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Thursday 5 Dec 2024 | Actualizado a 06:56 AM

Finanzas públicas para el desarrollo

La permanente discusión versa sobre el tamaño del Estado, el nivel y la composición del gasto público

/ 8 de septiembre de 2012 / 04:33

La CAF presentó su reporte de economía y desarrollo sobre la necesidad de fortalecer la conexión de los ingresos y gastos para lograr que las finanzas públicas contribuyan al desarrollo. Parte el estudio de la premisa que el “Estado, como actor clave en el desarrollo económico,” tiene el rol de promover el crecimiento económico con inclusión social, en el marco de la provisión directa de bienes y servicios públicos. Considera tres variables claves: redistribución, eficiencia y representación. Lo óptimo sería por tanto que el manejo de las finanzas públicas logre estos tres objetivos simultáneamente, aspecto que no es fácil.

La discusión permanente de los economistas es sobre el tamaño del Estado, el nivel y la composición del gasto público; pero el ciudadano también se pregunta, ¿por qué gasta tanto el Estado? Sin embargo, es claro, como dice el estudio, que: “el nivel de impuestos y gastos gana participación en el PIB a medida que las economías se desarrollan”. La llamada Ley de Wagner explica la relación positiva entre el tamaño del Estado, medido por el nivel de gastos o impuestos, y el ingreso per cápita. Esto quiere decir que a mayor desarrollo, mayor tamaño del Estado, aspecto que iría contra el pensamiento neoliberal a primera vista.

El estudio da evidencia para países desarrollados y en desarrollo. En el caso de América Latina, el gasto público es del 21% del PIB, y este nivel sería menor que el que le correspondería dado su nivel de desarrollo.  En el caso de Bolivia, con base en los datos del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas, los gastos consolidados del Sector Público No Financiero en 2011 representaban el 34,9% del PIB. Uno de los objetivos del reporte es de analizar los determinantes de la evolución del tamaño del Estado y sus funciones a lo largo del proceso de desarrollo, aunque obviamente ésta es una tarea muy ambiciosa, dado que cada país es una experiencia concreta histórica.

Uno de los temas que llama más la atención, sobre todo para el caso boliviano, es el de recursos naturales y el vínculo del ciudadano con el Estado. En nuestro medio, diversos estudios sobre la renta de los hidrocarburos y de los minerales en general han tendido a calificar el problema como “rentismo” en sentido peyorativo.

El estudio de la CAF señala que en América Latina la participación de la renta de minerales e hidrocarburos en los presupuestos aumentó del  18% al 35%, y del 5% del PIB en 2002 al 11% en 2008. Plantea que el aumento de la renta no sólo se debió a precios, sino a cambios en el régimen para aumentar la participación del Estado.

Es a partir de 2003, cuando se inicia el ciclo favorable de los precios de las materias primas, que la tendencia fue a incrementar la participación del Estado en las rentas, a través de la estatización de la actividad, la renegociación de los contratos o de incrementos en las regalías e impuestos. En el caso de Bolivia, la discusión de los analistas se centró en que si fue nacionalización o no; en mi opinión, fue a través de las tres modalidades.

¿Qué pueden hacer los países con elevadas rentas de recursos naturales? El estudio recomienda reglas presupuestarias claras que faciliten el monitoreo de manera de desvincular la trayectoria del gasto de las fluctuaciones de las rentas. Sugiere relaciones contractuales transparentes con las empresas productoras y la presencia de contrapesos en el proceso de decisiones presupuestarias: Ejecutivo, Parlamento y ciudadanos.

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Crisis cambiaria y fiscal: propuestas urgentes para Bolivia

El autor, expresidente del Banco Central de Bolivia (2008-2010), explica por qué el ajuste cambiario en el país no es suficiente y se requiere un plan integral de estabilización.

El tipo de cambio del dólar aún no se estabiliza. Foto: ABI

/ 16 de noviembre de 2024 / 19:54

Dado que en el país no existe un consenso sobre la crítica situación actual -la crisis- sus causas y menos en cuanto a las propuestas o medidas para superarla, elaboré y envié un Memorándum dirigido al ministro de Economía y Finanzas Públicas, Dr. Marcelo Montenegro.

Los objetivos buscados son los siguientes. Primero, proponer un punto de partida mínimo común centrado en el corto plazo y la crisis económica, caracterizada por la coexistencia de una crisis cambiaria junto a una crisis fiscal. Segundo, discutir la viabilidad de algunas medidas que actualmente circulan en el ámbito fiscal y cambiario. Tercero, buscar una propuesta mínima común, aprobada por un Acuerdo Mínimo Nacional, centrada en un Fondo de Estabilización y Reservas y otras medidas complementarias.

