El Ministerio de Planificación ha presentado la boleta oficial del censo, que se llevará a cabo el 21 de noviembre del presente año. Y, evidentemente, era necesario que se realice uno nuevo, ya que el anterior se lo efectuó en 2001, y se piensa que hay cambios significativos en el crecimiento y distribución de la población nacional.
Actualmente se considera que el país tendría más de diez millones de habitantes; y ello, porque se realiza un cálculo de crecimiento anual mayor al 1,6%. El origen de este porcentaje proviene del increíble incremento establecido en el último censo; es decir, el de 2001, de cerca del 30% con relación al anterior de 1992. Pero conviene tomar en cuenta que Bolivia no es un país que recibe inmigrantes, sino que, por el contrario, su gente tiende a salir.
Posiblemente, el meollo del asunto se encuentra en que hubo graves errores en el censo de 2001, pues no se lo efectuó en el mismo día en las zonas urbanas y en las rurales, sino que en las últimas se lo hizo tres días después. Esto dio lugar a que los campesinos que vivían en las ciudades pudieran retornar al campo y hacerse empadronar nuevamente. Había un motivo valedero para ello, la Participación Popular, la cual establecía que las zonas rurales más pobladas recibirían mayores ingresos del Estado.
Respecto a la boleta censal, lamentablemente ella adolece del gran defecto de contar con un número enorme de preguntas (49), lo que determinará que el trabajo de los censores sea inacabable. Quizás necesiten un tiempo no menor a tres días para poder completar las preguntas a casi ocho millones de personas en edad de ser censadas.
El punto más debatido de la boleta se refiere a la pregunta: “Como boliviano, ¿pertenece a alguna nación o pueblo indígena originario campesino o afroboliviano?”. Una gran mayoría de los que la comentaron se han extrañado porque no se incluyó en ella la opción “mestizo”. La explicación dada por las autoridades del censo es que el término mestizo contiene una connotación racista, mientras que la pregunta sobre los indígenas sólo tendría una acepción cultural.
Pero sabemos que tanto la pregunta sobre las naciones originarias como sobre el mestizaje comprenden las dos connotaciones. El término mestizo no sólo se relaciona con la raza, sino con la cultura. Si los indígenas pueden mencionar que pertenecen a una cultura originaria, ¿por qué la inmensa mayoría de la población urbana no puede decir asimismo que pertenece a una cultura mestiza, fruto del entronque de las culturas originarias con la española primeramente y luego con la cultura universal?
El origen de esta extraña pregunta, cuyo fin es demostrar que Bolivia es un país mayoritariamente indígena, proviene del lamentable censo de 2001. En él, absurdamente se incluyó la pregunta racista de quiénes se consideran tener un origen indígena, atropellando con ello el punto fundamental de la nacionalidad boliviana que se basaba, como en el resto del continente americano, en el jus solis, es decir, en el hecho de haber nacido en este territorio, sin que importara de dónde procedían sus padres.
La pregunta en cuestión dio lugar a que el actual Gobierno hubiese difundido en el exterior la idea de que la gran mayoría de la población boliviana es indígena. Así lo dice la página web del INE: “La composición etno-racial de la población boliviana comprende una mayoría cobriza con el 69% de la población de origen indígena. Los mestizos, mezcla de cobrizos y blancos, son el 22,5% de la población”.
Cabe recalcar que todos los demás países latinoamericanos se han esmerado para unir a sus pueblos mediante el mestizaje, ya sea racial o cultural. En Bolivia deberíamos hacer otro tanto para unir a todos los bolivianos, y no como ahora, que con estas preguntas sobre razas originarias sólo se dividen a los bolivianos, no sólo entre mestizos e indígenas, sino también entre estos últimos, ya que se hace una seria diferenciación entre los indígenas de la región andina, quechuas y aymaras, con el resto de las poblaciones del oriente boliviano.