Metida de pata
Con ese chantaje policial sólo generaron una alianza tácita en su contra de magnitud continental
Inglaterra es un país muy especial, mitad europeo y mitad insular. Ellos mismos nos tratan a los demás europeos como: “continentales con absurdas costumbres”, así uno de cada seis puestos de trabajo ingleses provengan de la inversión alemana.
Siempre en la historia, los británicos mantuvieron su independencia conceptual y política, y casi sin excepción se colocaron del lado del más débil en las confrontaciones europeas, para mantener un equilibrio político y militar que garantizara la inviolabilidad de su territorio. Por esas razones, les es imposible comprender la mentalidad emocional de países coaligados, y más aún el significado de una historia común como la que nos caracteriza a los latinoamericanos (juega aquí mi bipolaridad alemana-latina que da lugar al nombre de esta columna).
Un mes después del descalabro, es la hora en que sus mentes insulares no aciertan a comprender el daño político que se causaron y nos causaron al declarar públicamente que estaban dispuestos a tomar por asalto la embajada ecuatoriana en Londres con sus fuerzas de policía, para apresar con fines de extradición a Julián Assange, un héroe mundial de la libertad de información, por cierto, por orden perentoria venida de Estados Unidos.
El amor irrestricto por su hijo dilecto y su incapacidad para comprender mentes ajenas, los hizo cometer semejante disparate. Por un lado, convirtieron al gobernante ecuatoriano —el mayor violador de las libertades de prensa del continente— en el mejor defensor paradójico de éstas. ¡Valiente disparate! Por otro lado, cada uno de los latinoamericanos en cabeza del Ecuador, un país pequeño, sentimos transgredidos los derechos territoriales más celosamente defendidos en el mundo: la inviolabilidad de las embajadas. Maquiavelo, el filósofo de la diplomacia y el manejo del poder, debió dar un bote en su tumba.
Los costos del disparate significan que el día en que traten de defender militarmente las islas Malvinas, tendrán en sus aguas no los barcos argentinos, sino 25 destructores de cada una de nuestras naciones, dispuestos a generar una desestabilización mundial realmente inmanejable para ellos y sus aliados irrestrictos. Colombia tendrá la oportunidad de salvar su cara, luego de su posición equívoca en esa guerra. Con semejante chantaje policial, generaron, por falta de sensibilidad cultural y mental, simplemente una alianza tácita en su contra de magnitud continental. Alianza que seguramente explotará Cristina Fernández, tan necesitada de eventos que consoliden su mandato.
Por otro lado, causaron un daño permanente a la OEA, en el que obligaron a confirmar un antagonismo irreconciliable entre los EEUU-Canadá y la mayor parte de los países del continente. Se salvó precariamente la organización mediante un consenso sin votación. ¡Bien por Insulsa!