Las conclusiones y recomendaciones del Memorándum se presentan primicialmente en esta oportunidad.

La necesidad de un punto de partida común

No hay consenso en el tipo de crisis que atraviesa la economía boliviana ni de sus causas, coexistiendo enfoques muy diversos y opuestos y, lo más preocupante, no hay un común denominador en las propuestas para salir de la situación en que estamos.

Es necesario reconocer que desde 2015 el Modelo Productivo Social Comunitario (MPSC) ha sufrido un tránsito de una fase de auge entre 2006-2014, en que dio cumplimiento a los objetivos de política económica inclusiva con superávits mellizos en cuenta corriente y fiscal, así como reducción de la pobreza y la desigualdad, hacia una fase de declive, con un cumplimiento parcial de los objetivos de política económica en lo que se refiere a inflación de un dígito, bajo desempleo, crecimiento moderado del PIB, reducción de la extrema pobreza y la desigualdad, pero con el eslabón débil como es la continua y acelerada pérdida de reservas internacionales con déficits mellizos en cuenta corriente de balanza de pagos (Saldo CC) y en el balance fiscal, que han derivado en la actual situación crítica de divisas y combustibles (Cuadro 1).

La continuación y profundización de la escasez de divisas ha conducido a la actual crisis cambiaria, que se da en un contexto de una crisis fiscal como producto de déficits fiscales consecutivos y elevados, que se arrastran desde 2014, a la que se suma la escasez actual de combustibles que aumentó la sensación térmica de crisis.

La crisis cambiaria es resultante de un fuerte shock externo adverso de precios que se inició en 2014-2016, seguido de un shock interno de la oferta exportadora de hidrocarburos de YPFB, principal y único ofertante obligatorio de divisas y un fuerte demandante de divisas por importaciones de combustibles, en un contexto de disminución de la participación de las exportaciones del sector estatal de casi la mitad a un cuarto del total exportado en 2023. El shock externo y el interno generaron flujos netos negativos de divisas que levantaron de facto el ancla cambiaria de la peor manera, rompiendo su vínculo con el control de la inflación.

La tormenta perfecta se da porque la crisis cambiaria está en medio de una crisis fiscal, porque ya se había levantado el ancla fiscal desde 2014, al registrar seguidos déficits cuyo nivel se acentuó por la crisis del COVID en 2020, al alcanzar un máximo de 12,2% del PIB, pero que luego siguió con saldos negativos en torno a un 9,1% del PIB entre 2021-2023, y se estima que continuarán en 2024.

El financiamiento de los déficits fiscales implicó, por una parte, una expansión desmesurada del crédito interno del BCB al sector público, de 9,7% en 2019 a 20,8% del PIB en 2020, para dispararse en 2023 a un 31,5% del PIB. Por otra parte, la deuda interna del TGN, de la cual la deuda con el BCB es un 60%, trepó de 15,7% del PIB en 2019 a 42,7% del PIB a octubre de 2023. Así, el financiamiento del déficit fiscal derivó en el crecimiento desmesurado de la deuda interna pública, de manera que la deuda total pública se ha casi duplicado: de un 43,8% del PIB en 2019 a un 76% a octubre de 2023, último dato disponible.

Crisis de divisas, devaluación y Fondo de Estabilización

La crisis de divisas NO es un problema de un déficit comercial elevado ni persistente que se resolvería solo con la devaluación, puesto que está relacionada con la caída en el volumen de exportaciones del sector estatal exportador y el aumento de importaciones de combustibles. La oferta de exportación presenta una baja elasticidad frente a las variaciones del precio unitario de exportación y del tipo de cambio y, a su vez, la demanda de importaciones no es muy sensible al aumento del tipo de cambio en el corto plazo.

El mayor problema NO son los saldos en cuenta corriente de balanza de pagos sino en la cuenta financiera y, especialmente, los saldos no registrados (contrabando, salida de capitales) equivalentes a 3,8% del PIB en 2023, el doble del déficit de balanza de pagos en cuenta corriente. Influyen en el no retorno de divisas y en la salida de capitales el diferencial de tasas de interés y el riesgo de tipo de cambio (la tasa de interés equivalente en dólares). Por tanto, la brecha cambiaria, que en realidad expresa dicha tasa, disminuyó la entrada de divisas del sector privado y aumentó la salida de capitales, y mientras no se logre un shock de recursos o confianza, cualquier modificación del tipo de cambio no necesariamente conducirá a una eliminación del tipo de cambio paralelo.

