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Thursday 28 Mar 2024 | Actualizado a 13:11 PM

Interculturalidad para vivir bien en el TIPNIS

Los cocaleros sienten que los originarios  del lugar son latifun-distas que subutilizan su propiedad

/ 5 de agosto de 2012 / 04:02

Hay fuertes contrastes entre el enfoque de los indígenas que viven en el TIPNIS desde antes y   los llegados en épocas más recientes, sobre todo para cultivar la hoja de coca, venderla y quizás procesarla; aparte de algunas empresas madereras y otras. Los trinitarios, yuracarés y chimanes, si bien tienen sus propios y a veces graves problemas de sobrevivencia, se acercan más a una relación armoniosa con la Madre Tierra, elemento clave del vivir bien.

Muchos cocaleros en sus lugares andinos de origen mantenían también una relación sagrada y ritos a la Pachamama, sobre todo porque allí es difícil hacer crecer algo y asegurar buenas cosechas. Pero en esas tierras tropicales donde todo crece de por sí, no hay tal dificultad; ya no parece que sientan la necesidad de mantener esos ritos y creencias con igual rigor; menos aún quienes ya se han lanzado de lleno a producir para el mercado, legal o no.

Por esas experiencias distintas, a estos últimos les cuesta comprender y aceptar que los indígenas orientales, siendo tan pocos, ocupen tanto territorio que ellos desearían explotar de manera más intensa para sí o sus hijos, chaqueando monte y expandiendo sus cultivos de coca. Muchos sienten que los originarios del lugar son “latifundistas” que subutilizan su propiedad. “¿Por qué ellos tienen tanto y no-sotros tan poco? Es injusto”.

No entienden ni la distinta forma de vida ni la distinta relación de esos pueblos con la naturaleza. Tampoco quedan muy impresionados, a un nivel más global, por el rol clave que juegan hoy esos grandes bosques en el mantenimiento de buenas reservas de oxígeno puro y de agua, dentro de nuestro planeta enfermo. “Hay que sacrificar a la Pachamama por el desarrollo”, llegó a decir un prominente dirigente “intercultural”.

Por otra parte, para los habitantes originarios de la región, esos cocaleros, que se multiplican y siguen adentrándose hacia nuevas tierras, son ante todo una amenaza para su forma de vida y para su propia casa grande, la selva y sus ríos. Todo empezó allí hacia 1970 con una modesta carretera hasta el río Moleto, pese a ser entonces parte nuclear del parque nacional, que prohibía carreteras. De ella, poco a poco se derivaron sus ramales (las llamadas “espinas de pescado”) a lo largo y ancho del hoy Polígono 7, al que ya no queda nada de parte nuclear del parque. Por eso, cuando, en 1989 empezó a gestarse la          I Marcha por el Territorio y la Dignidad (1990), precisamente con dos reuniones en la comunidad Santísima Trinidad, en pleno Polígono 7, éste fue allí uno de los principales motivos para emprenderla.

Pocos años después llegaron a un acuerdo, fijado por sus respectivos dirigentes Marcial Fabricano y Evo Morales para trazar una “línea roja” divisoria entre sus dos formas de vida. Fue un ejemplo notable de acuerdo intercultural. Más aún, en los primeros borradores de estatutos para el TIPNIS se reconocía a los que allí vivían su forma distinta de vida y organización. Pero año a año esa línea roja se va rebalsando y ensanchando. Y cuando en 2009 el propio Morales firmó el título definitivo de “territorio indígena”, el Polígono 7 ya quedó fuera de él, salvo la comunidad Santísima Trinidad, la única que allí mantiene su propiedad comunal colectiva asociada a la TIOC TIPNIS, como una isla rodeada de sindicatos parcelarios cocaleros.

¿Cabe otra lectura de la decisión inalterable del Gobierno de construir la carretera con una “consulta” preprotocolizada y reiterable hasta que se convenzan?

