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Extradición de Goni: 60 ‘razones’

Es por esta inmensa causa: 60 vidas per-didas, que Sánchez de Lozada debería ser extraditado

/ 9 de septiembre de 2012 / 07:23

La mezquindad-ceguera política, está visto, no tiene límites. Ante la causa común de la extradición de Sánchez de Lozada por la masacre de octubre, y la indignación colectiva ante la negativa imperial de que el exmandatario venga a rendir cuentas con la Justicia, una senadora opositora no logra articular un mejor comentario que no sea: “(eso) demuestra que en Bolivia no existen las condiciones para procesar a los perseguidos políticos” (sic). Y al actual jefe del MNR le va peor: “es una acción distractiva del Gobierno” (doble sic).

Con semejante razonamiento, totalmente desubicado para el caso, tendríamos que concluir que Goni es un perseguido del evismo y que la noticia de que Estados Unidos rechaza su extradición constituye una maniobra gubernamental para engañar a la ciudadanía. Qué tal. Falta que estos olvidadores nos quieran dar lecciones de amnesia. Olvidan que, como enseña el buen Benedetti, “el olvido está lleno de memoria”.

Pero vayamos a la sustancia. Dicen que hay 60 razones para que Sánchez de Lozada sea extraditado (o expulsado, habrá que demandar ahora) desde su actual refugio. Quizás sean menos. O más. Anoto algunas: justicia, no a la impunidad, memoria, democracia sin esquinas rotas, esperanza, dignidad, porvenires, nunca más…

Pero lo que en verdad pesa como fundamento para la presencia en Bolivia, ante los tribunales, del exprimer mandatario y sus incondicionales, más que “razones”, son seres humanos. Hablo de esos 60 compatriotas a quienes en octubre de 2003 les fue arrebatado el derecho humano más elemental: a la vida. Ciudadanos y ciudadanas que estuvieron aquí. Y ya no están.

Casi todos ellos murieron por impacto de bala. Y no son fantasmas. Ni sólo recuerdos. No constituyen un dato más para la historia nacional de la infamia o la “estadística” de la violencia estatal. Son gente que vivía entre nosotros (de cinco años de edad, el más pequeño; de 68, el mayor). Personas cuyos nombres-identidad bien vale la pena conservar en la memoria como recordatorio-contraseña de asignatura pendiente.

Es por esta inmensa causa: 60 vidas perdidas, que Gonzalo Sánchez de Lozada y Carlos Sánchez Berzaín, en especial, deben ser extraditados para enfrentar el proceso legal iniciado en su contra. El objetivo es tan evidente cuanto irrefutable: establecer los hechos, definir responsabilidades, sancionar a los culpables. No en afán de venganza, ya se sabe, sino cual antídoto-muralla contra la impunidad y, más todavía, como señal de justicia.

Ya pronto habrán transcurrido nueve años desde aquel “octubre rojo” (negro, más bien) y nuestra convivencia democrática, allende las disputas políticas, sus vendettas y sus pretensiones (no) hegemónicas, exige que quienes detentaron el poder y dieron órdenes, y aquellos que las ejecutaron (no excusables por “mal uso”) —huelgan comparaciones—, asuman su responsabilidad ante la Justicia. La historia, ya se sabe, no los absolverá.

Asegura Lec que “se puede cerrar los ojos ante la realidad, pero no ante los recuerdos”. Y tiene razón. Por eso de nada sirve que los imputados, en pose de víctimas (“perseguidos políticos”), se ocupen de publicar periódicas solicitadas de prensa en su descargo o den la cara en CNN. Tampoco les bastará alegar que hubo “una conspiración” o, con gran despliegue de cinismo —a lo Pinochet—, que el Estado “no puede garantizar la inmortalidad de nadie”.

Hay muchas razones, entonces, para que estos Sánchez & Cía. se sienten hoy en el banquillo de los acusados y, si acaso, en una celda. Una de ellas, está dicho, que no admite discusión ni titubeo, es el respeto a la vida. Inútil la democracia e indignos la justicia y los gobernantes, sea en un Estado neoliberal, sea en uno plurinacional, que no aseguren para sus ciudadanos(as), lo menos, ese incondicional derecho.