Por tanto, en la situación actual, si se mueve el tipo de cambio oficial sin un respaldo sólido de reservas internacionales, se entraría a perseguir al dólar no oficial, tal como en la crisis de 1982, dando recién lugar a una espiral inflacionaria.

El prerrequisito sine qua non es contar con un Fondo de Estabilización y Reservas (FER), que se adjunta en el Memorándum, antes de realizar las medidas de ajuste fiscal y monetario, en sentido contrario a la receta del Fondo Monetario Internacional (FMI), que primero obliga al ajuste fiscal y monetario y después recién da a cuentagotas financiamiento externo sujeto a condicionalidad. Se tiene que hacer un ajuste fiscal y monetario de todas maneras, con FMI o sin FMI, pero no antes de contar con recursos de financiamiento externo similar al Plan Eder aplicado en la estabilización en 1956.

Ajuste fiscal, con o sin FMI

El desequilibrio fiscal NO está asociado a los gastos corrientes sino está más relacionado con los gastos de capital (que han sido el motor del modelo) y, en especial, está correlacionado con el nivel de la inversión pública, por lo que el ajuste fiscal terminará afectando la inversión pública y a las empresas estatales.

Cuando se habla en la oposición de reducir el Gasto Fiscal, hay que tener muy en cuenta que el Gasto Público Social representó en promedio un 55% del Gasto Público Total. Además, NO es culpable de la expansión del gasto total, puesto que su peso aumentó en 3,7 puntos porcentuales (pp), mientras que en términos del PIB en 2,4 pp. El aumento se dio en las transferencias directas condicionadas en efectivo como el Bono Juancito Pinto, Juana Azurduy y la Renta Dignidad que sumaron en 2023 Bs5.156 millones, equivalentes a un 1,6% del PIB.

Con el objetivo de atenuar el ajuste fiscal, especialmente por sus efectos en la inversión pública y el gasto social, así como en la pobreza y equidad, se sugiere establecer en el Programa Fiscal Financiero la meta de déficit corriente cero y disminuir el déficit fiscal global de un 10% a un 3,4% del PIB en 2025, como también propuso el Dr. Juan Antonio Morales (1), lo que significaría volver al nivel que tuvo en 2014 antes del declive.

Es claro que reducir o eliminar subvenciones a combustibles equivale a un «impuesto gasolinario» y hay varias propuestas de modalidades, como del Dr. Rolando Morales (2); sin embargo, previamente hay que asegurar la disponibilidad y la logística de oferta en un marco de credibilidad y de confianza.

En el Programa Fiscal Financiero se debe recortar el Crédito Interno del BCB de un 31,5% del PIB en 2023 a un 9,7% del PIB en 2025 y fijar un límite explícito a la deuda interna del TGN de manera de evitar su descontrol y mantener el nivel de Inversión Pública en torno al 7% del PIB y revisar la destinada a «sectores productivos».

Deberían congelarse los préstamos del BCB a Empresas Estratégicas, que representan el 11,6% del PIB, delimitar el ámbito de empresas estratégicas o retornar al ámbito del Plan Nacional de Desarrollo 2006-2011 y evaluar su viabilidad.

Finalmente, para enfrentar la crítica situación actual que requieren de acciones urgentes e inmediatas, se requerirán no solo de buenas políticas y un acuerdo político consensuado, sino también de la buena suerte.

(1) Juan Antonio Morales (2024). Crisis económicas en Bolivia. Tierra.
(2) Rolando Morales Anaya. Análisis de la crisis y estrategias de recuperación. Conferencia virtual.

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El Bono Juancito Pinto, ¿una política de estado?

El Bono Juancito Pinto, con 18 años de inversión en la educación boliviana, es un ejemplo exitoso de incidencia estatal.

/ 20 de octubre de 2024 / 00:06

El 26 de octubre de este año se cumplen 18 años de entrega consecutiva de un bono escolar, diseñado y ejecutado en 2006 en el primer año de Gobierno de Evo Morales. En esa época izquierdas y derechas criticaban el Bono; los argumentos sobraban, para unos era asistencialismo, o medidas del Banco Mundial, y que mejor era construir escuelas. Para otros era insostenible fiscalmente pues un gasto permanente debería tener fuentes permanentes. Por último, se decía que era un bono insignificante: Bs 200 al año.

El diseño del Bono Juancito Pinto lo hizo la Unidad de Análisis de Políticas Sociales y Económicas (UDAPE) con base en la experiencia de los Programas de Transferencias Monetarias Condicionadas (TMC), caracterizadas por el suministro de efectivo, la focalización en las familias pobres y la base de condicionalidad, como es el cumplimiento de un requisito, que en el caso de la educación fue la libreta escolar, que certifica el cumplimiento y vencimiento del año escolar.