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Censo y el acarreo de prejuicios coloniales

La condición de ciudadanía municipal es identificada a partir de ‘donde vives, cuanto aportas, tanto vales’

César Navarro

/ 28 de marzo de 2024 / 10:20

Previo a los días de la realización del censo, alcaldes/as, concejales, parlamentarios en tono de condena social calificaron a hombres y mujeres por el retorno para censarse a sus lugares de nacimiento, sin ninguna valoración solo recurrieron a la adjetivación, como “irresponsables”, “mal agradecidos” y que reconsideraran ejecutar obras en esos barrios donde viven e incluso expresaron que debería pedirse la certificación censal para que sean atendidos en los centros de salud.

Los medios de comunicación enviaron a sus corresponsales a las terminales para transmitir en directo lo que denominaron el “acarreo de personas” entrevistando a políticos en el mismo lugar que mostraban públicamente su molestia con los “campesinos/migrantes del interior”.

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Pero, además se esforzaban por identificar al “campesino migrante”, a la migración “campo-ciudad” como factor negativo para las ciudades, porque “aquí vivimos ciudadanos que pagamos nuestros impuestos”, dieron pasos más agresivos en su condena porque a “los migrantes no les interesa el desarrollo, por eso no quieren censarse aquí donde les damos de comer”.

La migración se entiende como el cambio de residencia que implica el traspaso de algún límite geográfico o administrativo (CEPAL), este concepto es universal en el sentido amplio, aplicado principalmente a las migraciones de un país a otro, en lo interno, principalmente en nuestro país se debe entender la migración interna a partir de la ampliación de residencias, porque los hombres y mujeres por diferentes factores tienen sus actividades en otros centros principalmente urbanos pero no se desprenden o separan de su origen familiar/territorial/comunal, es decir su pertenencia no está solo en lugar donde trabajan y viven sino donde tiene sentido su autoidentificación, que es el origen del yo colectivo e individual.

Las opiniones públicas de autoridades políticas y amplificadas por medios de comunicación expresan cierto sentido común urbano racial/colonial como lógica de valoración social sobre la migración interna.

Desde la fundación de la República se ha institucionalizado a través de la violencia  institucional/armada, cultural, simbólica la obligatoriedad de la despersonalización histórica del indio, para que el indio alcance la condición de boliviano y no aún de ciudadano tenía que hablar castellano, ser católico, trabajar y tributar, cumplir con sus obligaciones con la patria, la iglesia, las autoridades y los señores feudales y empresarios mineros, era el rosario de obligaciones coloniales, pero cuando reclamaban un derecho eran detenidos, torturados, asesinados, porque los consideraban indígenas incivilizados.

La Ley de Participación Popular exacerbando el individualismo como lógica social impuso la ciudadanía tributaria, cada uno de los bolivianos registrados en el último censo tenemos un valor económico uniforme, es decir del 20% de lo recaudado por impuestos nacionales y aduaneros se distribuye en cada uno de los municipios por el número de habitantes, entonces la condición de ciudadanía municipal es identificada a partir de “donde vives, cuanto aportas, tanto vales”.

Se apropió del razonamiento municipal urbano la ética utilitaria del individuo, las autoridades municipales, aunque aparenten ser rostro indígena, otros que sintetizan xenofobia encubierta  con vehemencia y sin ruborizarse calificaron el retorno temporal a sus comunidades de hombres y mujeres como el “acarreo”, que se entiende como el acto de llevar algo, es decir exaltan con sentido negativo la decisión de volver a la comunidad y al campesino/migrante como el objeto utilitario.

El censo formal y legalmente es la encuesta sistemática nacional, pero también a través de las multifacéticas opiniones urbanas, grupales, políticas e ideológicas sobre el censo nos permite descifrar las racionalidades coloniales y raciales que pervive invisibilizado en el discurso poblacional y tributario.

Censarse en sus lugares de origen no es acto de retorno, sino la reafirmación de la manifestación sociocultural, territorial y política, de la importancia identitaria del yo individual y colectivo como fuente de la familia y la comunidad.

