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Crecimiento y retos de Perú

La hermana y vecina República del Perú viene creciendo sostenidamente, y las cifras de los diez últimos años así lo certifican. Para el presente año se tiene proyectado un crecimiento del PIB del 6% (una de las más altas de la región).

Perú es considerado hoy como una de las economías emergentes de mayor crecimiento. Y el futuro parece sonreírle, pues las cifras que se pronostican para los años venideros son alto halagüeñas. Nuestro vecino es el segundo productor de cobre y plata del mundo. La exportación de minerales representa casi el 60% de sus exportaciones. También se destacan sectores como el pesquero, gas, petróleo y por supuesto el agrícola. Los principales países destinatarios de sus exportaciones son China, Suiza, Estados Unidos y Japón.

Esos datos por sí solos nos informan sobre la dimensión que está adquiriendo la economía peruana. En Lima, la capital, y en otras ciudades es notoria la febril actividad en la construcción. La industria cementera en el Perú está creciendo a un ritmo anual del 20%. Empero, junto al fuerte ritmo de generación de valor en la economía, están en debate ajustes al modelo económico, y especialmente las vías para lograr hacer realidad la promesa de inclusión social y consecuente reducción de la pobreza. Los analistas coinciden en que persiste una brecha de desigualdad y que el desafío de los años venideros es buscar alternativas de desarrollo en un país rico y heterogéneo.

Otro punto crucial de la agenda política es el proceso descentralizador. Para que el Perú pase al estado de economía en transición hacia el desarrollo, el Gobierno central y los gobiernos regionales deben promover la inversión de miles de millones de dólares en infraestructura, transporte y tecnología, según Centrum Católica, instituto de investigación de la Universidad Católica del Perú, además de  una burocracia estatal eficiente, resalta la necesidad de contar con carreteras y aeropuertos óptimos y un sistema bancario sólido. Por cierto, la distribución de la renta minera se encuentra en el centro del debate. Las regiones no mineras piden participar de ella y así no quedar rezagadas  respecto a las que sí la reciben. 

La integración regional es otro reto que debe afrontar. Gestor desde 1969, junto con Bolivia, Ecuador, Colombia y Venezuela del Grupo Andino (hoy Comunidad Andina de Naciones), Perú  acaba de incorporarse a la Alianza del Pacífico junto a Chile, México y Colombia. Cuyo futuro, sin embargo, dependerá en buena medida de la resolución del litigio internacional que sostiene contra Chile ante la Corte de La Haya y cuyo resultado podría ser crucial para la integración suramericana.

Con todo, Perú tiene por delante años de crecimiento económico que Bolivia debiera saber aprovechar especialmente por la estrecha relación comercial que nos une, y que ha alcanzado la cifra de $us 600 millones de intercambio en 2010. Demás está recordar que Perú y Bolivia tienen una historia común que los ha unido desde la etapa prehispánica, pasando por la institucionalidad colonial, cuyo eje central era el Virreinato de Lima, y por la extraordinaria aunque efímera experiencia de la Confederación Perú-Boliviana que el Mariscal Andrés de Santa Cruz inauguró a poco de conseguir la independencia de la corona española.

Bolivia, como el Perú,  posee grandes riquezas naturales como fuentes energéticas, campos fértiles, recursos hídricos y reservorios minerales que le permitirán, en adecuada gestión, superar la pobreza e ingresar al desarrollo con sostenibilidad ambiental. La alianza económica peruano-boliviana resulta, por tanto, imprescindible para afrontar los retos del siglo XXI.