El periodismo que hacemos
¿Quienes hicieron escarnio del material no pudieron ir más allá de los datos? No, no interesaba
El día en que la IX marcha indígena llegó a La Paz, una colega de un periódico llevaba una pancarta a favor de la movilización en medio de mojeños, tsimanes, yuracarés, activistas urbanos y funcionarios municipales. La saludé y le pregunté si marchaba o cubría el evento; me respondió lacónica: “Ambas cosas”.
La experiencia es la menos cuestionable de todas en nuestro periodismo. Una militante del medio ambiente, unida al momento en defensa del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), informando al país sobre el conflicto… Ésa es otra historia.
Horas después de que en la revista brasileña Veja apareciera el titular Bolivia, país de la cocaína (11 de julio), casi todos los medios de información del país se hicieron eco del contenido de ese reportaje. La televisión le dedicó aperturas de sus ediciones y las radios abrieron sus micrófonos para hablar del tema: los supuestos vínculos del presidente Evo Morales con el narcotráfico, la relación del ministro Juan Ramón Quintana y la funcionaria beniana Jessica Jordan con el narcotraficante Maximiliano Dorado Munhoz Filho.
Sin más trabajo, buena parte del periodismo nacional se dedicó a hacer repercusiones sobre el asunto, en las que, obviamente, destacaban los detractores del Gobierno. Uno de ellos, el diputado Adrián Oliva (Convergencia Nacional), mostró la tapa del impreso y la infografía de éste, que de manera sugestiva exponían a Jordan en bikini y a Morales con una hoja de coca en la mano, para pedirles explicaciones a las autoridades.
En este caso, ¿quienes hicieron escarnio del material, no pudieron ir más allá de los datos? No, no interesaba investigar un poquito esos supuestos vínculos (Jordan incluso dijo que el día que supuestamente fue junto con Quintana a la casa de Dorado Munhoz Filho en Santa Cruz, como dijo Veja, se encontraba en un acto cívico en Trinidad), sino generar debate sobre un tema que —seguro— ayudaba a dejar mal parada a la administración Morales.
El 21 de julio, el portal digital Erbol difundió una nota de un periódico mexicano: “El Universal: Bolivia se convierte en proveedor de droga a cárteles mexicanos”. Horas después, la reproducción era noticia en todo el país.
Al día siguiente, la información fue tapa en varios periódicos: “ONU: Bolivia provee droga a México” (Correo del Sur), “Droga boliviana llega a cárteles mexicanos, según ONU” (Página Siete), “Bolivia se convierte en proveedor de droga a cárteles mexicanos” (El Diario, que puso como agencia a Erbol)… Atribuyeron el informe a la ONU, y sólo reproducción, ni siquiera se molestaron por encontrar la versión de parte de las autoridades y de la misma ONU.
De los medios que usaron el material, sólo El Deber hizo lo correcto: “El representante de la Oficina de la ONU contra las Drogas y el Delito (UNODC), César Guedes, descartó ayer que el país se haya transformado en proveedor de cárteles mexicanos y en una ‘República de la Cocaína’”, informó. Otros, como La Razón, simplemente ignoraron la “noticia”. Para el martes, el ministro de Gobierno, Carlos Romero, había desmentido la versión de El Universal.
Lo mismo que en el caso de Veja, este texto no ameritaba mayor investigación, sólo hacer repercusiones sobre él. Ahora, ni la nota de Veja ni la de El Universal están vigentes. Por algo será, aunque muchos se las creyeron. Ése es el periodismo que hacemos.