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Bodas en Tiwanaku

Luego de la boda del Vicepresidente en las ruinas de Tiwanaku, a varios representantes y autoridades de ese municipio se les ocurrió una nueva manera de recaudar fondos: organizar matrimonios andinos en ese complejo arqueológico. Es de esperar que antes de aprobar una norma que autorice ese tipo de eventos, se realicen primero estudios técnicos al respecto.

En efecto, la importancia histórica, cultural y arquitectónica del complejo de Tiwanaku es inmensa, no sólo para Bolivia sino también para el resto de los países, de ahí que haya sido declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en 2000. Pues alberga vestigios vivos de una cultura extraordinaria, cuya influencia se extendió por gran parte del continente, y cuyas manifestaciones siguen sorprendiendo hasta nuestros días, no sólo por su belleza sino también por su magnificencia y genialidad.

De allí que necesariamente se deben evaluar los posibles impactos de cualquier actividad que se desarrolle en ese valioso lugar, con el fin de determinar no sólo las mejores estrategias para atenuarlos, sino también y sobre todo para recabar información que permita hacer un balance sobre si los beneficios esperados serán mayores que los costos de mantenimiento y los posibles daños irreversibles.

Ahora bien, cabe recordar que actualmente —sin  bodas de por medio— las autoridades locales y nacionales aún no han logrado desarrollar instituciones lo suficientemente robustas como para conservar efectivamente ese patrimonio cultural. El deterioro de algunos sectores (como el museo) y ciertas piezas líticas (como la Puerta del Sol) ha llegado a extremos preocupantes. De hecho, recientemente expertos de la Unesco visitaron el complejo y especificaron 18 recomendaciones para preservar la riqueza arqueológica y lítica de las ruinas.

Entre otras medidas, además de establecer un plan urbano que delimite un área de contención en cuanto a la construcción de inmuebles que “no perjudiquen el ambiente y la visión paisajista”, aconsejaron restringir el flujo de personas a ciertas áreas especialmente frágiles, continuar trabajando en la excavación y habilitación de drenajes para evitar mayores daños a cada uno de los monumentos, y reformular el actual circuito de visitas.

En este sentido, antes de pensar en nuevas actividades al interior del complejo arqueológico susceptibles de poner en riesgo la integridad del lugar, habría que consolidar primero la institucionalidad de las organizaciones responsables de garantizar su conservación y difusión; siempre con la vista puesta en el futuro, para que las próximas generaciones puedan también gozar de ese patrimonio y de los réditos que devienen del turismo.