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Lecturas de la exclusión

Wara Vargas Lara es una joven artista que provoca al espectador con su exposición denominada Lecturas, reproducción de una exclusión, en la que muestra gigantescas fotografías de mujeres emergiendo, rompiendo los titulares de los periódicos. No son mujeres comunes, son lesbianas, gordas, cholas, negras, discapacitadas; en fin, mujeres que nos negamos a ver.

Tuve la suerte de apreciar la exposición de Wara en el Museo del Aparapita, cuya inauguración coincidió con la presentación del libro Cruceños en la cultura boliviana, del investigador Elías Blanco Mamani, volumen que forma parte de la serie Forjadores de la cultura boliviana. Las imágenes me provocaron varias reflexiones respecto a la sociedad en la que vivimos, sociedad dominada por estereotipos machistas y discriminadores, que los medios de comunicación repiten con frecuencia y que ha hecho del espectáculo y la farándula su paroxismo.

Regresé a Santa Cruz con la idea de escribir algo al respecto, y busqué en mi biblioteca el libro La sociedad del espectáculo, del escritor y cineasta francés Guy Debord, quien en la sentencia 24 señala que el espectáculo “es el autorretrato del poder en la época de su gestión totalitaria de las condiciones de existencia”; y en la 30 afirma que “la alienación del espectador en beneficio del objeto contemplado (que es el resultado de su propia actividad inconsciente) se expresa así: cuanto más contempla menos vive; cuanto más acepta reconocerse en las imágenes dominantes de la necesidad menos comprende su propia existencia y su propio deseo. La exterioridad del espectáculo respecto del hombre activo se manifiesta en que sus propios gestos ya no son suyos, sino de otro que lo representa. Por eso, el espectador no encuentra su lugar en ninguna parte, porque el espectáculo está en todas (partes)”.

Mario Vargas Llosa en su reciente libro, La civilización del espectáculo, sostiene una conclusión pesimista respecto al rol de los medios de comunicación. En el primer capítulo afirma: “No está en poder del periodismo por sí solo cambiar la civilización del espectáculo, a la que ha contribuido parcialmente a forjar.

Esta es una realidad enraizada en nuestro tiempo, la partida de nacimiento de las nuevas generaciones, una manera de ser, de vivir y acaso también demorir del mundo que nos ha tocado, a no-     sotros, los afortunados ciudadanos de estos países a los que la democracia, la libertad, las ideas, los valores, los libros, el arte y la literatura de Occidente nos han deparado el privilegio de convertir al entretenimiento pasajero en la aspiración suprema de la vida humana y el derecho de contemplar con cinismo y desdén todo lo que aburre, preocupa y nos recuerda que la vida no sólo es diversión, también drama, dolor, misterio y frustración”.

Sin embargo, creo que no todo está perdido, si de vez en cuando irrumpen artistas como Wara Vargas,  que nos hacen cuestionarnos, que nos obligan a pensar y a reflexionar en los temas trascendentales y profundos de nuestra existencia, de nuestro efímero paso por la Tierra.