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Desorden penitenciario

La Policía Boliviana se ha anotado un nuevo demérito: en una inspección sorpresa en el penal de San Pedro (La Paz), se descubrió una cantidad extraordinaria de alcohol en latas, cerveza y armas blancas. El hallazgo les costó el puesto a tres jefes policiales del área, y volvió a poner en evidencia que las cárceles del país son más que un problema latente.

En efecto, el jueves de la semana pasada, el Viceministro de Régimen Interior y Policía, en una acción conjunta con el Ministerio Público, realizada en busca de un reo que se presumía había huido del penal paceño, descubrió el insólito alijo de bebidas y armas punzocortantes, lo que motivó no sólo la destitución del Director Nacional de Seguridad Penitenciaria, del Gobernador del Penal y del Jefe de Servicios, sino también el repliegue de todo el personal de la cárcel de San Pedro.

El viceministro dijo que al Ministerio de Gobierno no le convenció la explicación de las autoridades de seguridad penitenciaria sobre las irregularidades que se descubrieron en la operación. En conferencia de prensa, reveló que se encontraron 22 jabas de alcohol (52 latas grandes, cada una de 18 litros), 23 cajas de cerveza en lata más unas 10 sueltas, además de armas blancas de fabricación artesanal. Agregó que los jefes policiales que fueron destituidos serán sometidos a sendos procesos administrativos y disciplinarios.

El viceministro, quien estaba acompañado del Comandante General de la institución del orden, también señaló que “las medidas asumidas son una muestra del proceso de renovación y reestructuración de la Policía y compromiso del Comando General y el Ministerio de Gobierno de tolerancia cero para este tipo de situaciones”, en una suerte de promesa de seguir con el tantas veces postergado proceso de renovación institucional de la Policía.

Pero el caso particular que se comenta no es el único problema en las cárceles. Además de otros que ya fueron objeto de comentario en este mismo espacio, referidos a los derechos de las y los privados de libertad, se suma la creciente cantidad de personas evadidas de las prisiones del país. Según el Director de Régimen Penitenciario, al menos 59 presos huyeron en los últimos 19 meses de distintas cárceles de Bolivia. Para peor de colmos, la autoridad reconoció ante el periodista de este diario que no existen reportes oficiales de la cantidad de evadidos que fueron recapturados.

Hay, pues, una ostensible dejadez en la gestión de los centros penitenciarios del país, tanto de parte de las autoridades administrativas como, sobre todo, de las policiales, que son constantemente denunciadas por hacer la vista gorda ante el desorden que provocan algunos reos con poder e influencia. Por la seguridad dentro y fuera de esos recintos, y por muchas otras razones, cabe pedir que esa situación cambie, y cuanto antes.