No es la negación de la ciudadanía individualizada expresada en su residencia urbana, sino la visibilización plena de la condición pluri de la nación, es la ruptura con las lógicas homogéneas, liberales y coloniales, que creen que el Estado es la hacienda de dominio señorial y no de los pueblos y naciones que tienen en su racionalidad descolonizada la vitalidad del Estado Plurinacional.

(*) César Navarro Miranda es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda

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Un censo sabor a poco

Poco cambio en las políticas de obtención de datos poblacionales, al menos en lo que toca a las mujeres

Drina Ergueta

/ 28 de marzo de 2024 / 10:16

Por la ventana se cuela un día espléndido en La Paz, luego de mes y medio diarios de amaneceres generalmente grises, constantes lluvias y noticias en los medios sobre inundaciones por todo el país. ¿Será que con la llegada del otoño cambia el clima? El timbre de la puerta nos saca de esa contemplación y genera movimiento en la casa, hasta cierta emoción. Ha llegado la persona que hará las preguntas del censo. Pasa una media hora y luego de llenar un formulario se va dejando sabor a poco.

Este sábado se realizó el Censo Nacional de Población y Vivienda en Bolivia. Toda la población permaneció en su casa a la espera de participar no sólo en el recuento de personas que habita el país (en el último, en 2012, se llegó a 10.059. 856) sino para dar datos sobre cómo y con quién vive, su nivel de estudios y poco más.

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En los medios se ha resaltado, fundamentalmente, la importancia de este hecho en el aspecto político, ya que del número de habitantes depende la asignación de representaciones y de recursos a las regiones y municipios. En las redes han circulado una serie de denuncias conspiranóicas y desmentidos centrados en lo mismo, en los intereses finalmente político- partidarios. Poco sobre la importancia de un censo que va más allá de estas mezquindades y que son fundamentales para la aplicación de políticas estatales serias.

Hay tanto por conocer, por contar y sumar. Asuntos urgentes, importantes y necesarios de atender que, para ser tomados en cuenta, deben existir formalmente, deben nombrarse y apuntarse en un cuestionario. Y esos temas no están y de ello no se ocupan los medios ni mucho menos las redes.

Por ejemplo: si bien según las respuestas sobre el tipo de vivienda se puede llegar a resultados que señalen desigualdades de clase y, luego, actuar en consecuencia, no se registran datos que permitan definir las desigualdades de género, ya que señalar quién es el o la jefa de hogar, su nivel de estudios o si tiene un trabajo remunerado no es suficiente.

Así, si una mujer dice que tiene un trabajo por el que cobra, en el cuestionario del censo quien entrevista salta a otro tipo de preguntas y no se queda para saber si ella realiza el trabajo de cuidados en el hogar no remunerado. Entiende que hace una cosa o la otra, cuando lo habitual es hacer las dos. Si el hombre o la mujer dicen que sí realizan trabajos de cuidados no hay manera de especificar cuáles hacen cada uno.

Las preguntas concretas para las mujeres tienen que ver con la maternidad, si tuvo hijas o hijos. Pregunta que a los hombres no se les hizo, sobre la paternidad, como si tener descendencia no fuera asunto de ellos. Así se ve, nítidamente, cuáles son los roles de género establecidos y afirmados en asuntos institucionales como es el censo.

Se preguntó, a las mujeres, por los hijos nacidos vivos, ¿qué de los que no nacieron?, ¿de los abortos? ¿Qué de las razones para abortar? También se debió preguntar por violencia machista y por violencia intrafamiliar hacia niños y niñas ¿Acaso los índices de feminicidios, infanticidios y agresiones no son muy altos o no son importantes en Bolivia? ¿O es que no se quiere saber sobre ello? 

Es impresionante cómo las personas son capaces de contar a gente extraña asuntos que en general se consideran íntimos, porque de esa manera están pidiendo ayuda, y son asuntos públicos en sentido de que son de interés de política pública. En una encuesta del 100% de la población los datos sobre violencias machistas serían impresionantes. Hay infinidad de asuntos relacionados a roles, desigualdades y violencias por razón de género que podrían salir a luz, es cuestión de pararse a verlos.

