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Día de la Paz

Hoy se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Paz, fecha instituida en 2001 por la Organización de las Naciones Unidas para conmemorar y fortalecer los ideales de paz en cada nación, y para que cada año se observe un día de cesación del fuego y no violencia. En las actuales circunstancias, la reflexión que propone la fecha es particularmente importante.

En efecto, el trágico conflicto entre mineros asalariados de Comibol y mineros cooperativistas es un buen ejemplo de la necesidad de contar con jornadas como la de hoy, para reflexionar colectivamente acerca de la importancia de construir, cuidar y fortalecer la cultura de paz, como tarea y compromiso de toda la sociedad, pero sobre todo de hacerlo ahora.

Este año, la ONU ha decidido que el tema para conmemorar el Día Internacional de la Paz es el de “una paz sostenible para un futuro sostenible”, refiriéndose a que valiosos recursos naturales, como los diamantes, el oro, el petróleo, la madera o el agua, son la causa directa de muchos conflictos o suponen un factor importante de las contiendas; por ello, resolver la propiedad, control y gestión sostenible de esos recursos es fundamental para reducir su potencial de generar disputas y allanar el camino hacia el “futuro sostenible que queremos”, en palabras del Secretario General del organismo internacional.

Pero, al margen de la orientación específica de la celebración de este año, es conveniente recordar que, de acuerdo con la Fundación UNIR, abanderada junto a una quincena de instituciones de los actos de esta jornada, la paz no es sinónimo de homogeneidad ni de desconocimiento de la diversidad cultural; por el contrario, es una cultura de convivencia, de respeto por el disenso y la diferencia, de negociación, de concertación y de diálogo.

La misma Fundación (que hoy entregará por primera vez el Premio Nacional de Cultura de Paz bautizado con el nombre de su fundadora, Ana María Campero, como un justo homenaje a su legado en favor del respeto y la búsqueda del bien común) propone como estrategias para desarrollar la cultura de paz: fortalecer el sistema democrático; construir un Estado y una sociedad interculturales; promover la labor informativa de calidad en los medios de comunicación; educar para la paz a toda la sociedad; propugnar igualdad de derechos y oportunidades; propiciar el compromiso nacional para impulsar la justicia social; desarrollar capacidades de gestión y transformación pacífica de conflictos; promocionar, defender y restituir derechos de personas y grupos en situación de vulnerabilidad; favorecer una economía solidaria y con comercio justo; y, finalmente, construir redes de todas las instituciones y organizaciones que trabajan por la paz.

El camino es claro, toca ahora recorrerlo; tanto a las autoridades como el resto de la sociedad, pues la paz le pertenece a todas y todos.