La oposición que hay
Quizás los cambios (hay que admitirlo, los hay) están causando la pérdida de pasión y mesura
La política consiste en una dura y prolongada penetración a través de tenaces resistencias, para la que se requiere, al mismo tiempo, pasión y mesura”, decía Max Weber en una de sus reflexiones sobre política y democracia. En mi humilde opinión, ambas condiciones no existen (¿hubo en el último tiempo?) en la fauna política de nuestros tiempos.
Quizás los cambios (hay que admitirlo, los hay) están causando esa pérdida de pasión y mesura. Por sólo citar un ejemplo, los debates políticos han perdido su gusto en la Asamblea Legislativa Plurinacional, donde las exposiciones tenían fundamentos serios e inclusive las alusiones exquisitas, como las que hacía Marcelo Quiroga Santa Cruz.
Quizás esas deficiencias se deban, por un lado, a que muchos legisladores del Movimiento Al Socialismo (MAS) tengan un curul como consecuencia de la elección de Evo Morales y no por su capacidad política; y, por otro, que en ciertos miembros de la oposición no haya una mínima idea de construcción de Estado. Así de preocupante el asunto.
Hace unos meses, diputados de la oposición pidieron un informe oral al Ministro de Defensa para saber si “tiene información sobre si los burros, llamas y mulas que se dedican al contrabando de gasolina, diésel, gas licuado, harina, azúcar o aceite lo hacen por cuenta propia o en complicidad o ayuda de sus propietarios o con terceras personas”. Así de seria la cosa.
Otra diputada, Adriana Gil, presentó un proyecto de ley que plan- teaba un test alcohólico y una prueba antidoping para legisladores. Un tercero, el senador del MAS Eugenio Rojas, justificó la tortura como mecanismo de investigaciones policiales y judiciales en casos “especiales”. Así de innovadora. Hace pocos días, el líder de Unidad Nacional (UN), Samuel Doria Medina, aludió en un programa de televisión al presidente Evo Morales, de quien dijo que estaba por “ampliar su familia” y, más tarde, en su cuenta de Twitter, hasta insinuó de que la madre era una “menor”, la hija de una de las ministras. Ayer tuvo que disculparse de la familia de la aludida. Así de fácil.
Quizás haya muchos ejemplos, entre oficialistas y opositores. Empero, lo que llama la atención (y preocupa a muchos) es que el debate político actual no tenga una propuesta seria de construcción de Estado. Así, la idea de nuevo Estado del MAS parece ser en apariencia la única, aunque de todas las oposiciones, una nueva, el Movimiento Sin Miedo (MSM), se haya adelantado a hacer algo. Así de compleja.
Si nos remontamos a mucho tiempo atrás, la oposición al MAS perdió el tiempo en la Asamblea Constituyente al forzar una innecesaria discusión del reglamento de ese órgano deliberante bajo la consigna de “dos tercios”. Con esa misma estrategia intentó frenar la aprobación de la Constitución Política, a través de la toma de instituciones y la violencia social desatada en 2008 en ese afán. Así de riesgosa fue su apuesta.
Las buenas democracias se sustentan en un oficialismo abierto a los aportes de una oposición también dispuesta a eso. Si no, quizás cunda por mucho tiempo esa forma de gobernar del MAS, cuestionada en parte y respaldada en su mayoría. Es que en ese estado de cosas el éxito de la oposición que hay, dedicada a la denuncia sin fundamento y críticas sin propuesta, será cero. No tiene pasión por el país ni mesura en su condición de ser. Y 2014 está cerca.