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Santos inaugura diálogo con las FARC

Conocí a Juan Manuel Santos, actual presidente de Colombia, en 2006 en una reunión de Ministros de Defensa de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), realizada en Bogotá. El presidente Uribe, reelecto en junio de ese año para un nuevo periodo, lo había designado como Ministro de Defensa. Posteriormente lo volví a encontrar en la Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas (Canadá 2008) y en las citas para constituir el Consejo de Defensa Suramericano de la Unasur (Santiago 2009). En esta última cita conversé largamente con él, y aunque teníamos visiones diferentes respecto a la situación de la seguridad en la región, pude advertir en el ahora Presidente colombiano una gran convicción para alcanzar la paz en su país, como prerrequisito para el pleno desarrollo en la región andina y en toda Suramérica.

En mayo de 2009, Juan Manuel Santos renunció al cargo de ministro y comenzó una carrera preelectoral. Cuando el Tribunal Constitucional de Colombia emitió el fallo que inhabilitó al presidente Álvaro Uribe como candidato para un tercer periodo presidencial, el oficialismo proclamó a Santos, quien ganó holgadamente la elección ante su inmediato contendor, el exalcalde de Bogotá Antanas Mokus.

El ahora presidente Santos ha tenido en el ejercicio de su mandato rasgos diferentes al de su antecesor Uribe, especialmente en las relaciones con sus vecinos. Uribe se mostró abiertamente enfrentado con el presidente Hugo Chávez y en general con los países miembros del Alba, asociación de la que forman parte Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Cuba y por supuesto Venezuela. En cambio Santos ha mejorado notablemente la relación con el presidente Chávez, y normalizó las relaciones con Ecuador luego del grave incidente internacional producido luego del bombardeo en territorio ecuatoriano para abatir al segundo hombre de las FARC, Raúl Reyes.

El actual Gobierno colombiano, al frente de Santos, ha roto el aislacionismo que Uribe había impuesto frente a sus vecinos. Hace pocos meses, el presidente de Colombia ha sostenido una reunión bilateral con el presidente boliviano, Evo Morales, encuentro caracterizado por un clima de cordialidad y respeto, a pesar de las diferencias ideológicas de ambos mandatarios. Y es en este nuevo marco que el presidente Santos ha sorprendido con su anuncio de abrir un proceso de diálogo con las FARC, a fin de intentar la pacificación de su país luego de medio siglo de operaciones guerrilleras en la selva colombiana. El diálogo parece auspicioso aunque no exento de riesgos, como han advertido ya varios analistas. Sin embargo, es indiscutible, y por cierto valorable, el coraje político del Presidente al iniciar este diálogo por la paz. Como dato a tomar en cuenta, el expresidente Uribe se ha declarado abiertamente contrario a dialogar con representantes de las FARC.

Es de poner en relieve la presencia de dos países observadores en el diálogo, la República Bolivariana de Venezuela y la República de Chile. Las reuniones se realizarán en Oslo (Noruega) y La Habana (Cuba). Los gobiernos de estos cuatro países por supuesto que también alientan el fin del conflicto armado en Colombia. Es muy notable que los Estados Unidos, quien otrora fuera el árbitro mayor de todos los conflictos en América Latina, no forme parte de esa lista de países. Los latinoamericanos somos capaces de resolver nuestros problemas por sí solos. 

La apuesta del presidente de Colombia es arriesgada. Exmandatarios de Colombia como Andrés Pastrana fracasaron en su intento de dar por finalizado el conflicto bélico y las secuelas que éste deja. Pero, para quienes creemos que la paz y el diálogo son los únicos caminos para resolver conflictos internacionales, no podemos sino apoyar este nuevo proceso que encabeza Juan Manuel Santos.