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Regulación financiera

El sistema financiero de intermediación boliviano nuevamente fue sacudido por la quiebra de una de sus instituciones, la Cooperativa de Ahorro y Crédito San Luis Ltda., con sede en Santa Cruz de la Sierra. La Constitución Política, en su art. 330, establece como principio que el Estado no reconocerá ningún tipo de adeudo de la banca o entidades financieras privadas.

El resultado, 18 mil socios podrían perder sus ahorros; alrededor de Bs 125 millones son incobrables por malos créditos otorgados; susceptibilidad del público ahorrista sobre la fortaleza patrimonial de las cooperativas de ahorro y crédito y, finalmente, queda en duda la capacidad de fiscalización del ente regulador para prevenir este tipo de sucesos.

El anuncio de una nueva Ley de Bancos y Entidades Financieras por parte del Gobierno nacional puede ser una gran oportunidad para ordenar estas dudas. Primero, definiendo claramente el alcance regulatorio de la Autoridad de Fiscalización del Sistema Financiero (Asfi), evitando, como es el caso de las cooperativas cerradas que realizan intermediación, que estén normadas simultáneamente y de manera incompleta por la Ley de Bancos vigente y la Ley de Cooperativas.

Segundo, definiendo para la Asfi los plazos finales para la otorgación de licencias de funcionamiento a aquellas entidades que actualmente se encuentran en proceso de regulación, para eliminar el “limbo” regulatorio por el que están atravesando actualmente, que lo único que genera es incertidumbre en los ahorristas respecto a la capacidad de fiscalización que tiene el ente regulador y la solvencia financiera que tienen las entidades de intermediación sin licencia plena de funcionamiento.

Tercero, estableciendo mayores límites de prudencia financiera a los agentes financieros, evitando flexibilizar demasiado las normas de calificación de riesgo en la otorgación de préstamos con el fin de favorecer a ciertos sectores o segmentos de mercado que hasta hoy “nunca han sido atendidos”. Este proceso de desregulación lo único que genera son presiones para la creación de burbujas; y luego, cuando estallan, los costos son para los ahorristas, ya que  el Estado, por mandato constitucional, no es prestamista ni salvador de última instancia.

Cuarto, debiera exigirse un mayor aporte de capital social a todas las entidades de intermediación, porque es una señal efectiva para que éstas operen con criterios de prudencialidad financiera, pues además del ahorro del público, están arriesgando un mayor patrimonio de los dueños o los socios.   

Estas acciones debieran ser de primordial importancia para preservar la salud del sistema financiero y la confianza de los ahorristas en él, porque es inaceptable ver gente que ha perdido los ahorros de su vida por la imprudencia de los operadores financieros o la ineficiencia de los fiscalizadores.

Vacuna contra la neumonía

A principios de año, el Gobierno de Perú implementó un programa de vacunación contra el neumococo, bacteria que causa la neumonía, para proteger a los niños menores de cinco años del altiplano. Para tal efecto, distribuyó más de 43 mil vacunas a la Dirección Regional de Salud (Diresa) de Puno. Según reportes oficiales, hasta junio se habían usado 8.235 de las dosis; es decir, que sólo el 27% de la población infantil estaba protegido. Un mes después, el porcentaje se incrementó hasta el 77%.

Ante este significativo aumento, días atrás el diario peruano El Comercio lamentó que, como en años anteriores, las vacunas eran aplicadas demasiado tarde, en plena época fría, cuando muchos niños ya se habían enfermado (hasta la fecha, se registraron 40 menores fallecidos). Ello debido a que existe entre los pobladores la errada percepción de que la vacuna debe ser aplicada cuando se está enfermo y no antes.

Bolivia debería imitar este tipo de campañas de vacunación contra el neumococo, siendo una bacteria mucho más agresiva y corriente que, por ejemplo, la gripe A; teniendo cuidado de corregir las dificultades que se han presentado en el altiplano peruano, como la errada  percepción de que la vacuna se usa para curar, cuando en realidad sirve para prevenir.