y, aunque es prohibido en varios países, se sigue realizando de forma clandestina y tolerada.

Un proyecto de ley propuesto en la Asamblea Plurinacional contempla aspectos de registro y control para la tenencia doméstica de animales, la prohibición de 12 razas consideradas peligrosas y la eliminación de perros de la calle. Organizaciones de defensa de los animales rechazan normas como ésta, aludiendo a que el castigo ejercido sobre los canes es una falsa y cruel decisión, pues la responsabilidad es de los propietarios. Pero, varias municipalidades ya tienen legislación al respecto.

El gobierno municipal de La Paz cuenta con una ordenanza de control y registro de canes que, como suele ocurrir con muchas iniciativas de este tipo, se cumple tarde, mal y nunca. El gobierno municipal de Cochabamba acaba de poner en marcha un complejo sistema de registro de mascotas mediante chips… en proceso aún pero previsiblemente incompleto en su cumplimiento.

Es necesario controlar la tenencia doméstica y comercial de animales, claramente diferenciadas y diferenciables. En el primer caso, tener un animal doméstico, cualquiera que sea su especie y su raza, es una responsabilidad del amo con el propio animal y con las personas del entorno. En el segundo, es necesario controlar a criadores y comerciantes de perros respecto a las condiciones en las que mantienen a los animales, particularmente a las madres, generalmente hacinadas, descuidadas y tratadas como mercancía.

Como en otros aspectos de la convivencia humana respetuosa, no hay recetas mágicas, como la de un chip, sino procesos educativos en los que tienen que funcionar en conjunto y armónicamente la responsabilidad ciudadana individual, el control social, la autoridad, cobertura institucional y el imperio de la ley. 

Ante situaciones como la del ataque a la niña que, por cierto, ocurren y se repiten muchas veces, pero que sólo acaparan la atención pública cuando son graves, cabe preguntarse: ¿Son culpables los animales o los humanos que, por negocio, crueldad, ignorancia o desidia, los sueltan a la calle o los encadenan o los mantienen en cautiverio, hambrientos y violentos? ¿Los problemas se resuelven por decreto, matando animales o cambiando el comportamiento de los amos?

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Mandela

Su enorme grandeza le permitió perdonar los horrores del racismo establecidos por el ‘apartheid’

/ 12 de junio de 2013 / 05:21

Nelson Rolihlahla Mandela (en Sudáfrica lo llaman Madiba, que es la denominación de un título honorífico otorgado por los ancianos de su clan) está hospitalizado y lucha por su vida, dedicada a la construcción de la paz y a la democracia. El pueblo sudafricano y el mundo siguen paso a paso el último tramo de quien fuera el primer presidente negro elegido democráticamente mediante sufragio universal en Sudáfrica. 

Mandela nació un 18 de julio de 1918 en Mvezo, El Cabo, Unión de Sudáfrica. Fue uno de los 15 hijos de Henry Mgadla Mandela, del clan Madiba, de la etnia xhosa, consejero principal del Jefe Supremo de Thembuland (la tierra de los Thembu). Abogado y político, líder del Umkhonto we Sizwe, el brazo armado del Congreso Nacional Africano (CNA), fue un luchador incansable por la libertad. Ha recibido más de 250 premios y reconocimientos internacionales durante cuatro décadas, incluido en 1993 el Premio Nobel de la Paz.

No son un interés y una devoción gratuitos. Este hombre consagró su vida a demostrar que, pese a los horrores de los que los seres humanos somos capaces, también podemos construir episodios inmortales de respeto a la dignidad y a la convivencia humana. De mi visita a Sudáfrica en 2005 guardo dos recuerdos imborrables. El primero es haber estado en la que fuera su celda durante diez años, en la prisión de Robben Island, a la que seguirían otros 17 en diversas prisiones. El segundo es la experiencia de haber entrado al Museo del Apartheid a través de las puertas de la segregación racial que el Gobierno impuso en las estaciones de tren. La presencia de Mandela se sentía en cada edificio, cada gesto y cada logro de un país que entró “legalmente” al  apartheid al mismo tiempo (1973) que Estados Unidos promulgaba el fin de la segregación racial.

En 1991, el régimen sudafricano del Partido Nacional de Frederik Willem de Klerk abrogó la “última de las leyes que constituían la base legal del apartheid”. “Mandela y De Klerk compartieron en 1993 el Premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos para establecer la democracia y la armonía racial en Sudáfrica”.

