Acreditaciones y universidades
La acreditación sirve para orientar sobre la calidad de las instituciones a estudiantes y empleadores.
Las políticas de modernización, de acercamiento al mercado profesional y de responsabilidad social trajeron, en la última década del siglo pasado, procesos de acreditación para las universidades. El mecanismo se extendió por casi todos los países de América Latina; y en algunos, como Chile, se convirtieron en políticas de Estado y parte de sus procedimientos de certificación de calidad e inducción a sus instituciones universitarias a un manejo eficiente y transparente de los recursos que reciben del Estado o del público. En Bolivia ocurrió exactamente lo contrario. Pese a que se aprobó dos veces, en 1994 y en 2005, leyes creando un organismo de acreditación, nunca fue puesto en marcha, resultado de una mezcla entre resistencias técnicas y políticas de instituciones públicas y privadas, y la escasa voluntad estatal. Sólo las universidades autónomas cuentan con su propio organismo de acreditación.
En Chile por ejemplo, la acreditación sirve para orientar al público, los estudiantes y los empleadores, sobre la calidad de las instituciones, y permitirles una decisión informada, fuese de matrícula o contratación de profesionales. De ahí que la reputación y certificación sea una búsqueda permanente de las universidades. En Brasil, en cambio, la acreditación de los posgrados, en base a rigurosos estándares internacionales sobre recursos humanos, equipamiento y procesos educativos, orienta la asignación gubernamental de becas estudiantiles sólo para los programas mejor evaluados.
En Bolivia, en cambio, ninguna de las condiciones que hacen necesaria la acreditación en Chile, Brasil y otros países están presentes. El nuestro es un mercado segmentado, que no se basa en reputaciones, mientras que los posgrados han proliferado, respondiendo a presiones de mercado y no necesariamente de fortalecimiento de una masa crítica de investigadores, científicos o administradores (hay, obviamente, varias excepciones).
Diversas universidades, públicas y privadas bolivianas, participan sin embargo de procesos internacionales de certificación, dentro “El Sistema de Acreditación Regional de Carreras Universitarias para el Mercosur (Arcu Sur)”, un acuerdo suscrito entre los país miembros de Mercosur, Bolivia y Chile, como asociados. Es justo que aquellas que han obtenido certificaciones la publiciten como una muestra de fe pública y de calidad de sus políticas, infraestructura, gestión y proyecto, otorgada por aquella instancia. Lo que es engañoso es que la propaganda de algunas universidades privadas use el logo de Mercosur educativo, como si toda la institución estuviera certificada; Arco Sur no realiza acreditaciones institucionales sino solamente de carreras (medicina, agronomía, etc.). Igualmente es arbitrario publicitar que la acreditación conduce al reconocimiento (convalidación) automática de los títulos profesionales por parte de los otros países integrantes del sistema. La vinculación entre la acreditación de la calidad y reconocimiento de títulos de grado es un tema todavía en debate, y seguramente presentará resistencias por parte de los gremios profesionales y de algunos países. La información veraz a los usuarios es una condición de integridad de las instituciones universitarias, que no debe ser sacrificada en el altar del mercado para atraer más estudiantes.