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Reinterpretando historias fundacionales

Han pasado 187 años desde la fundación de la República de Bolivia, el 6 de agosto de 1825. Como siempre, en conmemoración a la efeméride, se realizaron muchos actos cívicos; al respecto, me llama la atención el papel de la prensa y el discurso del Presidente. El 6 de agosto, varios medios impresos se esmeraron por brindar algo de la historia del país a sus lectores; ¿cuál historia? Las ediciones especiales de algunos diarios fueron como los tediosos “manuales de historia”, llenas de fotografías de los presidentes que hemos tenido. Cabe preguntarse, ¿qué importancia tiene aún publicar fotos de los presidentes? Otros reeditaron algunos mapas, incluidas las pérdidas territoriales que sufrimos; algunos añadieron  breves análisis sobre aspectos como la región y los pueblos indígenas, entre otros.

Falta entre los periodistas (por supuesto que hay excepciones) un espíritu de investigación, de buscar nuevas fuentes o poner en consideración de la ciudadanía temas acuciantes valederos en estos tiempos. Creo que  una interesante manera de aportar a la educación ciudadana, sobre todo a los colegiales, sería buscar información histórica actualizada. Y ¿los historiadores? Creo que no tenemos una nueva generación de especialistas capaces de reescribir nuestra historia profunda y diversa. Qué lástima, tendremos que aguantar aún a los “viejos historiadores”, que lo único que hacen es repetir viejas muletillas sacadas de manuales inservibles.

En la mañana del 6 de agosto, los canales de televisión transmitieron el discurso del presidente Evo Morales desde la ciudad de Oruro. Me encantó escuchar al Mandatario citar en su discurso a uno de los guerrilleros de la “independencia”: José Santos Vargas, conocido como el Tambor Vargas. Citó varios pasajes trágicos relatados por Vargas que están en el libro Diario de un comandante de la independencia de América, 1814-1825, editado por Gunnar Mendoza, hace varias décadas. Pero le faltó al presidente Morales decir lo difícil que fue para José Santos Vargas ser escuchado por el presidente Manuel Isidoro Belzu (a mediados del siglo XIX), el que se reconozca su convicción libertaria desde abajo y, más difícil aún, que el Estado publique su diario. Me hubiese gustado que el presidente Evo termine diciendo que las provincias que intervinieron en las guerrillas, en las que participó José Santos, como Sica Sica y Ayopaya, y otras regiones como Mohoza, Cavari o Pocusco (lugar donde vivió Vargas), serán reconocidas por su contribución histórica con una mejor carretera. Puesto que es tan difícil llegar a las indicadas regiones, en tanto carecen de un acceso rápido y asequible. Además, creo yo, sería la mejor manera de rendir homenaje a alguien como el Tambor Vargas y otros luchadores de la “fundación” de Bolivia.

Además, en tiempos del “proceso de cambio” y descolonización, algún ministerio correspondiente ya debería haber reeditado el libro de José Santos Vargas para su amplia difusión. Por otra parte, me pregunté,  ¿por qué el Gobierno boliviano postuló ante la Unesco el diario de campaña del Che Guevara en Bolivia, durante la guerrilla de 1967, para que sea nominado como memoria del mundo? ¿No era mejor postular el diario del Tambor Vargas para la indicada nominación? ¿O es que seguimos pensando que por el hecho de que nuestro compatriota es menos conocido que el Che vale también menos?

Pareciera que el razonamiento de algunas mentalidades del “proceso de cambio” es aún muy colonial, porque seguimos valorando lo foráneo y despreciando lo nuestro. Wali ch’amawa qhanstayaña jiwasanakan sartawinakasa, wali suma amuyt’awinakasa. Juk’at juk’a nukt’askañakiwa nayraqataru.