Otras experiencias

En Latinoamérica se contaba con la experiencia de la nueva generación de planes sociales en educación como el Programa Progresa, en México; el Programa Nacional de Bolsa Escolá y Agente Joven, en Brasil; y en el caso boliviano con el Bono Esperanza, de la Municipalidad de El Alto para los niños inscritos en el primero de primaria.  Adicionalmente existían otros programas centrados en salud y nutrición, como la Bolsa de Alimentacao y el Cartao Alimentacao, en Brasil.

La propuesta de UDAPE, a solicitud del Gobierno, por intermedio del vicepresidente Álvaro García Linera, fue iniciar una primera fase para un año, para el primero de primaria, donde el total de alumnos inscritos era de 257.477 y el costo estimado de Bs 51,5 millones (equivalente a $us 6,4 millones). La entrega tendría que hacerse en forma similar al Bono Sol.

La respuesta del presidente Evo Morales, con el Decreto Supremo 28899 del 26 de octubre de 2006 fue de extender los beneficiarios del Bono para los primeros cinco años de primaria, en las unidades educativas públicas de todo el territorio nacional. El subsidio de incentivo a la permanencia escolar, a sugerencia del ministro Juan Ramón Quintana, se denominó Juancito Pinto en homenaje al niño boliviano que se desempeñó como tamborilero del Regimiento Colorados del Ejército de Bolivia durante la Guerra del Pacífico.

Sosteniblidad del Bono

Así mismo, la constitución de un Fondo de Fideicomiso por el Ministerio de Hacienda a ser administrado por NAFIBO (Banco de Desarrollo actual) con base al aporte de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), de la suma de Bs 248.500.000 de los recursos provenientes de la nacionalización de los hidrocarburos.

Para aclarar a los que critican la burocracia estatal, se creó una Unidad Ejecutora en el Ministerio de Planificación del Desarrollo, cuyo funcionamiento no representó una carga adicional para el Tesoro General de la Nación en la gestión 2006, estando Carmen Alcoreza a cargo de la Unidad Ejecutora, por cuenta del presupuesto de UDAPE. Adicionalmente se instruyó a las Fuerzas Armadas de la Nación, brindar el soporte logístico necesario que garantice la seguridad y alcance geográfico para materializar de manera satisfactoria el pago del Bono Juancito Pinto en todo el territorio de la República.

En 2006, los beneficiarios fueron 1.084.967 estudiantes y el monto desembolsado Bs. 217 millones. Para tener una idea del monto “derrochado” cabe tener en cuenta que en el 2003 el Presupuesto General de la Nación tenía una partida de Gastos Reservados por Bs 143,5 millones, gastos que fueron suprimidos el 24 de abril de 2006, con el decreto 28686. En 2024, los beneficiarios se duplicaron, así como también el monto (Gráficoadjunto).

Beneficios

El incentivo a la permanencia escolar tuvo su beneficio tangible, puesto que en 2005 la tasa de deserción escolar bajó del 6,4% al 0,64% en 2023 según datos oficiales. Lo cierto es que veo menos niños y niñas estirando su manito en la calle y su lugar está en el colegio.

De conformidad con el Plan Nacional de Desarrollo 2006-2011, el sector hidrocarburos “se convierte en el motor estratégico de la economía al generar excedente y divisas”. El excedente generado se destina al propio sector, al sector generador de ingresos y empleo y al sector social.  La idea del Bono Juancito Pinto en 2006 fue justamente que el sector hidrocarburos transfiera parte de su excedente financiando el Bono y así lo hiciera sostenible. En 2024, según el ministro de Economía y Finanzas Públicas, Marcelo Montenegro, “los recursos provienen de empresas estratégicas como YPFB, que aportará, Bs220 millones; la Empresa Nacional de Electricidad (Ende), con Bs90 millones; y la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (Entel), que contribuirá Bs52 millones”.

Entre 2006 a 2024 se desembolsó por el Bono Juancito Pinto un total acumulado de Bs7.425 millones, un equivalente al 2,3% del PIB de 2023. Y para tener una idea, entre 1989 al 2005 los gastos reservados fueron Bs1.500 millones, equivalentes al 1,95% del PIB de 2005.  Si habría que escoger entre el Juancito Pinto y los gastos reservados, ¿cuál escogería usted?