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Tercera edición de comicios mediáticos

Un reseña de la último libro de la Friedrich Ebert Stiftung (FES) sobre la compleja relación entre comunicación y procesos electorales.

/ 9 de julio de 2023 / 06:10

SALA DE PRENSA

Las Elecciones del año 2020 en Bolivia fueron las más complejas de nuestra historia democrática. Se produjeron en un contexto de crisis múltiple, polarización e incertidumbre. Veníamos de la coyuntura crítica del 2019 que derivó en un régimen provisorio y unas elecciones fallidas declaradas “sin efecto legal”. Estábamos en medio de una difícil pandemia, con miedo y cuarentenas. Y la fisura en el campo político se expresó también en polarización social. Fue incierta hasta la fecha de votación, postergada tres veces.

Hay varias lecturas de esas elecciones desde el comportamiento electoral, la reconfiguración del campo político, el nuevo mapa de actores, las mutaciones en el sistema de partidos. Pero son escasos los estudios en torno a la compleja interacción entre actores políticos, medios de comunicación, encuestas de intención de voto, institucionalidad electoral y redes sociodigitales. El libro Comicios mediáticos III (FES, 2023) viene a llenar ese vacío. Lo hace con amplia evidencia empírica, cinco estudios de caso y un valioso análisis comparado.

Una serie comparada

La serie de estudios/libros denominada Comicios mediáticos es resultado de un trabajo de equipo impulsado por IDEA Internacional desde el 2009. Ese año se inició la primera investigación orientada a explorar la incidencia de los medios de comunicación y las encuestas en las elecciones generales. En 2014 se realizó el segundo estudio, incluyendo un capítulo sobre redes sociodigitales. Y ahora tenemos el tercer tiempo de la serie con la investigación en torno a las elecciones 2020. En la publicación del nuevo libro la posta fue tomada por la Fundación Friedrich Ebert (FES Bolivia).

En ese marco, en conjunto, el libro Comicios mediáticos III ofrece un amplio paisaje sobre el desempeño de los medios de difusión masiva, las redes sociodigitales y los estudios de opinión pública en las complejas elecciones 2020 en Bolivia. Se nutre de diferentes variables de análisis y muchos datos, en diálogo con los dos anteriores estudios (2009 y 2014) para fines de comparación.

Así, el libro nos cuenta una historia de continuidades y cambios en la compleja relación entre comunicación y procesos electorales. De manera específica, en la publicación se observa cómo influyeron en las elecciones 2020 la propaganda en televisión, la agenda informativa, la opinión mediática, las encuestas electorales y la digitalización de la campaña.

Cinco entradas, cinco

¿Qué vamos constatando en el movido campo de la comunicación política donde los medios masivos, las plataformas digitales y los estudios de opinión pública intervienen en las elecciones y, claro, buscan influir en sus resultados?

En el primer capítulo, “Propaganda electoral televisiva. Desplazamientos y complementos en la era de la cibercampaña”, se estudian los usos de la televisión como espacio y mecanismo de la propaganda electoral. El spot continúa siendo una pieza clave. Permanece el predominio del candidato por encima del partido y del programa de gobierno. Y persisten las brechas e inequidades en el acceso a la televisión para fines de propaganda electoral. Hay reflexión también sobre la normativa vigente, la propaganda electoral gratuita y la propaganda gubernamental

El segundo capítulo se ocupa de la “Agenda informativa: entre la realidad mediática y la electoral”. El estudio aborda el desempeño periodístico en la construcción y establecimiento de la agenda de noticias en periódicos. Además del análisis general sobre la cobertura informativa, se analiza la participación política de las mujeres y el financiamiento de los partidos. Hay datos sobre el posicionamiento político de los medios, el predominio de hombres como fuente, la cobertura marginal de las propuestas programáticas y el predominio del enfoque de conflicto.

El tercer capítulo, titulado “Encuestas, las grandes protagonistas: los estudios de opinión como actor electoral”, analiza el lugar protagónico de los estudios de opinión en el complejo ciclo electoral 2019-2020, momento de grandes retos para el “ecosistema” sondeocrático boliviano. Se consideran no solo cuestiones técnico-metodológicas y normativas, sino en especial “las tramas de intereses y subjetividades que tejen los actores mediáticos y políticos”. Se analiza también el marco normativo y las fragilidades técnicas, de análisis y de difusión de las encuestas electorales.