También hay sectores concretos que piden que se les tome en cuenta en sus asuntos; sin embargo, las mujeres no son un sector, son al menos la mitad de la población.

Evidentemente, en Bolivia el Instituto Nacional de Estadística suele hacer encuestas específicas para según qué temas y lo hace con un universo poblacional representativo; sin embargo, con las dificultades de recursos que tiene el país para llevar a cabo estas iniciativas, aprovechar el censo para lograr la mayor cantidad de información posible debió ser una prioridad. 

Poco cambio en las políticas de obtención de datos poblacionales, al menos en lo que toca a las mujeres cuya situación de desigualdad seguirá siendo invisibilizada desde el mismo Estado.

(*) Drina Ergueta es periodista y antropóloga

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Bosques ribereños, guardianes de la vida

Marcelo Char

/ 28 de marzo de 2024 / 09:51

Los ecosistemas forestales son fundamentales en la lucha contra el cambio climático porque entre sus funciones absorben y almacenan grandes cantidades de carbono, ayudando a reducir la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, mitigando así el calentamiento global. Es por eso que en el año 2012 la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 21 de marzo como Día Internacional de los Bosques.

Los bosques ribereños son uno de los diferentes tipos de bosque, que son considerados como auténticos guardianes de la vida en la intersección entre el agua y la tierra, localizados a lo largo de ríos, arroyos, lagos y humedales en todo el mundo.

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Además de su belleza paisajística con árboles frondosos, son excelentes protectores de grandes inundaciones, evitan la erosión de los suelos y purifican aguas contaminadas. Sus densas redes de raíces forman taludes protectores entre ríos y arroyos, previniendo que el agua se expanda y protegiendo medios de vida de comunidades y productores agropecuarios.

Los múltiples microhábitats que ofrecen y que a la vez conectan el mundo acuático con el terrestre proveen de una excepcional biodiversidad. Desde aves migratorias hasta peces y anfibios encuentran refugio, alimento y lugares de reproducción en este tipo de bosque de riberas, contribuyendo a la conservación de miles de especies y generando cuantiosos beneficios ambientales (soporte ecológico, regulación de inundaciones, provisión de recursos, recreación, otros) que suelen ser subestimados y poco valorados.

Sin embargo, pese a su importancia vital, los bosques ribereños y los bosques en general están enfrentando crecientes amenazas debido al crecimiento de la urbanización, la agricultura intensiva, la deforestación, la minería, la apertura de caminos y el cambio climático, entre otras amenazas.

A nivel de América Latina, Bolivia es el tercer país más deforestado. Según datos de la Fundación Amigos de la Naturaleza, la deforestación acumulada de bosques en general llegó a 7,9 millones de hectáreas desde el año 1956 hasta el año 2022, de las cuales 79% se encuentra en el departamento de Santa Cruz seguidos por Beni con 6% y Cochabamba con 4%. A lo largo de los años, esto representa un aumento de deforestación anual alarmante a nivel país llegando a 396.000 hectáreas deforestadas entre 2021-2022.

Toda esta alteración y destrucción de estos ecosistemas impactan negativamente la biodiversidad y ponen en riesgo la resiliencia de estos ecosistemas ante eventos extremos que cada vez son más frecuentes.

Es por eso que debemos proteger y conservar estos valiosos ecosistemas, y para ello es fundamental implementar estrategias de gestión sostenible que promuevan su conservación y el uso responsable de sus recursos. La creación de áreas protegidas, la restauración de hábitats degradados y la participación activa de las comunidades locales son imprescindibles en esta dirección.

“Los bosques ribereños son los guardianes de la vida en la intersección entre el agua y la tierra. Protegerlos es garantizar un futuro de abundancia y armonía para las generaciones venideras”.

