Icono del sitio La Razón

Acoso urbano

En las grandes urbes, las plazas y áreas verdes son sinónimo de vida y esparcimiento. Además de mantener limpio el aire y embellecer las ciudades, estos espacios públicos son esenciales para que los niños puedan jugar al aire libre, y para que los atribulados habitantes puedan encontrar sosiego en la naturaleza y un lugar donde descansar los ojos. No obstante, no se puede pretender disfrutar de los beneficios que brindan las áreas verdes si antes no se las cuida y se respeta las funciones para las que han sido creadas.

Lamentablemente, en este tipo de espacios comunes o servicios públicos basta que unos pocos no respeten las reglas del juego para que sean todos los perjudicados. Y eso es justamente lo que está ocurriendo en El Alto, cuyo Gobierno Municipal ha llegado al extremo de tener que cerrar los parques y plazas de esa urbe durante la semana (algunos funcionan solamente fines de semana, en horarios diurnos) para poder conservarlos. Pues, de lo contrario, se ven convertidos en mercados o en focos de pandillas, que no respetan ni hormigas, flores o adoquines; perjudicando principalmente a los niños, que o bien se quedan encerrados en sus hogares, o bien se ven obligados a jugar en las calles, en medio del polvo y los ruidos, esquivando transeúntes y automóviles.