También puede leer: Goni(smo) residual 2025

En el cuarto capítulo se aborda la “Agenda de opinión mediática: la disputa de las interpretaciones electorales”. El estudio se concentra en el análisis del tratamiento opinativo electoral en siete diarios y en siete redes de televisión de alcance nacional. La premisa es que la arena mediática opinativa expresa la toma de posiciones e interpretaciones sobre el proceso electoral. Así, los medios despliegan estrategias para la construcción de distintas “versiones” de la realidad a fin de incidir en las percepciones, posicionamientos y preferencias electorales de la ciudadanía.

Por último, el quinto capítulo temático explora las “Redes sociodigitales: de la utopía democrática a la distopía desinformativa”. El análisis se ocupa de las campañas electorales digitales, que tienen características propias. Así, hay un minucioso análisis sobre el manejo de cuentas partidarias y de las candidaturas presidenciales en Twitter, Facebook, Instagram, YouTube y TitTok. Se observa también el lugar de las páginas web y la plataforma Zoom. Y hay un apartado sobre la desinformación, las noticias falsas y la posverdad.

El capítulo final: “Comicios mediáticos, tercera ronda”, ofrece una síntesis de los principales hallazgos de cada estudio de caso e identifica algunas tendencias, en tanto continuidades y cambios, que pueden proponerse para la discusión.

En ese marco, se reafirma la interacción y confluencia de varios factores: el desempeño de los actores relevantes, el marco institucional, la variable normativa, los intereses en disputa, los recursos de poder, en fin, los discursos. El libro Comicios mediáticos III demuestra que el examen de esta trama compleja y fluida es una tarea fundamental para comprender el campo político y la disputa electoral, así como para alentar un mejor ejercicio democrático.

El libro está disponible en: https://library.fes.de/pdf-files/bueros/ bolivien/20402.pdf

(*)José Luis Exeni es coordinador de proyectos de la FES

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Silencio, error, ternura

/ 14 de mayo de 2023 / 09:08

Los jerarcas de la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB) suelen ser muy activos y veloces para pronunciarse —en comunicados, sermones, declaraciones— sobre temas diversos.

No está mal. Pese a su sesgo político (la CEB está a la vanguardia de la oposición), esos mensajes dirigidos “al Pueblo de Dios” aportan a la conversación pública. En el abominable caso del cura pederasta, en cambio, los obispos guardaron un silencio, de cuatro días, bastante parecido a la escualidez.

Ante la presión insostenible, la CEB finalmente dijo su palabra: condenó las acciones del abusador sexual, pidió perdón a las víctimas, expresó su decepción y comprometió apoyo, escucha y acompañamiento. Parece un comunicado preocupado y sincero.

El problema es que los buenos oficios y voluntades de los obispos, así como su pena, arrepentimiento, oraciones y pedidos de intercesión a la Virgen María, siendo saludables, llegan décadas tarde. Son papel mojado.

También puede leer: Pedrajas no era el único, había silencio por otros dos jesuitas abusadores más en el colegio Juan XXIII

El depredador que abusó de 85 niños, la mayoría en Bolivia, pudo hacerlo con impunidad porque contó con el silencio y la connivencia de una estructura eclesial que, salvo excepciones, tolera la pederastia y la encubre.

El escándalo Pedrajas está en agenda pública por sus memorias, ahora reveladas en un diario español. Solo así la Compañía de Jesús (ah, malas compañías) llevó el caso al juzgado, tras haberlo escondido puertas adentro. Y no es un hecho aislado: hay muchos.

Pero la cuestión es estructural. Mientras algunos arzobispos crean que el delito de pederastia es un “error” o una “debilidad”, los curas pederastas seguirán gozando de buena salud.

En tanto la CEB salga en defensa de los victimarios, ignorando a las víctimas, habrá impunidad para rato. Si en lugar de tomar acción contra los abusos, acallan y expulsan a quien denuncia, no tienen perdón. En fin, mientras su solución sea “rezar mucho” o trasladar al pederasta, no habrá justicia.

La peor cara en este caso no provino de la Iglesia, sino de las cloacas mediáticas. Envileciendo el oficio, un periodista justificó las prácticas pederastas de algunos curas: “son seres humanos, con necesidades básicas, incluso sexuales”.

