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Desamparo policial

Por la naturaleza de su trabajo, estrechamente ligado al crimen, así como por los privilegios de los que goza su institución (son los únicos, junto a los militares, que tienen autorización para portar armas con el fin de hacer cumplir la ley), muchos policías se ven tentados a delinquir, ya sea recibiendo sobornos o adoptando prácticas propias de los criminales.

Días atrás, en Santa Cruz ocurrió un ejemplo típico de este último tipo de comportamiento, cuando cuatro policías de la Interpol fueron aprehendidos por miembros de la FELCN, luego de ser hallados en flagrancia mientras secuestraban y extorsionaban a una mujer. Su intención era aprovechar que el esposo de la víctima había sido recientemente detenido por tráfico de drogas, a fin de sustraerle 100 mil dólares. Para tal efecto, primero la extorsionaron, y al no lograr su propósito (al parecer, sólo les entregó $us 10 mil) decidieron secuestrarla.

Como se puede observar, los uniformados que deciden delinquir muchas veces eligen como víctimas a familiares o personas involucradas con delitos. Y es que infringir la ley los coloca en una situación de desamparo; que es aprovechada por los policías que deciden valerse del crimen para enriquecerse. Una razón más, entre muchas otras, para pensar dos veces antes de dedicarse al crimen.