Me preocupa mucho en el país la tendencia creciente hacia la famosa sierra eléctrica de Milei con su éxito de déficit cero en Argentina. Ojalá no empiecen con el Bono Juancito Pinto que representa en promedio solo el 0,20% del PIB y que debería seguir  siendo una política de estado para beneficio de los estudiantes bolivianos, independiente de quien gobierne.

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¿Por qué hay insuficiencia de divisas?

El autor complementa su explicación sobre los factores explicativos respecto a la escasez de dólares en Bolivia.

/ 21 de septiembre de 2024 / 23:27

Si bien generalmente las segundas partes no son buenas, salvo el Padrino II, en esta entrega obligatoria quiero complementar con algunos otros factores explicativos del problema o la cuestión de la escasez crítica de divisas en el país.

Recapitulemos un poco: El Banco Central no es el único oferente de divisas en el mercado cambiario, puesto que solo las exportaciones del sector público tienen obligación de entregar divisas. Estas exportaciones que representaban un 47% del total exportado en 2015, se desplomaron a un 23,7% del 2023. Los ingresos de divisas cayeron a partir de 2015 generando continuos déficits de moneda extranjera explicado por la caída de ingresos de exportaciones de YPFB que, ante un aumento de divisas debido a sus mayores importaciones de combustibles, pasó de ser un generador neto de divisas de $us4 mil millones a un demandador neto por más de $us800 millones. 

¿El servicio de la deuda externa es otro culpable de la insuficiencia de divisas?

En forma reiterada se ha sostenido desde hace tiempo que Bolivia tiene problemas de deuda externa y eso se ha venido expresado en las rebajas de las calificaciones crediticias del país con Fitch Rating, Moody’s.

Si uno analiza los indicadores tradicionales de solvencia, como es la relación del servicio de la deuda externa pública con relación al PIB, encuentra que a diciembre del 2023 era de 29,9%. Desde el punto de vista del país, la solvencia puede definirse como su capacidad para cumplir en forma continua con sus deudas.

Gráfico 1

El indicador de liquidez, que mide la relación del servicio de la deuda externa pública respecto a las exportaciones a diciembre de 2023 era de 12,5%. Los problemas de liquidez se han producido debido a una disminución pronunciada de los ingresos de exportación, a un aumento de las tasas de interés externas y al incremento del precio CIF de las importaciones de combustibles. Tanto el indicador de solvencia como el de liquidez son considerados normales y no son una señal de alerta de problemas de deuda.

Pero si se analiza la balanza cambiaria se encuentra que los desembolsos de la deuda externa, como componente del ingreso de divisas, menos las amortizaciones e intereses de la deuda ,como parte de la demanda de visas, en 2015 mostraba una entrada neta de recursos externos por $us490,9 millones mientras que en 2023 registraba una salida neta de divisas por $us481,5 millones, debido a que los desembolsos si bien se mantuvieron estables, el servicio de la deuda se multiplicó por tres, subió de $us500 millones a $us1.500 millones. Es decir, los flujos de recursos de financiamiento externo se revirtieron de positivos a saldo negativo.  

Así encontramos adicionalmente en el último año una contribución en la escasez de divisas por la demora en la Asamblea en la aprobación de créditos externos. También resalta el hecho de no haber tomado en cuenta en la programación de divisas que de un servicio de $us1.012,4 millones en 2022 suba a $us1.490 millones en 2023 y no se tenga la disponibilidad suficiente en moneda extranjera en las RIN, constituidas en su mayoría por oro monetario. Estos temas generan ruido asociado a la deuda externa que es manejable y nada tiene que ver con la crisis de deuda de 1982, que está en mejor situación que en 2005 cuando el servicio de la deuda/PIB era de 63,5% y que el ruido fue amplificado por las calificadoras internacionales de crédito trepando fuertemente la calificación del riesgo país.

¿Y el papel del sector privado-bancos?

En la Balanza Cambiaria del BCB, en el egreso de divisas hay una cuenta “sector privado-bancos”, donde el principal rubro se refiere a “operaciones bancarias” con una nota aclaratoria que dice “Incluye transferencias al exterior y retiros de efectivo de las EIF”.

Esta cuenta de bancos en 2014 registraba egresos por $us2.406,3 millones (representaba un 33% de los egresos totales) y subió en el periodo 2015-2022 a un promedio de $us4.294 millones (con una participación del 51% en la demanda de divisas), para declinar en 2023 a $us2.246 millones, nivel similar al de 2014 con una incidencia de un tercio del egreso de divisas (Gráfico 2).

Por tanto, en la demanda de divisas no solo influyó la demanda por importaciones de combustibles de YPFB, sino el aumento de los pagos correspondientes al servicio de la deuda externa, así como un fuerte aumento de la demanda de divisas del sector privado-bancos en 2015-2022 asociado a transferencias al exterior y retiros de efectivo.