(*) Marcelo Char es subgerente desarrollador y responsable técnico MapBiomas Fundación Amigos de la Naturaleza

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De boicotear el Censo a lamentar resultados

Salvada la situación, el boicot tendrá sus consecuencias: los números no cuadran

Rubén Atahuichi

Por Rubén Atahuichi

/ 27 de marzo de 2024 / 09:38

El que acaba debe ser uno de los censos de Población y Vivienda más accidentados de la historia del país. Su periplo comenzó con su postergación, del 16 de noviembre de 2022 al 23 de marzo de 2024. Y, en medio de esos vaivenes, el paro violento de 36 días en Santa Cruz.

Si bien el Consejo Nacional de Autonomías —a convocatoria del presidente Luis Arce y la presencia de gobernadores y alcaldes, menos Luis Fernando Camacho— aprobó en julio de 2022 la postergación del empadronamiento, el Instituto Nacional de Estadística (INE) develó deficiencias, que causaron luego las protestas políticas en Santa Cruz con el saldo de muertos, un par de sindicales quemadas y millones de pérdidas económicas en la región.

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Entonces, el llamado Comité Interinstitucional por el Censo de Santa Cruz —conformado por la Gobernación, el Comité pro Santa Cruz y la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (UAGRM)— propició las protestas creyendo que era posible un censo en junio de 2023, “o por la razón o por la fuerza”.

Finalmente, una mesa técnica celebrada en Cobija sugirió la nueva fecha, y la Ley 1492 estableció 23 de marzo de 2024. La fecha se adelantó un poco y Camacho terminó diciendo que aquella era una “concho” (sobra).

Y también, el gran ausente de las discusiones fue Camacho. Cuando tuvo la oportunidad de redimirse, terminó abandonando la cita.

El intento por salvar su responsabilidad fue su instrucción de levantar un “conteo poblacional” al Instituto Cruceño de Estadística (ICE), que en mayo de 2023 estableció que en Santa Cruz hay 4.000.143 habitantes, un número casi exacto.

No fue casual la cifra. Ahora es arma de contención ante los resultados oficiales del Censo del 23 de marzo. Cualquier número menor a aquel servirá para desahuciar el empadronamiento. Lo sabe Camacho, por eso repite “somos más de 4 MILLONES de habitantes en Santa Cruz”, como su último post.

Sin embargo, más sensato, el presidente del Comité pro Santa Cruz, Fernando Larach, acaba de lanzar la alerta: “Me voy a jugar con ésta: que, por tanta migración, (es posible que) no lleguemos al resultado que arrojó la Gobernación hace unos meses, de los cuatro millones”.

Es que Santa Cruz sufrió en los últimos meses varios fenómenos; el último de ellos, el retorno de los migrantes a sus tierras en los valles y el altiplano, que dejaron la ciudad y el departamento con menos población que lo habitual. Si bien nadie pudo contener el éxodo, la institucionalidad cruceña no hizo nada por contener la irregular situación.

Desde que el Censo de Población y Vivienda resultó inminente, esa institucionalidad que promovió el paro de octubre y noviembre de 2022 se mantuvo susceptible del proceso censal, actitud que generó desconfianza en la población y hasta augurios de fracaso de parte de algunos legisladores de oposición.

El empadronamiento nunca terminó de convencer a la dirigencia predominante, que no hizo nada, por ejemplo, por impulsar al registro de voluntarios censistas. De manera recurrente, el INE reclamó ausencia de inscritos en zonas residenciales de Santa Cruz, especialmente en Equipetrol y la zona Norte. El alcalde Jhonny Fernández se puso en campaña por cencistas voluntarios, pero no pudo lograr totalmente su cometido.

El día del Censo, muchos condominios cerraron las puertas a los censistas, extremo nocivo para la cobertura censal.

Salvada la situación, el boicot tendrá sus consecuencias: los números no cuadran y no alcanzarán para mejorar ingresos de coparticipación tributaria y, eventualmente, redistribución de escaños legislativos. Solo hace falta esperar los datos que no quisieran saber.

