No quiero patria, quiero matria
La connotación simbólica de la madre se construye cotidianamente por la crianza y el cariño
Se avecinan los días cuando la Patria se convierte en protagonista. Marchas, desfiles, paradas militares y demás preparaciones entrarán en escena. Ayer nomás las wawas ensayaban en las plazas el chun tata, chun tata de los tambores y el tuturutu de las cornetas. No faltaron las zampoñas para darle un toque “autóctono” a la banda de ritmos militares. Muchos bolsillos de madres y padres estarán agujereados por el dinero “escurrido” en la compra de zapatos, medias, uniformes, recreos extraordinarios y demás gastos del desfile escolar.
Me viene a la mente todo el esfuerzo del patriarcado por marcar los espacios y los tiempos desde las formas masculinas y desde el poder del falo. ¿De qué hablo? Pues de todo lo que se llama civismo y patriotismo, toda una construcción para lanzarnos a las guerras, a la defensa de símbolos, a pelearnos entre hermanos por nacionalismos y a crear dentro de nosotros y nosotras la idea de que hay una madre, la patria, que en realidad es un padre.
Sin embargo, como el patriarcado se preocupó de que los hombres hagan de la paternidad un hecho de propiedad y no de cuidado, sentimientos y crianza, pues resulta que en el imaginario de los pueblos es difícil que se quiera morir por el padre. Entonces, se trabaja en el lenguaje, y sin dejar de ser padre, la patria se convierte en madre, por la que sí vale la pena morir. Porque la connotación simbólica de la madre ha sido y es cotidianamente construida por la crianza, el cariño, el tiempo, los sentimientos de ellas, las mujeres mamás; y claro, es más fácil morir por la madre. Pero resulta que las mamás no van a pedir que muramos por ellas; al contrario, ellas dan la vida por sus wawas, las cuidan aun a costa de su salud y bienestar; tratan de que entre hermanos se quieran, se apoyen y se cuiden, de que no se peleen si hay diferencias.
Una de las razones por las que los hombres no aprendieron a ser papás es porque envidian la maternidad. Sin embargo, las expresiones de esta envidia no son las de acomplejarse, sino la de enfurecerse, enojarse y dedicarse a sabotear la maternidad de todas las formas. Por ejemplo, prohibiendo el aborto, apropiándose de las wawas, despidiendo de los trabajos a las mujeres embarazadas, condenando a las madres solteras, no haciéndose cargo de la crianza de las wawas, en fin, muchas maneras de expresar violentamente su envidia.
En resumen, ya que estamos en un proceso de cambio, propongo que ya no tengamos patria y más bien construyamos la “Matria Bolivia”, un pedazo de la Pachamama donde no pensemos en guerras, ejércitos, banderas, fronteras y más bien hablemos de hermanarnos entre todas y todos y no torturemos a las wawas con chun tatas militares en este hermoso mes de agosto, cumpleaños de la Pachamama.