De esta manera hemos arribado a una conclusión adicional referida a que parte de la insuficiencia de dólares no solo estuvo asociada a los flujos netos negativos de YPFB, como se analizó en la primera parte de esta entrega, sino también a la salida neta de divisas por concepto del financiamiento externo y al crecimiento de la demanda de divisas del sector privado-bancos asociado a “transferencias al exterior y retiros de efectivo de las EIF”. Dado que el BCB no es el único oferente en el mercado de divisas, por lo tanto, la escasez se explica también por la incapacidad del sector exportador privado para contribuir a atender la demanda de divisas del sector privado financiero que ha crecido sensiblemente

La Balanza Cambiaria y la pérdida de Reservas

En la primera parte de esta entrega alertamos que como un proxi al mercado de divisas utilizamos la balanza cambiaria del BCB que es el registro estadístico de transacciones en divisas que se realizan a través de intermediarios del mercado cambiario. No es lo mismo que la balanza de pagos porque registra todas las transacciones entre residentes y no residentes. La balanza cambiaria se centra en las operaciones que originan flujos de divisas y que se canalizan a través de intermediarios del mercado cambiario doméstico y cuentas corrientes en el exterior.

Realizadas las salvedades analizaremos la relación entre el flujo neto de la balanza cambiaria y la variación neta de reservas internacionales que nos brinda la balanza de pagos (Gráfico 3). Observamos que entre 2014 y 2022 hay una estrecha relación casi uno a uno, pero en 2023 se observa una clara diferencia. Mientras el saldo de la balanza cambiaria es negativo en $us544 millones, la balanza de pagos nos muestra una disminución de reservas internacionales de $us2.087,6 millones.

Gráfico 3

¿A qué se debe esta gran diferencia?

La balanza cambiaria es un flujo de caja, no hay pierde, sin embargo, por suerte, la balanza de pagos tiene una cuenta llamada Errores y Omisiones. Esta cuenta según el Manual del FMI explica saldos no registrados tanto en cuenta corriente como en la cuenta financiera. Si obtenemos la diferencia entre ambos saldos encontramos $us 1.743,6 millones mientras que la balanza de pagos nos muestra una estimación de $us1.785 millones. La diferencia la pongo yo, es mínima y es una buena aproximación. Esto me permite adelantar una hipótesis, que existe un factor adicional a los analizados anteriormente que explicaría la insuficiencia de divisas y estaría relacionado, por un lado, con las importaciones no legales y con las salidas no registradas de capital y, por otro lado, con menores retornos de divisas por exportaciones legales realizadas y con un descenso en el precio o en el volumen de las exportaciones no legales (cocaína).

La tarea pendiente, que no voy a realizar, es que al igual como existe una economía informal, convive un mercado de divisas informal que no conocemos su magnitud e incidencia. Cualquier economía normal hubiera sido golpeada fuertemente con el shock de divisas que ha sufrido el país desde enero de 2023 y que llevó incluso a suspender la información diaria de las reservas internacionales y otros datos monetarios claves. Sin embargo, si bien nuestra economía es flexible y se acomoda de una u otra forma, los síntomas se agravaron en 2024 puesto que los precios de productos importados y nacionales empezaron a aumentar, el tipo de cambio empezó a fluctuar y empezaron a surgir problemas de stocks especialmente de bienes importados.

La situación amerita una respuesta consensuada y tal vez un referéndum que pregunte:

  1. ¿Está de acuerdo en constituir un Fondo de Estabilización con aportes de financiadores externos como FMI, el FLAR, la CAF y países amigos como Brasil y Colombia?
  2. Está de acuerdo en volver al sistema de minidevaluaciones que manejó el BCB exitosamente hasta noviembre de 2011.

Que no digan que son medidas administrativas de exclusiva responsabilidad del Órgano Ejecutivo, sobre todo cuando en el Gobierno de Goni no se pudo aplicar el famoso impuestazo por Decreto Supremo, ni la ampliación del spread cambiario mediante el incremento del diferencial cambiario entre el precio de venta y el precio de compra del dólar en 10 centavos. Ni qué decir, en la época de Carlos Mesa en que se revocó el aumento del diésel y en diciembre de 2010 cuando se echó atrás el Presidente Evo con el aumento del precio de los combustibles. El que esté libre de culpa que lance la primera devaluación y elimine la subvención a los combustibles. 

