Cómo muere un diario
Históricamente, los medios siempre tuvieron sus tendencias políticas, pero nunca como hoy
Un presentador de noticias decía hace un tiempo que “la muerte de los periódicos es un hecho, debido a la internet y las redes sociales”. No voy a perder el tiempo en explicar las ventajas de cada una de ellas, pero sí puedo asegurar que hay muertes peores para un periódico.
Recuerdo que en la década de los 90, uno de los primeros medios escritos en cerrarse fue el periódico Hoy, otrora famoso por su suplemento Hoy Deportivo de todos los lunes. Pero de pronto, el ingreso de políticos del MIR (Movimiento de la Izquierda Revolucionaria) mató el medio, porque “pintaron” sus noticias de color naranja. Pocos años después, exactamente el 2 de junio de 2001, el periódico católico Presencia también murió porque la Iglesia Católica permitió el ingreso de socios políticos “sin capital”. “Es una pausa”, decía la última tapa de uno de los mejores medios en la historia del periodismo en Bolivia y en América Latina.
No es una exageración, fue el único que ganó premios internacionales de valor. Ni Maya ni Paya, fue otra cosa. Pero ya pasaron 12 años y nunca más volvió. Se fue y extrañamos el buen periodismo que se predicaba en esa redacción que le faltaba sólo un año para sus Bodas de Oro.
Con 70 años de vida, otro gran periódico de la avenida Camacho, Última Hora, también cayó en desgracia por la intromisión de socios orientales tirados a la derecha. Muerto Mario Mercado (su dueño y conductor), el matutino de larga vida se fue como si nada al fracaso, cuando no había redes sociales ni periódicos digitales.
Históricamente, los medios siempre tuvieron sus tendencias políticas, pero nunca como hoy, cuando todos se pusieron sus camisetas. Hay medios totalmente identificados con el oficialismo, y otros con la oposición. Cada uno juega a su lado. Cada quien mira la noticia de acuerdo con sus intereses. Unos amplifican la noticia que les conviene, y otros sencillamente la ignoran o minimizan en una breve columna. Calibran la información de acuerdo con la línea del medio. Eso sencillamente se llama “manipulación de la información”.
Lo más nefasto para el periodismo es justamente la manipulación, decir lo que no es, o querer mostrar lo que no fue; peor aún, pensamos desde los medios que la gente nos cree, nada más falso. Más bien perdemos credibilidad, lo más preciado de un periodista y de un medio de comunicación. Por eso es tan importante —que si bien no existe la plena objetividad ni imparcialidad— mantener la verdad sobre todas las cosas. La receta para los medios es muy sencilla: cuestionar lo que está mal y reconocer lo que está bien.