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Mirando a 2025

En su mensaje a la patria del 6 de agosto, el Presidente del Estado mostró un cambio en su perspectiva de gestión. Por primera vez desde que está a cargo del Gobierno propuso un horizonte que está más allá de sus expectativas como gobernante: planteó cumplir la transformación estructural hasta el año 2025, cuando Bolivia cumpla el bicentenario de su fundación.

La reacción casi inmediata de dirigentes opositores y algunos líderes de opinión fue denunciar que ese mensaje era un reconocimiento implícito de que el Mandatario piensa prorrogarse hasta entonces, cuando lo que se desea es establecer metas que debieran ser el horizonte común para las y los bolivianos sin importar quién maneja la nave del Estado.

En efecto, la propuesta del Presidente se resume en tres puntos: erradicación de la extrema pobreza, acceso de todas y todos los habitantes del país a servicios básicos, y autosuficiencia alimentaria, objetivos que por lo genéricos bien podrían ser recogidos por cualquiera que tenga como base de su discurso o, mejor, de su práctica, la transformación no ya del Estado, sino de la vida de las mayorías de bolivianas y bolivianos.

Días después, el Ministro de Economía  explicó que la ahora llamada “Agenda Patriótica de Estado hasta 2025” será financiada por la deuda externa, los depósitos que la gente tiene en el sistema financiero, los recursos de los gobiernos subnacionales, la inversión pública y las Reservas Internacionales Netas. En la misma línea, la Ministra de Desarrollo Productivo anunció la realización de cumbres departamentales para mejorar el plan, y el Viceministro de Coordinación con los Movimientos Sociales convocó a las organizaciones sociales e instituciones cívicas a trabajar en los pilares de la agenda planteada por el Presidente del Estado.

Por su parte, el representante en Bolivia del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) también recogió el reto presidencial, pero aclaró que para lograr dichas metas es imprescindible que el Gobierno considere, reconozca y posibilite la participación del sector privado del país, opinión que fue compartida por representantes de la Cámara Nacional de Comercio y de la Bolsa Boliviana de Valores.

Considerando que, pese a los optimistas indicadores que muestra el Ejecutivo respecto a los temas de la agenda, el país sigue ocupando lugares poco expectables en las listas globales sobre esas cinco materias, urge una suerte de pacto nacional que establezca como objetivos comunes esos tres planteados por el Mandatario, u otros que pudieran ser identificados como necesarios y, a la vez, posibles de alcanzar en los próximos 13 años.

Hay, pues, la posibilidad de mirar a un horizonte que no es ni tan lejano, ni tan inaccesible, ya que con el concurso de gobernantes y gobernados es posible soñar con un país libre de los peores rasgos de la pobreza en 2025.