Por ser miembro del Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR), que tiene entre sus objetivos “Acudir en apoyo de las balanzas de pagos de los miembros, otorgando créditos o garantizando préstamos a terceros”, Bolivia tiene el derecho a acudir a financiamiento por balanza de pagos. Los préstamos del FLAR pueden ser hasta 2.6 veces de su capital pagado, un equivalente a 733,2 millones de dólares, que significarían cerca de 5 veces el nivel en divisas de las RIN en agosto de 2024, que estaban en 153,1 millones de dólares, puesto que el restante de 1815,1 millones están constituidas por reservas de oro, lo que hacen un total de 1905,3 millones en RIN.

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Un adiós impreso

Cinco siglos y 70 años después, la pandemia del COVID-19 y el brutal encierro mundial parece que marcaron un punto de inflexión en la producción impresa

Gabriel Loza

/ 30 de agosto de 2024 / 07:20

Cuando se inventó la imprenta de tipos móviles en los tiempos de Gutenberg, a mediados del siglo XV, para no ser censurado por la Santa Inquisición y no ser considerado su invento como diabólico, tuvo la genial idea de que el primer libro impreso sea la Santa Biblia, que también llego a llamarse la Biblia de 42 líneas (impresas en cada página). Fue un invento notable, pues no solo cambió la técnica de producción de libros, sino que difundió y democratizó el conocimiento en el mundo, el acceso al saber.

Cinco siglos y 70 años después, la pandemia del COVID-19 y el brutal encierro mundial parece que marcaron un punto de inflexión en la producción impresa y en la distribución de los libros, pero especialmente en los medios de prensa escrita. Si bien proliferaron la producción de libros digitales y los medios de comunicación digitales, el placer de leer un libro impreso, ojearlo, rayarlo, doblar la esquina de la página o dormirse con él, es irremplazable incluso para matar arañas.

Consulte: ¿Aterrizaje político o económico?

Lo mismo me ocurría con el periódico que llegaba en la mañana, con olor a imprenta, para leerlo en la cama con el desayuno, abrir sus páginas todavía pegadas y los domingos ordenar bien lo que son suplementos de lo que son propagandas pagadas, avisos comerciales y en particular las notas necrológicas de amigos cercanos que nos decían que estábamos en la lista de espera. Me acuerdo de las fotos que enviaba Rodolfo Eróstegui con los periódicos del domingo: los dos, La Razón y Página Siete, en la entrada de su casa. 

Me saltaba a veces el deportivo para leer la columna de opinión con mucho interés, para fijarme no solo del contenido sino también del estilo y la forma de escribir y comunicar ideas. También leía a mis colegas a regañadientes porque escribimos en difícil y esperaba los miércoles para leer mi columna Más allá de la coyuntura en el periódico La Razón. Me fijaba en mi propio estilo y en algunos horrorcitos de redacción y también en las fallas inevitables, del duende de la imprenta, como decía el doctor Juan Antonio Morales. Recuerdo que cuando le hice notar una vez a la Directora de La Razón, le dije que no se preocupara por el duende de la imprenta, pero ella me respondió: Si ocurre otra vez le mandaré un memorándum al duende. ¿Qué será ahora del duende? ¿dónde se irá? Me preocupa el duende.

Recuerdo cuando era profesor de Introducción a la Macroeconomía y les pedía a los alumnos que cada clase me traigan un recorte de un periódico para hacer un álbum que entregarían antes de hacer el examen final. Y así fue, todas las clases comentábamos una nota del periódico y cuando llegó la hora del examen, todos estaban con su álbum de recortes en la mano. Entonces les dije que no era requisito para el examen final, sino una práctica para leer.

Bueno, para consuelo están los periódicos digitales, pero me disculpan: No es lo mismo. En Chile, La Tercera de la Hora que no dejó el medio impreso en plena epidemia, porque decían que incluso los periódicos contagiaban y me daba pena rociarlo con desinfectante. Sin embargo, cuando volví a Chile, la señora que atendía el quiosco de periódico se rio de mí cuando le pedí un lunes La Tercera, me dijo que desde hace seis meses solo se vende los sábados y domingos, na que ver. Este sistema sigue funcionando con La Tercera y me parece que era una salida salomónica, que los periódicos en problemas podían haber intentado como una opción.

Independientemente de la línea ideológica ni de quienes están como financiadores, me dolió cuando Pagina Siete no volvió a salir y ahora con la noticia en las redes de que este domingo 1 de septiembre dejará de salir en medio impreso La Razón. Es tan equivalente a una nota necrológica de alguien muy cercano y querido, incluso pensé “chau columna Más allá de la coyuntura”, porque no es lo mismo, aunque me critiquen. Soy conservador con relación a las nuevas tecnologías, por eso este “adiós impreso”.

