Icono del sitio La Razón

El Censo 2012 y su boleta

Fue muy buena noticia saber que ya tenemos fecha y boleta para el tan esperado y necesario censo nacional. Su importancia para el país y los desafíos que su ejecución exige ya los he ponderado en varias columnas anteriores. No insistiré pues en ello. Lo complementaré con algunos puntos y tareas a partir de la boleta aprobada.

Quiero abrir con un gran agradecimiento a Ramiro Guerra, hasta hace poco director del INE, a quien conozco y aprecio por su permanente disponibilidad desde que se encargaba de la cartografía ya en el censo de 1992. Gracias a él me fue posible entonces publicar Bolivia plurilingüe (1995), con el primer esbozo de Atlas lingüístico del país. Su ardua labor en el INE nos permite lanzarnos ahora al Censo 2012. Deseo todo éxito a su excolaborador y sucesor Ricardo Laruta en “la ruta” nada fácil de culminar el censo.

En general, la boleta es buena dentro de un enfoque conservador. Se le aplica aquello de que lo mejor es enemigo de lo bueno. Debemos empeñarnos ahora todos, desde el Estado y desde el llano, en la culminación de la cartografía, la difusión y la capacitación para que el censo se realice a cabalidad, con miras a planificar nuestro país en todos sus niveles con un conocimiento actualizado de nuestra realidad. Resalto las innovaciones oportunas sobre emigración internacional del hogar (pregunta 20); sobre gente con dificultades físicas permanentes (22); la adición de “afroboliviano” en la 29 y otros ajustes ahí, y en las 30 y 31 (sobre lengua); y la ampliación de la edad en autopertenencia (30) y ocupación (39-44).

Ya desde mi primera intervención en La Razón (09.07.2007; cf.  08.03.2012) expliqué que no es útil explicitar “mestizo” por no ser una “nación” distinta, sino un término comodín y con mil sentidos, al que puede autoasignarse gente demasiado diversa (desde Carlos Mesa, cambas con raíces árabes y croatas, hasta los nietos urbanos de cuatro quechuas monolingües), que ya comparten el ser miembros de la “nación boliviana” sin serlo a la vez de alguna nación subestatal. “Mestizo” tiene además hoy cargas emotivas y políticas que no ayudan a ninguna planificación. No confundamos lo que cabe en un censo universal y lo que es propio de encuestas específicas o quizás de un referéndum.

Enuncio tres puntos que, en términos puramente técnicos, podrían exigir todavía ajustes en la boleta: 1) En el capítulo B se mezclan, sin previo aviso, datos de la vivienda (Nº 1 a 8; y tal vez 10 a 12) y datos de cada hogar, que pueden ser varios en la misma vivienda (Nº 9, 12 a 18; y tal vez 19, que debería reformularse).

(2) Las preguntas 29 a 31 son abiertas, pero con el útil apoyo de una lista de “naciones y pueblos” a partir de los resultados del censo 2001; siempre cabrá que elijan otros nombres. Pero ello necesitará una revisión (más un buen entrenamiento de los empadronadores), sobre todo porque los nombres de las lenguas (Nº 30 y 31) no siempre equivalen al nombre del pueblo. Por ejemplo, chiquitano/bésiro, o los mojeños que hablan las variantes trinitaria o ignaciana, mutuamente poco inteligibles.

(3) Si se ajusta la boleta, pido que se acepte una propuesta muy fácil y sensata del grupo La Ruta al Censo: Añadir a la actual pregunta 44 la siguiente: “¿En qué municipio está su lugar o establecimiento de trabajo?” Nos daría una pista al hecho cada vez más común pero aún no atendido de la doble residencia (ver LR 01.04.2012).