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Estampillas

En la repetición está el gusto. Eso dicen. Soy repetitivo en algunos temas, sobre todo cuando encuentro nuevas pistas que me llevan a recorrer los senderos de siempre, mis temas favoritos. Entonces transito los meandros conocidos pero con ojos distintos. También repito la ceremonia de acercamiento a un problema de investigación cuando me encuentro con pruebas que respaldan mis intuiciones, aunque las pruebas sean tan fútiles como mis percepciones. En este caso, las pruebas pueden ser banales pero, como no he perdido (aún) mi capacidad de asombro, me parecen dignas de tomar en cuenta. Me refiero a la edición de estampillas de correo referidas a las dos posesiones de mando del presidente Evo Morales. En 2006, como Presidente de la República, en 2010, como Presidente del Estado Plurinacional. En la repetición está el gusto. Eso dicen.

En este caso la repetición es doble, si vale el término. Porque se emitieron dos estampillas en cada ocasión. Una que retrata a Evo Morales con atuendo indígena y bastón de mando en Tiawanaku. Otra que muestra al Presidente con chaqueta de Mandatario, banda tricolor y medallas. Hace varios años que utilizo estas estampillas para referirme a las tendencias o visiones que caracterizan el estilo de gobierno del MAS, en particular el estilo de Evo Morales. Una estampilla invoca y representa al indigenismo, la otra figura denota y expresa el nacionalismo; no obstante se trata de la misma persona porque el líder articula ambos significados, representa las dos tendencias y las sintetiza. Su gobierno transita por ambos carriles, empero el peso específico de cada visión varía en la definición de las políticas públicas y en los diversos momentos de la gestión gubernamental. Existen múltiples diferencias entre la primera y la segunda gestión del MAS, a las cuales no me voy a referir por falta de espacio (típica coartada), solamente me interesa resaltar algunos problemas en la conjugación de nacionalismo e indigenismo que, por ejemplo, salieron a relucir a propósito del conflicto en torno al TIPNIS.

Este conflicto es interpretado de varias maneras, por ejemplo, como una contradicción entre “extractivismo” y “pachamamismo”, supuestos modelos de desarrollo. A mí me interesa resaltar una faceta análoga, aquella referida a la discordancia entre el ejercicio de la soberanía del Estado y la vigencia de los derechos colectivos de los pueblos indígenas. Es decir, entre el nacionalismo (estatista) y el indigenismo (plurinacional). No obstante, no se trata de una contradicción que se resuelve a través de la anulación de uno de los polos, sino de su articulación contingente de acuerdo con los temas en cuestión. Por esos caminos discurre, a mi juicio, la consulta previa en el TIPNIS, y la propia construcción del Estado Plurinacional. Por ahora, la balanza se inclina hacia el nacionalismo en desmedro del indigenismo. Y tengo las pruebas que confirman este aserto.

Pruebas banales, pero demostrativas. En ocasión de la primera posesión presidencial, la estampilla de Evo indígena era levemente más cara que la nacionalista, con una diferencia de Bs 6 a Bs 5. En cambio, en la conmemoración de la posesión del segundo mandato, la relación se invierte y la diferencia es nítida: la estampilla de Evo nacionalista vale Bs 9, la otra solamente cuesta Bs 1,50. Como se dice, una imagen vale más que mil palabras. Cuando, en el correo central de Cochabamba, le pregunté a la gentil señora que me vendió las estampillas las razones de la variación en los precios, su respuesta me desconcertó: “eso decide una comisión”. Al salir pensé que, simplemente, se trata de la consabida astucia de la razón.