Llegó a decir que obraron por “necesidad de ternura y cariño” (sic). Y quizás los niños “no se dieron mucha cuenta de lo que estaba pasando”. Hay que ser canalla. Arandia es un alumno aventajado de Estrambasaguas. Y su colega dice “amén”.

Claro que no solo los sacerdotes abusan sexualmente de niños. Claro que no todos los curas son pederastas. Claro que la Iglesia Católica es más grande que eso. ¿Quieren librarse del estigma? Dejen de ser cómplices. No basta su anunciado y tardío “camino de purificación”.

FadoCracia contadora

  1. Una encuesta, disfrazada de “conteo poblacional”, determinó que Santa Cruz tiene a la fecha 4.000.143 habitantes.

2. Ni uno menos. Como si realmente los hubiesen contado. Con semejante precisión estadística, ¿para qué hacer un censo?

3. El gran dato poblacional, tan curioso como insostenible, se vendió en primera plana. Ya constituye, pues, una verdad absoluta. Un relato, más bien: “Somos 4.000.143”. Y el próximo año, con la tasa de crecimiento (4,6%), serán 4.184.149. Qué tal.

4. El siguiente paso es convertir el numerito en bandera. Y levantar murallas que anticipan conflicto. Son de manual.

5. Si resulta que, en realidad, según el Censo 2024, Santa Cruz tiene menos de cuatro millones de habitantes (digamos 3.700.000), se cantará “fraude monumental”. Suena conocido.

6. Alguien tendrá que pagar por la previsible diferencia de datos. Adivinen. No falló la encuesta y sus márgenes de error, sino el Censo.

7. ¿Vendrá el segundo tiempo del fallido paro de 36 días? Se va tejiendo. ¡Ni un peso menos y cuatro escaños más para Santa Cruz! Encuestas con navaja.

José Luis Exeni es politólogo

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Democracias según Al-Azar

La apuesta es por un libro-fiesta que provoque sonrisas, pero también que incomode e indigne

/ 3 de febrero de 2021 / 12:19

Acaba de publicarse una sabrosa compilación de dibujos políticos del reconocido artista plástico boliviano Alejandro Salazar. Se trata de un compendio especial, pues recoge el trabajo más selecto de Al-azar en torno al tema de las democracias en Bolivia. Los dibujos fueron elaborados en el periodo 2012-2020 y se difundieron en las secciones “Documentos desclasificados” y “Galería de anormalidades” de La Razón. Hoy se reúnen, (re)afilados, en un solo volumen.

El libro está organizado con criterio de repaso cronológico: nueve años de creación. De esa forma, cada dibujo se sitúa en el contexto político de su elaboración. Claro que casi todos ellos, como provocación inclemente, conservan su actualidad y pueden verse/disfrutarse más allá de la coyuntura.

¿Por qué se publica este libro de Al-azar? Sobran los motivos. Primero, porque cada viñeta política es como una aguda columna de opinión que alienta con ironía la conversación pública. Segundo, debido a que, por su naturaleza, esta otra mirada no puede sino ser radicalmente crítica de situaciones y fenómenos sociopolíticos. Tercero, pues nos permite observar desde la imagen, sin atenuantes, campos “serios” como la política, el gobierno, la democracia. Por último, como reconocimiento y homenaje al autor, uno de los más destacados y mordaces caricaturistas-pintores del país.

Salazar compara sus dibujos con cáscaras de plátano: se tiran al piso de manera sutil como acto de venganza de la gente contra el abuso del poder, que casi siempre queda impune. En su caso, las caricaturas políticas son además valiosas herramientas de interpelación: de los gobernantes, de la fuerza pública, de la administración de (in)justicia, de la desigualdad, del racismo, en fin, de la naturaleza humana. Ese dibujar compulsivo lleva más de 25 años en democracia, con un solo paréntesis en su difusión (la censura y el asedio de los que fue objeto el autor en noviembre de 2019).

El libro se publica por iniciativa de la Fundación Friedrich Ebert (FES Bolivia), que animó al artista a realizar una selección de su trabajo en torno a la política y las democracias. Se suma así, como feliz andamio, a otras compilaciones como El proceso de cambio según Al-azar (Hivos, 2013) y Mundo Al Azar (La Razón y Conejo Editora, 2014).