(*) Rubén Atahuichi es periodista

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La pesca y la acuicultura

Se calcula que Bolivia tiene un nivel de consumo de pescado de apenas 2,1 kg per cápita por año

Rodrigo Roubach

/ 27 de marzo de 2024 / 09:35

Cuando se gestionan y desarrollan de manera sostenible, los sistemas alimentarios acuáticos de la pesca y la acuicultura tienen la capacidad de producir alimentos como fuente sostenible y resiliente e impulsan el empleo, el crecimiento económico, el desarrollo social y la recuperación medioambiental. Este es uno de los principales enfoques discutidos en la mesa redonda “Promoción de la sostenibilidad de la pesca y la acuicultura con arreglo al enfoque de la Transformación Azul”, en el marco de la 38va. Conferencia Regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para América Latina y el Caribe, que se celebró en Guyana.

Y esto es precisamente lo que se está impulsando en el Estado Plurinacional de Bolivia a través de un trabajo conjunto entre el Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras y la FAO, mediante el Programa Nacional para el Desarrollo de la Pesca y la Acuicultura Sostenible en Bolivia, que se inscribe en el marco de las políticas de reconstrucción productiva y seguridad con soberanía.

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Estamos invirtiendo más de 1 millón 800 mil dólares para enfrentar grandes desafíos, como la falta de infraestructura adecuada, material biológico de calidad y disponibilidad de insumos para dietas balanceadas en los cultivos desarrollados. Este monto está destinado, también, a la implementación de tecnologías para cultivos acuícolas, emprendimientos acuícolas y planes de manejo de pesca capaces de aportar productos con alta calidad sanitaria.

Un primer desafío es promover la implementación de medidas de gestión pesquera que apoyen la biodiversidad, faciliten la restauración de los ecosistemas, fortalezcan la adaptación al cambio climático y generen resiliencia ante los factores estresantes.

Otro gran desafío es aumentar el consumo interno de pescado para mejorar la nutrición de la población. Bolivia forma parte de las tres cuencas hidrográficas más importantes de Sudamérica, con una amplia variedad de ictiofauna, debido a su diversidad geográfica y condiciones climáticas. Este conjunto de particularidades posiciona a Bolivia dentro de los países con mayor riqueza en ecosistemas acuáticos. Dentro de la actividad de la pesca, la cuenca con mayor aporte es la del Amazonas por su diversidad y extensión, seguida por la cuenca del Plata que se ha visto disminuida por considerables problemas de contaminación debido a la actividad minera; y finalmente la cuenca del Altiplano, que se encuentra en descenso paulatino e incluso en riesgo de desaparecer. Sin embargo, de este enorme potencial nacional, se calcula que Bolivia tiene un nivel de consumo de pescado de apenas 2,1 kg per cápita por año.

Por todo esto, es prioritario apoyar la integración de políticas relacionadas con la pesca en las agendas de desarrollo nacionales, globales y regionales; pero hay que hacerlo valorando la herencia milenaria de los pueblos indígena originarios campesinos que, con su sabiduría ancestral, han mostrado a las sociedades contemporáneas una manera eficiente de gestionar sus sistemas alimentarios ofreciendo soluciones a problemas ambientales, climáticos, de salud y bienestar.

En Bolivia creemos en el empoderamiento de los pequeños productores a través de un mejor acceso a los recursos y el desarrollo de la resiliencia. Y aquí es muy importante enfatizar el papel protagónico de las mujeres en la pesca artesanal y su contribución a la soberanía alimentaria. En ese mismo sentido, consideramos de primera importancia trabajar en el fortalecimiento de las competencias de las instituciones pesqueras y apoyar la extensión de la acuicultura. Nuestro compromiso es avanzar en esta ruta para contribuir al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de erradicación del hambre y la pobreza, para que nadie quede atrás.

(*) Rodrigo Roubach es representante de la FAO en Bolivia

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