Mandela fue el primero y el mejor en muchas cosas. El prisionero político que duró más tiempo confinado; el primer presidente negro, democrático, elegido por votos de todos los grupos raciales, incluidos por primera vez en los comicios; el que inauguró la nueva era en Sudáfrica; el que firmó la Constitución de la República de Sudáfrica en 1996; el que al asumir su cargo de presidente renunció a una tercera parte del salario y creó el Fondo Nelson Mandela para la Infancia; el que entregó el poder a su sucesor, Thabo Mbeki, un 20 de junio de 1999; el que participó en numerosas negociaciones y se convirtió en una figura legendaria en la defensa de la dignidad y libertad de la población negra…

De la larga lista de sus méritos, sin embargo, la dimensión que prefiero, la que me conmueve hasta los huesos, es su capacidad de perdonar, porque creo que sólo su enorme grandeza de ser humano excepcional le dio la posibilidad de perdonar los horrores del racismo establecidos por la violencia y por las leyes del apartheid y, al mismo tiempo, generosidad y alegrías con las que ayudó a construir un país que, pese a múltiples avatares, sigue luchando por ser una República Democrática, así, con mayúsculas. Eterna memoria a Madiba y su esplendorosa sonrisa.

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Mamá

La maternidad sigue siendo una fuente  de poder para las mujeres que nos permite trascender

/ 29 de mayo de 2013 / 04:07

Abnegada soporta las cruces, en su frente se marca el dolor”, la niñez de mi ya lejana infancia aprendió a cantar el himno a la Madre que tenía esa estrofa, entre otras de similar tono lastimero, que mi salud mental ha preferido olvidar. Lo que no he logrado olvidar son las horas interminables en el kínder y en la escuela, primero para actuar desmañadamente frente a un auditorio bostezante de madres homenajeadas, que esperaban impacientes que sus retoños aparecieran en el escenario para salir corriendo a otro acto y luego, años después, para ocupar mi correspondiente silla cuando la homenajeada era yo. Los nervios eran los mismos, porque esperabas con el alma en vilo que el balbuceante vástago no se equivocara o se echara a llorar atacado por terror escénico.

¿De dónde viene ese discurso victimista sobre la maternidad? Quizá de la sentencia bíblica de “parirás tus hijos con dolor”, quizá de la falta de atención que durante centurias padecieron las mujeres en edad fértil, víctimas principales de la falta de condiciones médicas y nutricionales adecuadas o probablemente de las condiciones de pobreza y discriminación que la mayoría de la población boliviana aún sigue sufriendo. Sin embargo, las condiciones han ido cambiando, aunque no pueda afirmarse que todas las deudas estén saldadas. Son avances consignados en indicadores verificables, en parte gracias a los avances por la democracia, por los esfuerzos de políticas públicas de servicios de salud y de bonos, y por los esfuerzos propios de millones de mujeres que estudian, acceden a puestos de trabajo, emprenden proyectos y hacen valer sus derechos.

Las alarmantes cifras de mortalidad de las mujeres por razones de maternidad (embarazo, parto, aborto, puerperio) que constituían un verdadero azote y vergüenza en Bolivia han ido disminuyendo. Hay más mujeres que son madres y también funcionarias, empresarias, autoridades y académicas. Hay mujeres que logran acceder a la libertad de decidir que no quieren ser madres. Lo que no abunda son hombres que compartan con sus parejas las tareas de crianza, aunque algunos, sobre todo de las nuevas generaciones, comienzan a aventurarse en esas dulces labores.

No obstante, las horas cívicas se mantienen en la cultura escolar; lo que no se ve ni se festeja es que miles de madres tienen que pasar su supuesto día de celebración corriendo de un lado a otro para luego, sentadas bajo el sol inclemente o ateridas, según sea el clima, ver pasar un programa interminable de bailes, recitaciones y cantos desafinados. Antes, claro, tuvieron que trajinar para alquilar los disfraces. Luego, buceando entre papeles de colores, caramelos desechados y disfraces rotos que habrá que devolver y pagar, hay que hacer cola en algún restaurante para, con suerte, conseguir mesa y comer algo. La mayoría, empero, tiene que cocinar su propia comida de festejo y, como no, lavar luego los trastos.

Pese a todo, el mundo avanza y cambia y, anécdotas aparte, la maternidad sigue siendo una fuente de poder para las mujeres. Por algo, en la noche de los tiempos las diosas de la fertilidad eran tan poderosas y las pálidas vírgenes traídas desde Europa se fusionaron con las morenas representaciones pétreas o vegetales de caderas abundantes en el nuevo mundo. Un poder que trae de la mano alegrías y desafíos. Un poder que, deseado y reconocido, nos completa y nos permite trascender, una fuerza a la que yo no querría, jamás, renunciar.  

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