Queda pues en circulación esta suerte de bomba de relojería llamada Democracias Al Azar. El deseo es que las viñetas políticas del artista aticen el debate público y multipliquen miradas sobre el ejercicio de las democracias (en plural). La apuesta es por un libro-fiesta que provoque sonrisas, pero también que incomode e indigne. La convicción es que la actividad corrosiva de Al-azar, simple a la vez que profunda, nos convoque a barrer toda solemnidad. La invitación, en fin, es a disfrutar sin filtros ni ceremonias este azaroso mundo de caricatura.

(*) La publicación está disponible en: https://www.fes.de/lnk/democraciasalazar

(*) José Luis Exeni es director y Coordinador de proyectos de la FES, respectivamente.

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Democracias al azar

Para evitar la degradación de la democracia, es imprescindible (re)asumir el ejercicio de la demodiversidad.

/ 24 de enero de 2021 / 01:01

Plantear las democracias (en plural) en lugar de LA-Democracia (con mayúscula y sin adjetivos) es una provocación. Hay que ser un inadaptado para siquiera cuestionar el canon hegemónico que enseña —sea a golpe de misil inteligente, sea con torpe asalto al Capitolio— que la democracia, sí señor, es una y uniforme: liberal, elitista, representativa. De poca densidad, de baja/bajísima intensidad.

A reserva del reto, la concurrencia de diferentes formas de democracia constituye también un principio, tan vigoroso como inequívoco: no hay un modelo único de democracia al cual llegar o parecerse (a veces en clave de remedo), sino diferentes concepciones, saberes y prácticas democráticas en interacción y en disputa. Es el radical principio de “demodiversidad” (Santos).

En el complejo/contradictorio proceso de refundación estatal en Bolivia, las democracias son asimismo un horizonte. Con el reconocimiento constitucional de tres formas de democracia (directa y participativa, representativa y comunitaria) hemos asumido un enorme desafío: su ejercicio complementario, en igual jerarquía. Ese horizonte, de raíz normativa, se llama democracia intercultural.

Provocación, principio, horizonte. Lo menciono como antecedente y contexto de lo que, en este tiempo de las cosas diminutas, es para mi gusto el abordaje más creativo y crítico de la (no) diversidad democrática en el país: las democracias como viñeta. Me refiero al reciente libro-fiesta de Alejandro Salazar. Hablo de Democracias Al Azar, esa suerte de antología gráfica de indignación/dignidad política.

Esta celebración del nuevo libro del incorregible Al-Azar me permite, a su vez, plantear dos inquietudes. La primera tiene que ver con el modo en que un grupo de ciu-da-da-nos (colegas periodistas incluidos) desplegaron a fines de 2019 un frenético asedio contra el artista en respuesta a sus caricaturas. Todo, como corresponde, en nombre de la democracia, el pluralismo y la “pacificación”. No es solo una anécdota.

La segunda inquietud se refiere a la democracia intercultural en el país. Si hasta hace poco era “una buena idea”, en construcción (como lo es, por ejemplo, el Estado Plurinacional), hoy parece relegada al olvido y abandono. Es una ausencia. La magullada democracia electoral (de papeleta única) está en primera línea, mientras las democracias (relación/proceso) devienen en apéndice. Poca densidad, bajísima intensidad.

Sostengo con firmeza que, para evitar la degradación de la democracia, es imprescindible (re)asumir el ejercicio de la demodiversidad. Discutamos sus causas, celebremos sus azares. Y que cada quien haga ajuste de cuentas.

FadoCracia triste

En su exquisito libro Suicidios ejemplares, el escritor catalán Enrique Vila-Matas nos regala una travesía por el laberinto de la plenitud suicida, “la única plenitud posible”. “Viajar, perder suicidios; perderlos todos”, anuncia parafraseando al buen Pessoa: “Viajar, perder países”.

De las “nobles opciones de muerte” relatadas en el libro, que son varias, me identifico sin duda con la primera, la muerte por saudade (qué distante de la otrora montañosa “muerte en combate”). Se trata de esperar: practicando la melancolía, el silencio, la “tristeza leve”.

