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Leer encuestas

Vivimos en la sociedad de la encuestitis. Hay sondeos sobre nuestros gustos, sobre nuestras costumbres, sobre nuestros hábitos y hasta sobre nuestras preferencias íntimas. Incluso hay gobiernos que se guían por las encuestas para ir ajustando sus prácticas. Pero esta no es una ciencia exacta ni mucho menos. El secreto está en saber leer lo que dicen los resultados. Y he ahí donde reina la subjetividad.

Por ejemplo, un matutino local señala en su edición de domingo: “59% de encuestados dice no a un tercer mandato de Evo”. Más abajo señala que esta es una encuesta en las ciudades del eje. Mientras el 34% de los sondeados apoya que se reelija a Morales. Bien, de ahí a extrapolar que 59% de los bolivianos no quieren la reelección hay un largo trecho, marcado por el error de pensar que se votaría igualmente en las ciudades que en el campo.

Otro estudio de Ipsos, Opinión y Mercado manifestó que Evo tiene un apoyo del 76% del agro paceño y 73% del agro cochabambino, para citar sólo dos ejemplos. O sea que el apoyo nacional a Evo estaría alrededor del 45%, lo que, de no tener un rival único de la oposición que arrastre a un número similar de votantes, podría garantizarle la reelección hoy por hoy.

Ese es un análisis sin apasionamientos. Pero claro, falta mucho para las elecciones y mi pálpito es que vencerá el que sepa ganarse para sí al sufragio blando. El oficialismo tiene un 35% de voto duro, que difícilmente se moverá para abajo. La oposición, en su conjunto y sumando a todos los anti Evo, llega al 30%. Es ese 35% que queda flotando el que definirá la contienda.

Y ese voto está principalmente en las ciudades y me atrevería a decir que una buena parte de ellos son los jóvenes. Ya puedo adelantar que será presidente quien gane el corazón de los chiquillos. ¿Qué quieren esos bolivianos y bolivianas que nacieron en democracia y no conocieron lo que era la dictadura sino en palabras de sus padres? ¿Qué anhelan esos compatriotas que eran niños cuando los bolivianos recuperamos los recursos naturales mediante la Guerra del Gas? ¿Podrá la oposición neoliberal ofrecer algo nuevo que encandile el corazón de los muchachos y muchachas? ¿Podrá el oficialismo incendiar el ánimo de los menores de 25 años convocándolos a ser parte del proceso de cambio? Hagan su juego señores,  porque ahí se definirá el futuro de Bolivia.