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Viaje a Marte

Tras su arribo a la Luna, en julio de 1969, el astronauta Neil Armstrong enunció una frase que, con mucha precisión, resumía la importancia del acontecimiento: “Un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la Humanidad”. Desde entonces, la llegada de una persona a Marte (el planeta más parecido y cercano a la Tierra del sistema solar) fue calificado como el siguiente gran salto. Ayer, con el descenso del explorador Curiosity sobre la superficie marciana, la agencia espacial estadounidense (NASA) dio un paso trascendental en este afán por consolidar el envío de astronautas al planeta rojo en 2030.

Este proyecto, cuyo costo bordea los $us 2.500 millones, ha demostrado que se puede llegar tan lejos. El desafío ahora es enviar una nave capaz de despejar desde la superficie marciana. Para ello necesita alcanzar una velocidad de 18.000 km/hr en el despegue; velocidad bastante menor que en la Luna (8.500 km/hr).

Mientras los científicos y las compañías espaciales resuelven éstas y otras (costosas) variables en los próximos años, es de esperar que por estos lados se inviertan más recursos y esfuerzo en pro de una carrera mucho más trascendental: reducir la contaminación para preservar la biodiversidad en nuestro planeta, y así garantizar a las futuras generaciones una buena vida.