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Presupuesto para desarrollo e innovación

Por medio de este modelo se busca que las universidades asuman un rol con enfoque empresarial

/ 27 de septiembre de 2012 / 04:01

Uno de los principales pilares del desarrollo económico-social de los países asiáticos, en los últimos años, fueron las universidades como fuentes de investigaciones para concretar innovaciones importantes a nivel empresarial y social. Estos países destinaron fondos considerables orientados a promover la innovación (28% de la inversión mundial está destinada a la investigación y desarrollo) a través de un ecosistema conformado por Gobierno, Empresa y Universidad, logrando la complementariedad necesaria.

En este modelo, denominado la Triple Hélice, el Gobierno genera las condiciones necesarias para promover el Desarrollo e Innovación (I+D+i), y fomenta la creación de nuevas compañías a través de una cooperación estrecha entre universidad y empresa. Esto con el propósito de desarrollar nuevos productos, procesos y estrategias que permitan fortalecer y generar nuevas tecnologías, diversificación, conocimientos, desarrollo, investigación e innovación en el mercado. Bajo este esquema, las universidades deben asumir un rol con enfoque empresarial, fomentando una cultura de emprendimiento e innovación en alumnos y docentes; promoviendo el trabajo en equipo, para afrontar los retos socio-económicos del país; valorando y enfocando la investigación tecnológica hacia el desarrollo de nuevas empresas; publicando y patentando investigaciones; e institucionalizando la creación de nuevos emprendimientos (spin-off).

El 2% de la inversión mundial en I+D+i tiene lugar en los países de América Latina. De esta cifra, el 62% le corresponde a Brasil, 13% México, 12% Argentina, 4% Chile y el  restante 9% se reparte entre los otros países de la región, indicadores que demuestran el contraste de nuestra región en este aspecto. Un estudio de Osvaldo Gutiérrez estima que en Bolivia se destina sólo el 0,3% del PIB en investigación y desarrollo; de esta cifra, el 30% se lo hace en universidades y el 15% en empresas. Las  universidades públicas solicitan un incremento del 15% en sus presupuestos; sin embargo, el Gobierno rechaza dicho incremento, argumentando que gran parte será destinado para el pago de sueldos y salarios (según cifras del Ministerio de Economía y Finanzas, el 59% del presupuesto universitario se destina a sueldos y sólo un 3,8%  a materiales y suministros que mejoran la calidad de la enseñanza y las investigaciones científicas).

Es oportuno evaluar la reformulación del presupuesto a fin de priorizar la I+D+i en las universidades, para potenciar su aporte al cumplimiento de los objetivos estratégicos del país en materia de ciencia, tecnología e innovación. Un mayor presupuesto en esta partida permitirá que los centros e institutos universitarios de investigación puedan desarrollar adecuadamente su trabajo sobre la base de estrategias propias, así como del sistema en su conjunto y de las demandas de la sociedad. Esta propuesta debería estar articulada a una estrategia nacional, para que las investigaciones sean pertinentes a la problemática y oportunidades que el país brinda en materia social, seguridad alimentaria, productividad, medio ambiente, tecnología, energía y otros rubros, promoviendo, además, la sinergia entre empresas y academia.

Con esa visión se ha lanzado la Plataforma Innova Bolivia (www.innovabolivia.bo) con el objetivo de promover la generación de innovación dentro de la comunidad universitaria nacional, y el relacionamiento directo con el sector empresarial. Ello a través de la búsqueda y premiación de ideas y proyectos innovadores con base tecnológica y con impactos sociales, creando nuevas oportunidades que fomenten el potencial de investigación, dinamizando el tejido productivo del país. A esta cruzada se han sumado las universidades públicas y privadas más importantes del país y empresas líderes, a la cabeza de la Confederación de Empresarios Privados, que desean fomentar la innovación y una cultura de emprendimiento. Sólo falta la voluntad del Gobierno para crear las condiciones de un ecosistema como el de la Triple Hélice.

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Emprender e innovar sin límite de edad

Los adultos mayores poseen un valioso capital humano que pueden utilizar para impulsar proyectos.

/ 6 de septiembre de 2016 / 04:16

El 26 de agosto se recordó el Día de las Personas de la Tercera Edad en el país, fecha que fue aprovechada por el Instituto de Investigaciones Sociales (IDIS) de la UMSA para publicar el estudio Dimensiones demográficas del envejecimiento en Bolivia, que consigna cifras reveladoras: el número de personas mayores de 60 años en el país es de 878.012, que representan el 7% de la población boliviana y se concentran principalmente en el área urbana del eje central; la esperanza de vida es de 68 años, el promedio más bajo de Latinoamérica; el ritmo de envejecimiento es muy alto (3,7% por año), y de mantenerse, este sector de la población se duplicará y llegará a 1,7 millones para 2031. De acuerdo con el director del IDIS, René Pereira Morató, gran parte de esta población se siente discriminada porque se los considera “obsoletos”; y agrega que si no fuera por el bono Dignidad, “engrosarían las filas de la pobreza extrema”.

Este sector de la población constituye un importante capital que tiene el país, y si aprendemos a valorarlo y aprovecharlo se puede convertir en una gran ventaja. En efecto, son muchos los que aún después de los 65 años se encuentran activos y con deseos de trabajar, producir y crear. Ellos poseen un valioso capital humano, así como conocimientos y competencias que han acumulado a lo largo de su vida que pueden utilizar para impulsar proyectos y negocios. Además de una amplia experiencia y una extensa red de contactos, por lo general saben administrar su tiempo y dinero, medir riesgos, trabajar en equipo, escuchar, toleran el fracaso, sienten pasión por lo que hacen, tienen una creatividad aplicada a la realidad, capacidad de resolución a la hora de hacer nuevas cosas, entre otras virtudes.

Sin embargo, los ecosistemas de emprendimiento generalmente están diseñados para apoyar a los jóvenes; pero se podrían desarrollar programas destinados a personas de la tercera edad tomando en cuenta todas las cualidades antes mencionadas, permitiéndoles iniciar una iniciativa emprendedora y a la vez dejarían de sentirse discriminados por la sociedad. Para ello hace falta encontrar nuevos espacios que satisfagan sus necesidades de estar informados, aprovechando la tecnología, que puede contribuir a monitorear su salud, mantener sus hábitos de entretenimiento, manejar sus finanzas, viajar y estar conectados con familiares y amigos.

Un plan competente para el emprendimiento del adulto mayor debe considerar áreas esenciales como una sensibilización que les ayude a despertar el espíritu emprendedor que llevan adentro y a desarrollar talentos y competencias necesarios a la hora de emprender; capacitación que les proporcione herramientas para la construcción de modelos y planes de negocio, prototipos de productos, etc.; un área de apoyo para la incubación y creación de nuevas empresas y, finalmente, financiamiento para capital semilla y de arranque.

Adicionalmente, para contrarrestar las principales causas del atraso tecnológico y olvidar el viejo adagio “perro viejo no aprende nuevos trucos”, es imprescindible desarrollar un programa de capacitación en tecnología especializada en adultos mayores, con cursos y talleres de alfabetización digital e informática, talleres de información para el uso de dispositivos electrónicos, que estén diseñados para el empleo de este sector, como pantallas y botones más grandes.

Para la actriz Jane Fonda, la tercera edad es el “tercer acto de la vida”, una época donde es posible alcanzar la “ascensión del espíritu humano, la integridad, autenticidad y sabiduría”; y en ese camino, a través del emprendimiento-innovación, hay muchos adultos mayores que se realizarán y encontrarán la felicidad.

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