(*) Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista

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EEUU: ¿aterrizaje político o económico?

Lo que muestra el dato es que la tasa de desempleo subió en un año en 0,8 puntos porcentuales

Gabriel Loza

/ 21 de agosto de 2024 / 11:31

La cuestión del aterrizaje, suave o duro, de la economía de EEUU ha estado y está en el tapete de la discusión en función de los continuos datos cambiantes. Es así que entre el 4 y el 6 de agosto se asustaron los mercados bursátiles, el S&P 500 se desplomó en más del 6%, con el dato de que la tasa de desempleo subió a 4,3% en julio.

Muchos analistas volvieron a dudar del aterrizaje suave. Lo que muestra el dato es que la tasa de desempleo subió en un año en 0,8 puntos porcentuales: desde un 3,5% en julio de 2023 a 4,3% en julio de 2024, lo que a nivel de la región no debiera llamar la atención. Sin embargo, en el seguimiento de la economía de EEUU se utiliza la regla de Sham, que predice una recesión cuando la tasa de desempleo promedio de los últimos tres meses supera en 0,5 puntos porcentuales a su mínimo de los últimos 12 meses. Resulta que a julio de 2024 el incremento de la tasa de desempleo promedio observada en los últimos tres meses es de 0,53 puntos porcentuales.

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Aunque el indicador observado en julio supera por poco la regla, también se dice que un aumento de la tasa de desempleo, por leve que parezca, es solo una señal que mostraría que se van a dar aumentos posteriores que podrían derivar en una recesión. Así, como señala el economista Michael Strain, su cumplimiento en EEUU desde 1970 hasta 2019 también aclara que, en el contexto actual, “cuando la tasa de desempleo sube un poco, sube mucho, razón por la cual muchos creen que la Fed debería declarar victoria en su batalla contra la inflación y empezar su ciclo de recortes. Pero esta visión, si bien es razonable, es errada, porque hace una mala lectura de la perspectiva de inflación y del mercado laboral. La Fed no debería recortar las tasas en septiembre y, mucho menos, este mes”. (Michael R. Strain en X: When the unemployment rate goes up a little, it goes up a lot. https://dev-qa.la-razon.com//t.co/utgtY5YmVZ)

¿La inflación baja o persiste? Los datos de la inflación que salieron después de los malos datos del empleo, mostraron un descenso de la tasa a 12 meses: de 3% en junio de 2024 a 2,9% en julio, y que fueron interpretados por los mercados financieros como una buena señal y se recuperaron rápidamente, aunque sin alcanzar el máximo logrado en julio, después del bajón provocado por el alza del desempleo. Esa desaceleración de la inflación sería una señal de que la Fed podría recortar su tasa de interés en la reunión de septiembre.

Como es tradicional, la Fed esperará su tasa que sale a fines de julio y que se dice es la tasa clave que sigue, que corresponde a la variación a 12 meses del índice de precios de los gastos de consumo personal y que, excluidos los combustibles y alimentos, había registrado en mayo y junio un 2,6%, la más baja desde marzo de 2021.

Como era de esperar, los dos candidatos posicionaron a mediados de agosto, en Carolina del Norte, el tema económico y en especial el de la inflación. Para Trump, en su agenda 47, primeramente, está la lucha contra la inmigración y recién en el punto 3, “poner fin a la inflación y hacer que Estados Unidos vuelva a ser asequible (accesible, comprable)”, y en el punto 6 coloca la oferta de ¡grandes recortes de impuestos para los trabajadores y ningún impuesto sobre las propinas! (Platform/Donald J. Trump: donaldjtrump.com)

El viernes 16, Kamala Harris presentó su agenda económica donde prioriza construir una «economía de oportunidades» para la clase media. También se comprometió a frenar el aumento de los precios de productos como los comestibles y a combatir la especulación de precios. Dijo que tiene una solución: una prohibición federal del aumento abusivo de precios en la industria alimentaria y que «mi plan incluirá nuevas sanciones para las empresas oportunistas que exploten las crisis y rompan las reglas». Adicionalmente, tiene un “nuevo plan para proporcionar alivio fiscal a más de 100 millones de estadounidenses de clase media y de bajos ingresos”. (Harris leans into populism with proposal for middle-class and lower-income tax relief/CNN Politics)

Será interesante seguir la pugna que parte del mundo académico tilda que es entre dos neopopulistas: uno a la derecha, Trump y otra a la izquierda, Harris, sin considerar que hay otras opciones de política económica.

(*) Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista

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