Tal la propuesta vital, con apetito de conversación, de esta columna: no ceder a “la tentación del salto”, sino cultivar la espera. “Todo el tiempo que haga falta”. Ello implica cuidar y cuidarse. Esa espera, hoy, en pandemia con rumbo de atroz endemia, resulta imprescindible.

La “nueva normalidad” (que es igual a la vieja normalidad, pero con barbijo) ya cuenta en el mundo más de dos millones de muertos. Algunos de ellos son seres queridos. El luto, como la noche, es infinito. Que la incierta y ejemplar espera traiga más esperanza que miedo.

José Luis Exeni es comunicador.

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Los que se bajan

/ 18 de mayo de 2019 / 23:24

A escasos días de la convocatoria para las elecciones generales de octubre, una de las últimas fichas por moverse en el tablero es si algunos binomios habilitados en las primarias finalmente “se bajarán” de los comicios. Hay señales de que, por razones pragmáticas —no desaparecer—, al menos tres partidos políticos están en camino de declinar su participación. La fecha límite para formalizar esta decisión es el 19 de julio, plazo previsto en el calendario electoral para la inscripción de candidaturas.

Como fue dicho sobradamente, el efecto tsunami provocado por las primarias en el escenario y la temporalidad político-electoral derivó en la habilitación de ocho binomios de la oposición; nada menos. La pauta es de fragmentación y desencuentro. Así quedó enterrada la reciclada demanda de una candidatura única y, al menos, de un frente amplio. Hoy, la unidad interruptus en el campo opositor trata de ser atenuada por dos vías: lograr que algunos partidos desistan y/o alentar la idea del voto útil.

¿Es posible “bajarse” de las elecciones? Si bien la Ley de Organizaciones Políticas no prevé nada al respecto, es evidente que la habilitación de binomios en las primarias constituye un derecho, no una obligación. En otras palabras: ningún binomio presidencial puede participar en los comicios sin su legitimación previa en primarias, pero cualquier binomio ya habilitado puede abandonar la carrera. Tres partidos políticos menores, muy escasos en intención de voto, están indagando esa posibilidad.

Según las encuestas preelectorales, esas fotografías útiles aunque a veces mutiladas y borrosas, solo tres de las nueve fuerzas políticas obtendrán una votación relevante en octubre. Las otras seis, más que ganar elecciones, en realidad afrontan el reto de no perder su personalidad jurídica, lo que implica superar la barrera de exclusión (3% de votos válidos). Como no van en alianza, el riesgo de desaparecer es bastante probable (como ocurrió con el MSM en 2014). Fuerte incentivo para desistir.

Hay señales en sentido de que el MNR, UCS y Frente para la Victoria podrían resignar su participación en las elecciones de octubre. Quieren conservar sus siglas para las elecciones subnacionales de febrero de 2020. Es probable también que, por su bloqueo interno, PAN-BOL no pueda postular candidaturas. Quedarían entonces cinco binomios presidenciales en la papeleta electoral. Lo sabremos de cierto la noche del 19 de julio. O quizás antes, en cuarteto con UN, izando alegóricas banderas de unidad.

FadoCracia retroactiva El flamante Presidente de los empresarios privados de Bolivia, hombre de mucha candidez y sinceras palabras, planteó la necesidad de anular el pago retroactivo del incremento salarial, ese “invento”. Su lógica es simple e inequívoca: si el aumento salarial se decide en mayo, que se pague desde mayo. ¿Por qué carajo lo hacen retroactivo a enero?

Claro que para evitar esta inútil discusión sobre retroactividad, lo más sensato sería directamente anular tal incremento. Así, con salarios congelados —winter is coming—, se evitaría el penoso rito anual de negociación. Y si nos les gusta, asalariados, vendan su fuerza de trabajo en otra parte. Capital y nobleza obligan.

Si bien el jefazo de la CeEPeBe no lo dijo (todavía), el siguiente paso lógico debiera ser la eliminación del salario mínimo, ese otro invento. Ya está de buen tamaño fijar pisos que debieran ser resueltos por el mercado benefactor. ¿Qué dirá la gloriosa Central Obrera Boliviana? Ah, sí: lo primero es lo primero; lo segundo, compañeros, es lo segundo.

“Eso sería discriminatorio”, sentenció el adelantado Almagro. Y el 21F, ya encogido, se consagró como 20-O.

* Politólogo.

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